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Hay veces que se me cae la cara de vergüenza por el simple hecho de ser humano

Vergüenza

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En estos días se ven muchas poses orgullosas por parte de aquellos que presumen de ser los “salvadores” de nuestra humanidad, los padres de la patria o los defensores de occidente. Celebraciones con banderas de muchos colores y de todo tipo que conmemoran “avances conseguidos” en nuestra avanzada sociedad del siglo XXI.

     

Mientras tanto no se me quita de la retina la foto de una masa de seres humanos apilados en el suelo. Como si de un desguace de personas se tratara. Me ha recordado las imágenes del holocausto nazi. Al mismo tiempo cientos de aviones, coches de lujo, hoteles de cinco estrellas, recepciones y almuerzos llenos de falsas sonrisas y, finalmente, un encuentro de un montón de naciones que se reúnen en Madrid para arreglar el mundo.

     

¿Qué mundo es el que quieren arreglar? ¿El suyo? ¿El de la élite y los Vips? Estas reuniones coinciden con el entierro de no se sabe cuantos hermanos sin identificar en un cementerio improvisado a menos de unos kilómetros del Mare Nostrum que es “suyum”.

     

Lo que importa es el gas, el petróleo o los fosfatos. La fabricación de armas, buques y aviones de combate que mantengan ricos, cada vez más ricos,  a los países poderosos. Entretanto siguen a la espera de volver a jugarse la vida unos miles de subsaharianos que ambicionan la posibilidad de saltar la valla en busca de un rincón donde dormir y una manta con la que cobijarse y vender baratijas falsas. Su único delito se basa en haber nacido en un sitio equivocado. En unos países que, si recibieran las ayudas y la formación adecuada, podrían salir de una especie de esclavitud que siguen sufriendo y de la que huyen a costa de sus vidas. Su final: una tumba sin nombre.

             

Me da vergüenza de esa foto. Me da vergüenza de no poder hacer nada por evitarla. Me da vergüenza de que unos tengamos tanto y otros tan poco. Mientras, los que sí que pueden, se siguen haciéndose otra clase de fotos, pavoneándose delante de “las Meninas”, dándose abrazos y presumiendo de lo listos, lo guapos y lo fuertes que son. ¡Y no le dan vergüenza de los que sufren en Ucrania, en África o en el resto del mundo! Incluido un tercio de los españoles. ¡Poca vergüenza! 

Vergüenza

Hay veces que se me cae la cara de vergüenza por el simple hecho de ser humano
Manuel Montes Cleries
jueves, 30 de junio de 2022, 11:20 h (CET)

En estos días se ven muchas poses orgullosas por parte de aquellos que presumen de ser los “salvadores” de nuestra humanidad, los padres de la patria o los defensores de occidente. Celebraciones con banderas de muchos colores y de todo tipo que conmemoran “avances conseguidos” en nuestra avanzada sociedad del siglo XXI.

     

Mientras tanto no se me quita de la retina la foto de una masa de seres humanos apilados en el suelo. Como si de un desguace de personas se tratara. Me ha recordado las imágenes del holocausto nazi. Al mismo tiempo cientos de aviones, coches de lujo, hoteles de cinco estrellas, recepciones y almuerzos llenos de falsas sonrisas y, finalmente, un encuentro de un montón de naciones que se reúnen en Madrid para arreglar el mundo.

     

¿Qué mundo es el que quieren arreglar? ¿El suyo? ¿El de la élite y los Vips? Estas reuniones coinciden con el entierro de no se sabe cuantos hermanos sin identificar en un cementerio improvisado a menos de unos kilómetros del Mare Nostrum que es “suyum”.

     

Lo que importa es el gas, el petróleo o los fosfatos. La fabricación de armas, buques y aviones de combate que mantengan ricos, cada vez más ricos,  a los países poderosos. Entretanto siguen a la espera de volver a jugarse la vida unos miles de subsaharianos que ambicionan la posibilidad de saltar la valla en busca de un rincón donde dormir y una manta con la que cobijarse y vender baratijas falsas. Su único delito se basa en haber nacido en un sitio equivocado. En unos países que, si recibieran las ayudas y la formación adecuada, podrían salir de una especie de esclavitud que siguen sufriendo y de la que huyen a costa de sus vidas. Su final: una tumba sin nombre.

             

Me da vergüenza de esa foto. Me da vergüenza de no poder hacer nada por evitarla. Me da vergüenza de que unos tengamos tanto y otros tan poco. Mientras, los que sí que pueden, se siguen haciéndose otra clase de fotos, pavoneándose delante de “las Meninas”, dándose abrazos y presumiendo de lo listos, lo guapos y lo fuertes que son. ¡Y no le dan vergüenza de los que sufren en Ucrania, en África o en el resto del mundo! Incluido un tercio de los españoles. ¡Poca vergüenza! 

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