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​Si los muertos no resucitan, no merece la pena conservar los cadáveres

¡Ha resucitado!

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El ancestral deseo de vivir eternamente se renueva con las nuevas tecnologías. El embalsamamiento egipcio es una de las técnicas de la antigüedad más conocidas que acompañadas de los ritos religiosos hacían creer a los faraones su eternidad. Las momias siguen presentes convertidas en atractivo turístico. Antonio Diéguez, filósofo de la ciencia en una La Contra de La Vanguardia nos informa del transhumanismo: “El transhumanismo es una ideología ya reflejada en el arte, la ciencia o la filosofía con algunas escuelas de pensamiento, que preconiza la superación del sapiens por medio de la tecnología… además de Google, el MIT i Harvard han creado CalicoLabs para derrotar el envejecimiento, que consideran es una enfermedad incurable sólo por ahora… Por medio de nuevas tecnologías farmacéuticas, genéticas, digitales, protésicas… Una combinación que nos permitiría decidir cuánto tiempo queremos vivir… 


Los transhumanistas pretenden transcender los límites de nuestra especie y creen que es inevitable que seamos superhumanos con la cibernética y la biotecnología. Creen que los posthumanos superaran a los sapiens .y los postsapiens ya decidirán cuánto viven y será más inteligentes y superiores”. “Está establecido que los hombres   vivan una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9: 27).


El cristianismo avalado por el testimonio de los muertos que Jesús resucitó y de su propia resurrección, enseña la resurrección de los muertos. En el diálogo que Jesús mantiene con Marta, hermana de Lázaro a quien resucitó cunado llevaba cuatro días muerto sale a relucir el tema de la resurrección: “tu hermano resucitará. Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. Le dice Jesús: Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí aunque esté muerto vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Juan 11: 23-26).

Antes que Jesús ordenase al cadáver de Lázaro: “¡Lázaro, ven fuera!” (v. 43), Marta hace esta declaración de fe: “Señor, yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo” (v. 27).


A pesar del testimonio que dieron los testigos que vieron a Jesús vivo después de tres días de haber sido sepultado en la cueva, la doctrina de la resurrección de los muertos no goza de buena prensa. Cuando los atenienses condujeron al apóstol Pablo al Areópago para que les expusiese la enseñanza de que era portador, en el momento que oyeron hablar de la resurrección de los muertos, “unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez” (Hechos 17. 32). No tuvieron la oportunidad de volver a escucharlo.


Hablar de la reencarnación no genera polémica. Sí lo hace hablar de la resurrección de los muertos ya que es un tema que hoy no toca. Algunos ante la doctrina de la resurrección de los muertos reaccionan así: “¡Es completamente absurdo! No tiene sentido gastar ni un segundo de mi tiempo considerarlo por la sencilla razón de que la resurrección de Jesús no ocurrió ni tampoco sucederá la de los muertos. Es imposible. Las leyes científicas demuestran que es imposible que el cuerpo de alguien que haya fallecido vuelva a la vida. No tengo nada más que decir”. Desconozco la identidad de quien hace esta declaración tan categórica. Lo que es imposible para el hombre no lo es para Dios.


Se le acercaron a Jesús “los saduceos que dicen que no hay resurrección” (Marcos 12: 18). Le presentaron un sofisma para hacerlo caer en una trampa. Utilizando la Ley de Moisés le dicen que si un hombre casado muere sin  dejar descendencia, la viuda se casará con el hermano del fallecido. El primer hijo que nacerá se considerará descendencia del fallecido. Los hermanos eran siete y todos ellos se casaron con la viuda y fallecieron sin dejar descendencia. La pregunta capciosa que le hicieron fue: “En la resurrección, pues, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer” (v. 23). Limitándonos al tema que nos concierne, Jesús les dice: “Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis oído en el libro de Moisés como le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos, así que vosotros mucho erráis” 8vv. 26,27).


Con estas palabras Jesús aclara lo que le ocurre al alma en el momento en que se produce el deceso del cuerpo que la aloja. El alma sigue viva mientras el cuerpo yace  en el sepulcro. La garantía de la resurrección se encuentra en el hecho de que la muerte física no destruye el alma.

Momentáneamente el cuerpo y el alma se separan para volverse a juntar en el día de la resurrección. 


La pregunta que tenemos que hacernos es: ¿Cuál es el destino eterno de los resucitados? Jesús nos da la respuesta a la pregunta: “No os maravilléis de esto, porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz” (la de Jesús), “y los que hicieron lo bueno saldrán a resurrección de vida, mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” Juan 5: 28,29).

¡Ha resucitado!

​Si los muertos no resucitan, no merece la pena conservar los cadáveres
Octavi Pereña
lunes, 11 de abril de 2022, 09:15 h (CET)

El ancestral deseo de vivir eternamente se renueva con las nuevas tecnologías. El embalsamamiento egipcio es una de las técnicas de la antigüedad más conocidas que acompañadas de los ritos religiosos hacían creer a los faraones su eternidad. Las momias siguen presentes convertidas en atractivo turístico. Antonio Diéguez, filósofo de la ciencia en una La Contra de La Vanguardia nos informa del transhumanismo: “El transhumanismo es una ideología ya reflejada en el arte, la ciencia o la filosofía con algunas escuelas de pensamiento, que preconiza la superación del sapiens por medio de la tecnología… además de Google, el MIT i Harvard han creado CalicoLabs para derrotar el envejecimiento, que consideran es una enfermedad incurable sólo por ahora… Por medio de nuevas tecnologías farmacéuticas, genéticas, digitales, protésicas… Una combinación que nos permitiría decidir cuánto tiempo queremos vivir… 


Los transhumanistas pretenden transcender los límites de nuestra especie y creen que es inevitable que seamos superhumanos con la cibernética y la biotecnología. Creen que los posthumanos superaran a los sapiens .y los postsapiens ya decidirán cuánto viven y será más inteligentes y superiores”. “Está establecido que los hombres   vivan una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9: 27).


El cristianismo avalado por el testimonio de los muertos que Jesús resucitó y de su propia resurrección, enseña la resurrección de los muertos. En el diálogo que Jesús mantiene con Marta, hermana de Lázaro a quien resucitó cunado llevaba cuatro días muerto sale a relucir el tema de la resurrección: “tu hermano resucitará. Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. Le dice Jesús: Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí aunque esté muerto vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Juan 11: 23-26).

Antes que Jesús ordenase al cadáver de Lázaro: “¡Lázaro, ven fuera!” (v. 43), Marta hace esta declaración de fe: “Señor, yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo” (v. 27).


A pesar del testimonio que dieron los testigos que vieron a Jesús vivo después de tres días de haber sido sepultado en la cueva, la doctrina de la resurrección de los muertos no goza de buena prensa. Cuando los atenienses condujeron al apóstol Pablo al Areópago para que les expusiese la enseñanza de que era portador, en el momento que oyeron hablar de la resurrección de los muertos, “unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez” (Hechos 17. 32). No tuvieron la oportunidad de volver a escucharlo.


Hablar de la reencarnación no genera polémica. Sí lo hace hablar de la resurrección de los muertos ya que es un tema que hoy no toca. Algunos ante la doctrina de la resurrección de los muertos reaccionan así: “¡Es completamente absurdo! No tiene sentido gastar ni un segundo de mi tiempo considerarlo por la sencilla razón de que la resurrección de Jesús no ocurrió ni tampoco sucederá la de los muertos. Es imposible. Las leyes científicas demuestran que es imposible que el cuerpo de alguien que haya fallecido vuelva a la vida. No tengo nada más que decir”. Desconozco la identidad de quien hace esta declaración tan categórica. Lo que es imposible para el hombre no lo es para Dios.


Se le acercaron a Jesús “los saduceos que dicen que no hay resurrección” (Marcos 12: 18). Le presentaron un sofisma para hacerlo caer en una trampa. Utilizando la Ley de Moisés le dicen que si un hombre casado muere sin  dejar descendencia, la viuda se casará con el hermano del fallecido. El primer hijo que nacerá se considerará descendencia del fallecido. Los hermanos eran siete y todos ellos se casaron con la viuda y fallecieron sin dejar descendencia. La pregunta capciosa que le hicieron fue: “En la resurrección, pues, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer” (v. 23). Limitándonos al tema que nos concierne, Jesús les dice: “Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis oído en el libro de Moisés como le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos, así que vosotros mucho erráis” 8vv. 26,27).


Con estas palabras Jesús aclara lo que le ocurre al alma en el momento en que se produce el deceso del cuerpo que la aloja. El alma sigue viva mientras el cuerpo yace  en el sepulcro. La garantía de la resurrección se encuentra en el hecho de que la muerte física no destruye el alma.

Momentáneamente el cuerpo y el alma se separan para volverse a juntar en el día de la resurrección. 


La pregunta que tenemos que hacernos es: ¿Cuál es el destino eterno de los resucitados? Jesús nos da la respuesta a la pregunta: “No os maravilléis de esto, porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz” (la de Jesús), “y los que hicieron lo bueno saldrán a resurrección de vida, mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” Juan 5: 28,29).

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