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Vivimos en un mundo en guerra, guerra que puede ampliarse mientras que tengamos bombas para destruirnos unos a otros

¿Qué necesita hoy nuestro mundo?

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Recuerdo, cuando la segunda guerra mundial, que iba con mi padre a oír el parte de guerra a la barbería del barrio, que era el único sitio donde tenían un aparato de radio. Todas las guerras posteriores las hemos tenido en casa con la radio o la televisión. La guerra actual, la de Ucrania, podemos seguirla continuamente oyendo a los que huyen o a los que luchan del lado ucraniano y a los reporteros de las cadenas de televisión, casi minuto a minuto. Todos van armados del inseparable teléfono móvil.


En aquellos tiempos de la segunda guerra mundial no recuerdo que se hablara de organizar programas de ayuda para combatientes o refugiados, aunque quizás también los hubiera. Hoy junto a los bombardeos se habla de una gran ONG para repartir ropa y alimentos y dar asilo a los que huyen.


No cuadran mucho las bombas que destruyen los edificios y los programas de ayuda. Quizás nos hemos humanizado, al menos los que formamos la Unión Europea, aunque hay demasiadas cosas que no entiendo.


¿Qué pintan los Estados Unidos en todo esto hoy? ¿Para que sirve la ONU? El tratado de la OTAN tiene bombas y soldados ¿a quienes quieren atacar? Seguramente a Rusia, por lo que seguimos en dos bloques enfrentados, como en Yugoeslavia, Afganistán o Vietnam, por ejemplo.


¿Vamos a estar siempre peleando? Andamos presumiendo de modernos, pero nuestra civilización se nos está cayendo a pedazos. He leído en algún lado que “basta una sola generación para que perdamos la cultura de occidente” y es que este occidente nuestro se está destruyendo hasta las raíces al dejarse arrastrar por la corriente de lo políticamente correcto.


Los poderosos que mandan en nuestro mundo quieren que aceptemos que hay varios tipos de familia, que no somos hombre o mujer desde que nacemos, sino que el sexo es algo elegible por catálogo, catálogo que están propagando entre los niños de primaria. También quieren que aceptemos que salvar nuestro planeta está en nuestras manos y no en las de Dios, que sobran mil millones de personas y que el aborto y la eutanasia hay que ponerlas a pleno rendimiento.


Si todo lo que pasa es porque Dios quiere o lo permite, pudiera ser que la gran tribulación de la guerra nos hiciera volver los ojos al cielo y rezar, más ahora que estamos en cuaresma, tiempo de oración y penitencia, en el que hay que prepararse para un renovado tiempo pascual.


Las crisis del mundo son crisis de santos. Cuando se vive la santidad, el amor de Dios, los milagros se multiplican: se hace el bien a los enemigos y se recoge la amistad y el perdón, florecen las virtudes, los matrimonios no se separan y son felices en su fidelidad, la juventud abandona las drogas y practica la castidad, el mundo entero rejuvenece y las guerras se alejan.


Hay que salvar nuestro mundo sin ejércitos ni cañonazos, una tarea a la que invito a unos y otros, confiado en la misericordia de Dios.


Las imágenes que nos sirven cada día los noticiarios sobre la guerra entre Rusia y Ucrania tienen que hacernos reflexionar, para hacernos rezar, para hacernos diferentes y mejores. El demonio, Satanás, no deja de tentarnos para nuestra perdición y la de todo el mundo. Rechacémosle con las mismas palabras de Jesús: Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo dará culto. (Del evangelio del domingo primero de cuaresma).

¿Qué necesita hoy nuestro mundo?

Vivimos en un mundo en guerra, guerra que puede ampliarse mientras que tengamos bombas para destruirnos unos a otros
Francisco Rodríguez
martes, 8 de marzo de 2022, 09:22 h (CET)

Recuerdo, cuando la segunda guerra mundial, que iba con mi padre a oír el parte de guerra a la barbería del barrio, que era el único sitio donde tenían un aparato de radio. Todas las guerras posteriores las hemos tenido en casa con la radio o la televisión. La guerra actual, la de Ucrania, podemos seguirla continuamente oyendo a los que huyen o a los que luchan del lado ucraniano y a los reporteros de las cadenas de televisión, casi minuto a minuto. Todos van armados del inseparable teléfono móvil.


En aquellos tiempos de la segunda guerra mundial no recuerdo que se hablara de organizar programas de ayuda para combatientes o refugiados, aunque quizás también los hubiera. Hoy junto a los bombardeos se habla de una gran ONG para repartir ropa y alimentos y dar asilo a los que huyen.


No cuadran mucho las bombas que destruyen los edificios y los programas de ayuda. Quizás nos hemos humanizado, al menos los que formamos la Unión Europea, aunque hay demasiadas cosas que no entiendo.


¿Qué pintan los Estados Unidos en todo esto hoy? ¿Para que sirve la ONU? El tratado de la OTAN tiene bombas y soldados ¿a quienes quieren atacar? Seguramente a Rusia, por lo que seguimos en dos bloques enfrentados, como en Yugoeslavia, Afganistán o Vietnam, por ejemplo.


¿Vamos a estar siempre peleando? Andamos presumiendo de modernos, pero nuestra civilización se nos está cayendo a pedazos. He leído en algún lado que “basta una sola generación para que perdamos la cultura de occidente” y es que este occidente nuestro se está destruyendo hasta las raíces al dejarse arrastrar por la corriente de lo políticamente correcto.


Los poderosos que mandan en nuestro mundo quieren que aceptemos que hay varios tipos de familia, que no somos hombre o mujer desde que nacemos, sino que el sexo es algo elegible por catálogo, catálogo que están propagando entre los niños de primaria. También quieren que aceptemos que salvar nuestro planeta está en nuestras manos y no en las de Dios, que sobran mil millones de personas y que el aborto y la eutanasia hay que ponerlas a pleno rendimiento.


Si todo lo que pasa es porque Dios quiere o lo permite, pudiera ser que la gran tribulación de la guerra nos hiciera volver los ojos al cielo y rezar, más ahora que estamos en cuaresma, tiempo de oración y penitencia, en el que hay que prepararse para un renovado tiempo pascual.


Las crisis del mundo son crisis de santos. Cuando se vive la santidad, el amor de Dios, los milagros se multiplican: se hace el bien a los enemigos y se recoge la amistad y el perdón, florecen las virtudes, los matrimonios no se separan y son felices en su fidelidad, la juventud abandona las drogas y practica la castidad, el mundo entero rejuvenece y las guerras se alejan.


Hay que salvar nuestro mundo sin ejércitos ni cañonazos, una tarea a la que invito a unos y otros, confiado en la misericordia de Dios.


Las imágenes que nos sirven cada día los noticiarios sobre la guerra entre Rusia y Ucrania tienen que hacernos reflexionar, para hacernos rezar, para hacernos diferentes y mejores. El demonio, Satanás, no deja de tentarnos para nuestra perdición y la de todo el mundo. Rechacémosle con las mismas palabras de Jesús: Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo dará culto. (Del evangelio del domingo primero de cuaresma).

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