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España, afortunadamente, supo alejarse de dos guerras mundiales; por lo tanto, no tiene experiencia, aunque sea memorística, de aquella catástrofe humana, material y moral. Estamos seguros de que el pueblo español no es belicista; no obstante, esa falta de experiencia podría ser un inconveniente frente a aquellos que irresponsablemente alimentan las calderas del diablo, haciéndonos creer que todos piensan como ellos.
La imagen de la guerra, con su cruda realidad de destrucción y deshumanización, a menudo nos empuja a la desesperanza. Pero, hace un tiempo un hombre sabio me propuso imaginar un escenario que fracturaría esta situación: ¿qué pasaría si, en el epicentro de la vorágine, emergiera un acto de audacia moral tan radical que sacudiera los cimientos de la lógica bélica?
Alentar la idea de la megalomanía de Trump, de sus improvisados exabruptos o de su ignorancia en materia internacional como forma de explicar la intervención bélica estadounidense en Medio Oriente es una simplificación ingenua y peligrosa. Por el contrario, la utilización inmediata de una violencia calculada revelan diversas formas de ejercicio de actualización del sistema de control mundial punitivo.
La guerra entre Israel e Irán dominará el mercado de divisas tras la intervención de Estados Unidos el viernes por la noche, que bombardeó las principales instalaciones nucleares de la república islámica. En este contexto, “la divisa estadounidense parece estar manteniendo su condición de divisa refugio en tiempos de grave inestabilidad geopolítica y ha subido frente a todas las principales divisas del mundo”.
Estamos entrando en tiempos en los que la palabra paz se pronuncia con más facilidad que se practica. No faltan quienes, antes de llegar al poder, aseguran que no iniciarán nuevas guerras, que pondrán fin a las ya existentes, que tenderán puentes en lugar de cavar trincheras. Promesas que, una vez alcanzadas las altas esferas, se diluyen entre intereses y el deseo, a menudo mal disimulado, de dejar una huella de fuerza en el tablero internacional.
El 23 de junio de 1936, un documento oficial norteamericano revela la inquietud que embarga a los delegados de Estados Unidos para lograr un acuerdo territorial relacionado con el Chaco, a un año de haberse logrado el cese de hostilidades entre Paraguay y Bolivia.
En este artículo se reflexiona sobre los paralelismos entre las antiguas guerras de Roma contra los cántabros y astures; y los conflictos internacionales actuales. Aunque los siglos nos separan, hay dinámicas que parecen repetirse: el uso de justificaciones para declarar guerras, las provocaciones, los pretextos y, sobre todo, la construcción de relatos que legitiman la violencia.
Otra vez, la sombra de una gran guerra se cierne sobre el Medio Oriente, una región que parece estar condenada a un ciclo interminable de violencia y tensión. Los recientes intercambios de ataques directos entre Israel e Irán han encendido todas las alarmas globales, llevando a la comunidad internacional al borde de un abismo cuya profundidad y consecuencias aún son incalculables.
Según las normas diplomáticas, la firma de tratados, acuerdos bilaterales y compromisos interestatales en los ámbitos político, económico, militar, cultural y regional genera obligaciones recíprocas para los Estados. Los países, al considerar el nivel de amenazas, oportunidades estratégicas, capacidades geopolíticas y beneficios a largo plazo, deciden celebrar este tipo de pactos.
Desde el inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania en 2022, el mundo ha sido testigo de graves violaciones al derecho internacional humanitario. Entre ellas, destaca una de las más invisibilizadas y alarmantes: el empleo del hambre como táctica de guerra. Esta táctica la está empleando Rusia con Ucrania e Israel con los palestinos.
Hoy quiero invitarlos a reflexionar sobre un dilema que, a pesar de su antigüedad, aún tiene urgente vigencia, a saber, la intrínseca conexión entre la intolerancia y la necedad. Nos adentraremos en cómo esta peligrosa amalgama no sólo dificulta, sino que a menudo hace prácticamente imposible la consecución de la paz en un mundo que parece inclinarse, cada vez más, hacia la insensatez.
En el discurso sobre qué factores llevaron a Israel a enfrentarse con la República Islámica de Irán, y por qué esta crisis tiene el potencial de convertirse en un conflicto internacional, intervienen una serie de factores geopolíticos, ideológicos, militares y económicos. El expansionismo, los ideales supranacionales, las tendencias extremistas, la codicia económica y las alianzas ideológico-militares desempeñan un papel importante en este enfrentamiento.
Un 3 de junio de 1938, en Buenos Aires, el delegado norteamericano en la Conferencia para la Paz del Chaco, Spruille Braden, informaba desde Buenos Aires al secretario de Estado norteamericano, que una interna política había estallado en el seno de la Delegación paraguaya.
Nunca nos fiemos de los que nutren guerras ajenas. Son más violentos y culpables que los propios contendientes, que tienen el valor de arrostrar su propia destrucción. Aún menos de quienes se nutren de esas guerras. Su violencia no tiene el límite natural de la autoprotección, en cuanto no experimentan sufrimiento.
Hay que superar la lógica de la pugna, del odio y de la venganza para redescubrirse miembros de un mismo tronco viviente, todos necesarios e imprescindibles, al menos para no sentirnos desamparados y poder injertar latidos de concordia. Por desgracia, cada día son más los niños que soportan guerras o que son víctima de los enfrentamientos entre sus progenitores dentro del propio hogar, retándose a horrores indescriptibles.
El 27 de mayo de 1935, el embajador de EE.UU. en Buenos Aires informaba que en una reunión del grupo de mediación, a la que asistió el ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, los ministros de Exteriores de Bolivia y Paraguay “comparecieron” por separado y fueron informados de que, tras sugerencia del Canciller brasileño, la comisión para pacificar el Chaco opinaba que las negociaciones de paz solo podrían continuar si se suspendían las hostilidades.
¿Qué es cultura, qué es civilización, cómo definirlas en estos momentos adversos en que los extremos se confunden? Al desesperado que rebusca en la basura, ¿cómo hablarle de ellas, cuando a él la sociedad lo trata como a un desecho, y en lugares le llaman “basura blanca”?
La ascensión de León XIV al trono de Pedro acontece en un momento histórico marcado por la persistente sombra de la guerra. Los conflictos en Ucrania, con su estela de destrucción y desplazamiento, y la desgarradora situación en Gaza, crisol de tensiones ancestrales y reciente devastación, claman por una intervención que trascienda la mera condena en un mensaje misal.
El 20 de mayo de 1935, en las últimas semanas de la Guerra del Chaco, el secretario de estado norteamericano Cordell Hull se anticipaba al cese del fuego entre Paraguay y Bolivia que vislumbraba muy cercano, y escribía a su embajador en Buenos Aires.
El 13 de mayo de 1937, el representante diplomático de Estados Unidos Henry Norweb, escribía al Secretario de Estado norteamericano informando que la Standard Oil había iniciado conversaciones con el gobierno boliviano, a través de su representante Carlos Calvo.
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