MADRID, 7 (OTR/PRESS) Pese a decir que se iría si pensara que marchándose se solucionaría la crisis del PSOE todos sabemos que Pedro Sánchez no renunciará porque dados los procedimientos judiciales que gravitan sobre su entorno familiar no puede hacer otra cosa que resistir. Resistir y seguir. En un contexto como el actual con procesos judiciales en marcha que también implican al ex ministro Ábalos o al ex secretario de Organización del partido Santos Cerdán hasta hace un mes mano derecha del presidente y hoy en prisión no es lo mismo estar en La Moncloa que fuera. La trayectoria de estos siete años en el Gobierno simplifica posibles conjeturas. Ya sabemos de quién depende la Fiscalía, y, llegado el caso, también queda cerca la Abogacía del Estado. Sánchez, pues, resistirá a costa del desgaste de un PSOE que tras haber convertido el patriotismo de partido en una suerte de cúpula de hierro contra cualquier tipo de crítica interna en el recién celebrado Comité Federal apostó por un cierre de filas que rozó lo patético cuando algunos ministros -Óscar Puente, Óscar López- en el colmo del vasallaje al líder llegaron a llamar hipócrita -Puente también le había llamado resentido- a Emiliano García-Page, presidente de Castilla La Mancha. Hipócrita por haberse atrevido a plantearle a Sánchez el dilema del demócrata: o someterse a una cuestión de confianza o convocar elecciones. Insultan al único dirigente socialista que gana elecciones para encubrir la falta de gallardía de quien las pierde. Bajo el epígrafe del tópico del rey está desnudo la crónica de lo ocurrido el fin de semana daría para hablar de un partido que ha perdido el contacto con la realidad y por eso su cúpula dirigente no percibe la gravedad de la crisis. Un partido zombi. Pero no sería solo eso. Quienes aplauden al Pedro Sánchez que se presentó como una víctima que ignoraba las andanzas de Ábalos y Cerdán saben de sobra que no es cierto. Saben que las trapacerías de sus íntimos colaboradores estaban en boca de quien las quería escuchar porque la cosa venía de atrás. Pero el cierre de filas podría tener una explicación más prosaica: salvo cuatro que son funcionarios, el resto de los integrantes del Comité Federal son cargos electos o designados por el aparato de Ferraz, la secretaria de Organización con hilo directo con La Moncloa que manejaba Santos Cerdán. La mayoría le deben el puesto a Pedro Sánchez. Tal y como apuntan las encuestas para muchos de ellos salvar a Sánchez es tanto como salvar la nómina aunque queda mejor decir que se atrincheran para evitar que gobierne la derecha.
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