MADRID, 26 (OTR/PRESS) Vaya por delante que estoy de acuerdo con la posición mantenida por el Presidente Sánchez en la cumbre de la OTAN. Nuestro país no se puede comprometer a gastar el 5 por ciento del PIB en Defensa, y no porque no se quiera, sino porque no se puede. Otra cosa es que Mark Rutte ha resultado ser un tanto marrullero, por una parte dirigiendo una carta a Pedro Sánchez en la que dejaba la puerta abierta a que España invierta lo que puede, utilizando la palabra mágica "flexibilidad" y al mismo tiempo mandando un correo a Trump en el que le hace la "pelota" de manera tan descarada y humillante, que ignoro cómo el holandés puede mirarse al espejo sin sobresaltarse al ver su imagen servil. Pero a lo que vamos, la cumbre de la OTAN ha terminado con Donald Trump enfadado con España, con Mark Rutte demostrando que es todo menos un político fiable, y Pedro Sánchez rubricando en la declaración final ese compromiso de que los países de la OTAN alcancen el 5 por ciento de inversión. A nuestro Presidente la "cumbre" le ha dejado malparado, ha salido más débil de lo que entró, aislado del resto de los dirigentes de otros países y además de con las "advertencias" de Donald Trump y su Secretario de Estado, Marcos Rubio, de que nos vamos a enterar. Pienso que el ciclo político de Pedro Sánchez se está agotando a pasos agigantados. Su crédito en el exterior es escaso y en España se le acumulan los problemas por más que parece esperar a que "escampe". Es una reacción tan humana como lógica: cuando se está en medio de un temporal en muchas ocasiones la única salida es no moverse y esperar que escampe. Otra cosa es que el temporal vaya a amainar. En esta ocasión, OTAN aparte, en vista de lo que vamos conociendo de los casos de corrupción, y al parecer vamos a seguir conociendo, el Presidente no va a encontrar un paraguas lo suficientemente grande para no mojarse. El primer problema que tiene Pedro Sánchez es su falta absoluta de credibilidad. Ha dicho tantas veces una cosa para después hacer la contraria, que la nariz de Pinocho se le queda corta. E intentar acotar a José Luis Ábalos, Koldo García y Santos Cerdán, el escándalo de las comisiones y comisionistas es un intento inútil. Todo esto sin olvidarnos de la aparición estelar de Leire Díez, a la que califican como "fontanera socialista" y cuyas actuaciones e investigaciones, no se ajustan a los modos y maneras de los periodistas, por más que ella diga que estaba "investigando" para un libro. Yo tengo la impresión de que el Presidente está en una permanente huida hacia adelante y que confía que el escándalo de hoy tape el de ayer, y el de mañana el de hoy. Aún así no le creo tan ingenuo como para pretender que cambiando tres o cuatro nombres de su ejecutiva, y ya puestos incluso de su Consejo de Ministros, vaya a amainar el temporal. Una vez que se abre la Caja de Pandora ya no hay vuelta atrás. Tampoco que piense que lo sucedido en la cumbre de la OTAN no va a tener repercusiones para nuestro país y para él mismo. Ya saben que desde que Sánchez llegó a la Moncloa vengo insistiendo que no ha sabido rodearse del mejor equipo, la mayoría de los que están cerca defienden sus propios intereses. Ese hacerle la "pelota", a la manera de Rutte con Trump, lleva a que le hayan regalado el oído diciéndole que es un "resistente", que resistir es vencer, que si resiste todo esto pasará y será un mal recuerdo. Seguramente piensa él, y piensan los suyos, que los líos en que están inmersos son más fáciles de afrontar desde el Poder, que el que manda tiene muchas herramientas para frenar la hecatombe. Y sí, esto es así hasta que deja de ser. La cuestión es si será capaz de darse cuenta de en qué momento se encuentra, que no es otro que ya ha comenzado la cuenta atrás.
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