MADRID, 21 (OTR/PRESS)Solamente alguien como Pedro Sánchez podría sobrevivir, y no mucho tiempo, a las portadas de los periódicos en los últimos días. El registro por la UCO de la sede de Ferraz, con fotos y todo, no ha sido la única mala noticia recibida por el prisionero de La Moncloa, claro: incluso Trump se indigna con el presidente español por su rechazo a subir hasta un 5 por ciento el gasto en Defensa, como pide -exige-la OTAN. Las especulaciones crecen y crecen, y ya muy pocos conceden posibilidades al 'statu quo' actual de Sánchez y su círculo íntimo. Así, habrá remodelación del Gobierno, dice una mayoría de las crónicas políticas. La cuestión es saber hasta dónde alcanzará esa remodelación, si hasta la 'número dos' María Jesús Montero. O hasta al mismísimo Sánchez, que no falta quien haya querido ver en su reunión secreta con Salvador Illa este viernes un indicio de que 'van a pasar cosas'. ¿Qué cosas pueden pasar? Quizá estas: Primero, el Gobierno no puede seguir así: está enfrentado hasta con la Conferencia Episcopal, por no citar a empresarios, jueces, periodistas, guardias civiles o médicos, por ejemplo. Quizá la coalición con Sumar tampoco pueda seguir. Ni acaso pueda ya mantenerse el 'pacto de Legislatura', no escrito pero vigente desde hace siete años con independentistas catalanes y vascos, además de con la cada día más 'rebelde' Podemos. La cuestión, para empezar, es a quiénes afectaría esa remodelación que el prisionero de La Moncloa podría haber estado meditando estos días de encierro. ¿También a María Jesús Montero, que debería haberse enterado más y aplaudido menos sobre lo de Santos Cerdán, al fin y al cabo su subordinado en el PSOE? Me dice algún monclovita que "lo de la vicepresidenta, vicesecretaria y candidata a Andalucía Montero ya no se aguanta". Ni lo de otros varios/as ministros/as tampoco, desde luego. Pero ¿se aguanta lo de Sánchez? No falta algún comentarista, al que considero habitualmente bien informado, que piense que la reunión secreta con Illa en La Moncloa el viernes es un paso hacia una 'sucesión ordenado' sobre la que ya vienen especulando algunos medios desde hace semanas. Yo no acabo de creer en esto: sería desvestir a un santo para medio vestir a otro. Pero el hecho de que el tema esté en cenáculos y mentideros es indicio del clima que se está viviendo en los círculos políticos madrileños: Sánchez empieza a estar como amortizado, aunque con él nunca se sabe. Hay muchas inminentes fechas comprometidas en la agenda que supongo que hacen temblar al presidente. Las próximas declaraciones ante el Juzgado de algunos de los implicados en los casos de corrupción. Queda mucho audio por ahí suelto en Audiolandia, piensan todos. Y luego, para colmo, el enorme embrollo coincide con la declaración del Tribunal Constitucional sobre la constitucionalidad de la amnistía, cuestión clave que abrirá una enorme batalla con el Tribunal Supremo. Y ahí está, desde luego, esa 'cumbre' de la OTAN que, si la diplomacia sanchista no lo remedia, va a ahondar la brecha entre España y la Administración Trump. Cuyo jefe ya ha dicho, despectivo como con un inquilino moroso, que España "paga poco" en materia de defensa común, aunque la verdad es que, con menos trompeterío, otros países ya han hecho saber que tampoco les será posible destinar ese cinco por ciento a los gastos militares. A Sánchez le quedan muchos disgustos todavía antes de poder escapar a La Mareta, a unas vacaciones más llenas que nunca de sinsabores y malos presagios y que podrían ser las últimas en la residencia oficial tinerfeñá. El hombre que, hace nueve años, sufrió la defenestración en Ferraz se encuentra de nuevo con una sede del PSOE hostil, llena de huellas de ADN de prácticas cuando menos irregulares; se encuentra con un Abalos, un Koldo y un Cerdán que a saber lo que van a contar de las muchas cosas que saben y que podrían narrar en su propio descargo. Y, encima, el día menos pensado el iracundo habitante del Despacho Oval le lanza uno de sus rayos flamígeros, aunque sospecho que esto es lo que menos le importa a Sánchez, encantado de erigirse como el campeón de la izquierda frente al 'chiflado republicano de la Casa Blanca'. Pero bueno, ¿qué tiene que ver la pobre 'número dos' con todo esto? Pues eso: que está destinada, en buena lógica (claro que aquí la lógica es lo ilógico), a ser la primera cabeza que caiga, como ya cayeron otras antes que ella; todo por preservar al jefe, que sigue insistiendo, dicen, en que agotará la Legislatura, en que su misión en esta vida es evitar el triunfo de 'la derecha y la ultraderecha', etcétera, etcétera. Así que atención, porque esta semana debemos conocer ya los resultados de las meditaciones del solitario, preso por voluntad propia, de La Moncloa.
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