MADRID, 13 (OTR/PRESS) Al fin una buena noticia: la televisión pública ha decidido suspender el programa más hortera e insustancial puesto en antena desde hacía tiempo, y mira que eso es mucho decir, porque entre broncanos, motos y demás, la calidad intelectual de nuestras teles es cuando menos, ejem, mejorable. Que se vaya a hacer puñetas 'la familia de la tele', entre otras cosas, o quizá sobre todo, por su bajísima audiencia, es, al fin, algo alentador: los españoles lo rechazan. Es el nuestro, ay, un país que se mueve entre familias, las que acceden a producir cosas en la tele y las que acceden a los privilegios que les otorga el poder. Y no crea usted que es esta una reflexión oportunista: en el país del 'cuñadismo' y del 'amiguismo' se ha hecho casi ley favorecer al propio y perjudicar al contrario. Al amigo el oro y las productoras televisivas, al enemigo, el plomo, el llanto y el aislamiento; y al indiferente, la legislación vigente, que es la que se hace para favorecer al amigo y perjudicar al enemigo. Porque no me diga usted que lo de Abalos, Koldo, Santos Cerdán y -'famiglia' al fin- las sobrinitas, no tiene todas las características del culebrón 'made in Spain'. De los tiempos de Paco Martínez Soria. Del caciquismo pelón. No me extraña que en los últimos tiempos nuestros políticos hayan afilado su repertorio de insultos los unos contra los otros seleccionando el de 'mafioso' sobre otros muchos, todos ricos y variados. Pura 'famiglia', incluso con un origen común, navarro en este caso --jo, que esto haya saltado en vísperas de San Fermín--, pero con ramificaciones nacionales, que en esto nadie se queda atrás. Pienso que si la 'familia de la tele' se acaba, presumiblemente para ser sustituida por algo un poco menos 'bazofioso', este jueves hemos tenido la oportunidad de acabar con ese espíritu de 'famiglia' que incluso se coló en los negocios familiares de La Moncloa y que, por cierto, no es patrimonio exclusivo ni de este Gobierno ni de la pestilente política que tanto lesiona nuestra democracia. Porque hay corruptos que cobran y corruptores poderosos que pagan. Hay golfos que se hacen ricos y pícaros que miran hacia otro lado. Pedro Sánchez, a quien desde el PP le tildan de 'capo' -y no me parece bien el insulto al presidente del Gobierno, ni a nadie, incluso cuando pudiera merecerlo-, ha tenido, aún tiene -aunque en su rueda de prensa desperdició este jueves una buena ocasión de lanzar un programa regeneracionista-, la oportunidad de acabar con el 'familiarenchufismo' que él tanto ha practicado. Y la oposición aún tiene la oportunidad de ofrecer su colaboración para tan digna tarea, digo, la de regenerar una democracia que se nos va yendo por el desagüe. Los próximos días van a ser de prueba: surgirán audios hasta debajo de las piedras, que no crea usted que el 'koldismo' se ha acabado; habrá jugosas declaraciones ante el Supremo; renacerá el debate sobre la amnistía con previsible enfrentamiento entre el Constitucional y el Supremo. .. Y, claro, ebullición en el PSOE, que debe dotarse de nuevos dirigentes. Y, por cierto, también en el PP, que, con motivo de su congreso, pues lo mismo. Qué oportunidad de que ocupen el poder, algún poder, nuevas caras, nuevos talantes y talentos, gentes ajenas a las 'famiglie de lunga data', esas sagas políticas que no han hecho en su vida otra cosa que medrar trepando por los escalones de los partidos, creyendo que todo, alfombras rojas, falcons, visasoro y comisiones, les es debido. El verdadero rearme moral de nuestro país reclama que ese 'espíritu familiar' se transforme de una vez en un afán de solidaridad y justicia para todos. Bueno, de momento ya no tendremos que soportar el bochorno de que nuestro medio público por excelencia albergue a esa familia que trató de hacerse con la tele a base de sal gorda y falta de ideas. A ver si el ejemplo cunde también en política, aunque me parece que evitarnos el bochorno cotidiano ahí va a ser aún más difícil que en la pantalla.
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