EEUU pide a Siria "transparencia" en la integración de yihadistas y rebeldes extranjeros en un Ejército unificado

Al Shara defiende que Damasco no supone una amenaza, ante las dudas sobre la futura forma que tomen las Fuerzas Armadas sirias

El Gobierno de Estados Unidos ha trasladado a las autoridades instauradas en Siria tras la caída en diciembre de 2024 del régimen de Bashar al Assad que los esfuerzos de configuración del nuevo Ejército deben estar marcados por la "transparencia", ante los planes para integrar en las fuerzas gubernamentales a cientos de yihadistas y rebeldes, incluidos combatientes extranjeros.

El enviado de Estados Unidos para Siria, Thomas Barrack, también embajador en Turquía, realizó recientemente un viaje oficial a Damasco en el que mantuvo reuniones con las autoridades, encabezadas por el líder del grupo yihadista Hayat Tahrir al Sham (HTS), Ahmed al Shara, con las que habría abordado estos esfuerzos, acelerados durante las últimas semanas para levantar unas Fuerzas Armadas unificadas.

Un portavoz del Departamento de Estado estadounidense ha destacado en declaraciones concedidas a Europa Press que Barrack "subrayó que la transparencia es de enorme importancia mientras el Gobierno sirio desarrolla un plan (sobre este proceso de integración de las diversas facciones armadas presentes en el país) en los próximos días", tras las informaciones surgidas en prensa sobre una supuesta 'luz verde' de Washington al proyecto.

"Tal y como el embajador Barrack afirmó en Damasco, somos claros sobre los desafíos a los que hace frente el Gobierno sirio mientras da pasos concretos sobre la petición del presidente (estadounidense, Donald Trump) y la construcción de una Siria segura y estable", ha especificado, en referencia a la exigencia al país de que expulse a "terroristas extranjeros" presentes en territorio sirio.

En este sentido, ha recordado que Trump trasladó a Al Shara durante su reunión en mayo en la capital de Arabia Saudí, Riad, la necesidad de "decir a todos los terroristas extranjeros que se vayan de Siria", una de las reclamaciones presentadas por Washington a las nuevas autoridades de cara a un levantamiento de sanciones y una normalización de las relaciones bilaterales.

Dicha reunión marcó un giro en la postura de Estados Unidos, que considera al líder de HTS como un terrorista, incluida una recompensa de diez millones de dólares (unos 9,5 millones de euros) por informaciones que permitieran su captura durante el conflicto, oferta retirada en diciembre después de que la fulgurante ofensiva de yihadistas y rebeldes forzara la huida de Al Assad a Rusia.

EXIGENCIAS DE EEUU
El histórico encuentro se celebró minutos antes de que Trump diera un discurso ante el Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (CCG), alocución en la que abogó por iniciar una "normalización" de los lazos, menos de 24 horas después de asegurar que Washington iniciaría una retirada de sus sanciones a Damasco, impuestas durante la etapa de Al Assad al frente del país.

Dicha reunión fue aprovechada por Trump para trasladar a las nuevas autoridades una serie de exigencias para activar estas decisiones por parte de Washington, incluida "la deportación de terroristas palestinos", que Damasco "ayude a Estados Unidos a evitar el resurgimiento de Estado Islámico" y que "asuma la responsabilidad de los centros de detención de miembros de Estado Islámico en el noreste de Siria".

El acto en Riad se vio seguido por la visita de Barrack, quien el 29 de mayo izó la bandera estadounidense en la residencia del embajador en Damasco por primera vez desde el cierre de la legación en 2012, otra muestra de estos progresos en el plano bilateral, marcados sin embargo por las dudas que siguen existiendo en torno a la preponderancia de elementos extremistas en las nuevas autoridades.

Al Shara, quien cambió su ropa militar por un traje y ha intentado mostrar una imagen de moderación tras jurar el cargo para un periodo de transición de cinco años con el objetivo de convencer a sus potenciales aliados e inversores extranjeros de cara a la reconstrucción del país, hace frente a una situación aún frágil, marcada por la presencia de numerosos grupos armados que podrían suponer un riesgo de seguridad y también un desafío a su autoridad.

Las nuevas autoridades, surgidas de esta miríada de grupos yihadistas y rebeldes, acometieron casi inmediatamente la labor de reconstruir las instituciones estatales, con un foco en la seguridad ante el colapso del Ejército por su fulgurante ofensiva y la huida de diversos altos cargos sospechosos de crímenes ante el temor de condenas o represalias.

UNIFICACIÓN Y DUDAS SOBRE EL EXTREMISMO
El presidente sirio ya anunció en enero la disolución de todos los grupos, incluido HTS --conocido como Frente al Nusra antes de romper lazos con Al Qaeda en 2016 y amalgamarse con otras formaciones armadas islamistas poco después--, en lo que fue descrito como un intento de centralizar la seguridad en torno a unas nuevas fuerzas de seguridad.

Asimismo, desde entonces ha procedido a diversos nombramientos en las fuerzas gubernamentales, si bien algunos han sido polémicos por el pasado de los elegidos, incluido el nombramiento en mayo como comandante de una división, de Ahmed al Hayes, conocido como 'Abú Hatem Shaqra' y líder del grupo Ahrar al Sharqiya, un hecho tildado por Washington como "un grave error".

Entre otros nombramientos polémicos figuran el de Abdulrahman Husein al Jatib, un jordano que fue uno de los principales comandantes de HTS, ahora elevado a jefe de la Guardia Republicana, y el del turco Omar Mohamed Jaftashi, al frente de una unidad. A ellos se suman varios uigures chinos que cuentan ahora con rango militar, según confirmó el Ministerio de Defensa sirio.

Estos suponen además el reflejo de las dudas sobre el futuro de miles de milicianos extranjeros que viajaron a Siria para unirse a estas formaciones, algunas de ellas vinculadas a Estado Islámico en algún punto del conflicto, incluidos llamamientos explícitos a que fueran excluidos de las nuevas Fuerzas Armadas.

Entre estas formaciones figuran el Partido Islámico del Turkestán (TPI), un grupo yihadista uighur --una minoría musulmana presente principalmente en Xinjiang, en el oeste de China-- cuyo líder, Abdulhaq al Turkistani, es un alto cargo de Al Qaeda, y la Unión Islámica de la Yihad (IJU), un grupo uzbeko con lazos con Al Qaeda y los talibán que cuenta con una rama en Siria que operaba bajo el mando de HTS. Otro grupo relevante es Ansar al Tauhid, integrado por yihadistas extranjeros que se escindieron de Hurras al Din, rama de Al Qaeda.

Las peticiones para excluir a estos grupos han sido rebatida con el riesgo que podría suponer que estos elementos, con experiencia en combate y radicalizados, podrían suponer para el país y la región en caso de que no sean integrados en el Ejército o una fuerza regular y queden al margen de las nuevas autoridades, que tampoco tendrían que responsabilizarse oficialmente de las acciones de estos combatientes y, de hecho, deberían combatir contra ellos.

La situación ha generado dudas también entre las autoridades kurdas instaladas en el norte y el noreste de Siria, que han iniciado un diálogo con Damasco, mientras que Israel ha optado desde la caída de Al Assad por lanzar una oleada de ataques para eliminar la práctica totalidad de la fuerza militar siria, incluida la ocupación de territorios aprovechando el caos, también bajo el argumento de actuar de forma preventiva ante posibles riesgos que presenten estos elementos extremistas.

Por todo ello, la incorporación de yihadistas en posiciones clave y a nivel de soldados rasos sigue figurando como uno de los puntos de interés para múltiples países --entre ellos China y los Estados europeos-- ante la futura forma que tomen las Fuerzas Armadas sirias, si bien Al Shara insiste en que Damasco no supondrá una amenaza y trabaja para limar las suspicacias de los que espera que sean sus socios internacionales.