MADRID, 6 (OTR/PRESS) La pregunta del millón que centra el escenario de la política española podría plantearse en estos términos: ¿cómo es posible que sin Presupuestos, con la actividad parlamentaria prácticamente paralizada y, cuestión nada menor, con los casos de presunta corrupción que señalan a diversas personas del entorno del presidente del Gobierno, resulta que en los sondeos apenas se resiente la expectativa de voto favorable al PSOE? ¿Cómo se explica semejante anestesia social sí por señalar solo los que afectan al ex ministro José Luis Ábalos son casos que reúnen todos los palos del abanico de la picaresca más cutre agravada por el cinismo de quien por encargo de Pedro Sánchez en la moción de censura que tumbó a Mariano Rajoy debutó predicando moral y ofreciendo virtud frente a la corrupción ajena? ¿Cómo es posible que una forma de gobernar que en ocasiones ha dado muestras de autoritarismo y facilidad para retorcer las normas que rigen las democracias -pensemos en la Ley de Amnistía forzada como pago al apoyo parlamentario de los separatistas implicado en el intento de golpe del "procés" o la declaración de estar dispuesto a gobernar "con o sin el concurso del Legislativo"- no esté encontrando un reproche social que tendría su reflejo en las encuestas? No es que España sea diferente. Probablemente lo que ocurre es que en un país como el nuestro en el que los políticos de la izquierda -con el PSOE y Sánchez en cabeza- durante siete años se han empleado a fondo en la tarea de demonizar a la oposición, polarizando al electorado con el claro objetivo de desacreditar la alternancia, la campaña sigue rindiendo. Decaen las opciones situadas a la izquierda del PSOE, en algún caso con riesgo de extinción y la opción socialista hereda los restos de esos naufragios y mantiene un techo que no deja de ser desconcertante. No hay elecciones en el horizonte y algunas cosas podrían cambiar pero, hoy por hoy, los sondeos describen una suerte de hemiplejía social que desconcierta a los sociólogos porque, en apariencia, la corrupción política no castiga.
|