
Un nuevo estudio, publicado en la revista 'Archaeological and Antropological Sciences' y liderado por las investigadoras de la Universidad de Sevilla María Guadalupe Monge y María Isabel Carretero, y el investigador de la Universidad de Huelva Francisco Ruiz, en colaboración con científicos de otras instituciones españolas, ha revelado que la intensa actividad antrópica de los neandertales en la Cueva del Ángel, en Lucena (Córdoba), propició la formación de whitlockita, un mineral extremadamente raro en contextos arqueológicos sin la presencia de guano de murciélago, como ocurre en esta cueva.
De hecho y según ha informado la Universidad de Sevilla en una nota, el guano es el sustrato resultante de la acumulación masiva de excrementos de este pequeño animal en ambientes de escasa humedad pero no fue encontrado en la Cueva del Ángel.
La investigación resalta la excepcional conservación de este yacimiento en el Sur Peninsular, que contiene este mineral poco común, presente en la cueva debido a actividades neandertales, como resultado de la acumulación y quema intencional de grandes cantidades de restos óseos, que favorecieron la formación de dicho mineral.
Este hallazgo convierte a la Cueva del Ángel en uno de los pocos enclaves arqueológicos del mundo donde se ha identificado whitlockita en sedimentos sin guano. Hasta ahora este mineral solo se había detectado en yacimientos como la cueva de Denisova (Siberia), Carpenter's Gap (Australia) o Sibudu (Sudáfrica), todos ellos con presencia de guano. Este nuevo caso cambia radicalmente la forma en que se interpreta la aparición de este mineral en contextos prehistóricos.
La investigación también ha permitido conocer más sobre los modos de vida de los neandertales que habitaron la Cueva del Ángel. El estudio de los restos demuestra que eran hábiles cazadores de grandes animales como caballos (Equus ferus), bóvidos y cérvidos, cuyos huesos eran posteriormente manipulados para extraer la médula.
El 90% de los huesos, así como un tercio de las herramientas líticas halladas, presentan signos de haber sido quemados, lo que sugiere el uso del fuego no solo para cocinar o calentarse, sino también como posible fuente de combustible. Además, se ha identificado una estructura de combustión de grandes dimensiones, un hallazgo singular para este periodo, ya que lo habitual son pequeños hogares dispersos.
Uno de los elementos más singulares de la Cueva del Ángel es su estado de conservación. Un delgado depósito mineral recubrió los sedimentos justo antes del derrumbamiento del techo y paredes de la cavidad, sellando el yacimiento y protegiéndolo de agentes externos. Este fenómeno ha permitido conservar facies sedimentarias y huellas de actividad humana de forma excepcional, proporcionando una imagen precisa del momento en que los neandertales ocupaban la cueva.
"Es como abrir una ventana al pasado, justo en el momento en el que moraban la cavidad los neandertales, sin haber perdido información por el paso del tiempo", según ha explicado la investigadora María Guadalupe Monge, coautora de más de una decena de artículos dedicados a la investigación en detalle de esta cavidad.
La misma se ha podido llevar a cabo gracias a la financiación, entre otras entidades participantes, de la Consejería de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, a través de sus Proyectos Generales de Investigación 'Estudio sobre el Pleistoceno medio y superior en depósito de cavernas: Cueva del Ángel' desde 2005 a 2018, y que están permitiendo conocer más profundamente este excepcional yacimiento andaluz.
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