MADRID, 30 (OTR/PRESS) No hacía falta que el tal Javier Pérez Dolset delatara al presidente del Gobierno y a su secretario de Organización en el PSOE, Santos Cerdán, como presuntos rectores de un plan destinado a desacreditar el trabajo de la UCO (un brazo operativo de la Guardia Civil) respecto a los presuntos delitos cometidos en las cercanías de Sánchez: su hermano, su esposa, su fiscal general y su ex número dos, José Luis Ábalos. El chivato es o era un seguro servidor en las "cloacas" de Ferraz y ahora está procesado en la Audiencia Nacional por fraude en subvenciones públicas. Se entiende que quiera aligerar su carga judicial. De momento ha desvelado a través de un medio informativo (El Confidencial) la existencia de un trabajillo encargado a la "fontanera" mayor del PSOE, Leire Díez Castro, para desactivar el impacto de los escándalos que acorralan a Sánchez. No hacían falta estas deposiciones para descubrir que el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE hará lo que sea para mantenerse en el poder. Eso ya lo sabíamos. Lo nuevo es la sordidez de algunas formas de intentarlo. Lo que hemos descubierto estos días es el carácter mafioso de la operación. La venta de favores a cambio de munición contra "elementos subversivos" que envenenan los sueños del gran jefe viene a ser la cara oculta de lo que se disfraza de operaciones de "regeneración democrática" contra los difamadores, fabricantes de fango, "seudomedios", fiscales indómitos y jueces adictos a investigaciones "prospectivas" en el entorno de Sánchez. Buscar trapos sucios de quienes han puesto sobre la mesa, policial y judicialmente, las malas prácticas del sanchismo viene a ser la cara "B" de las amenazas que ya constan en la cara "A", la que blanquea las amenazas públicas y publicadas del poder contra los autores de una supuesta campaña de acoso contra el Gobierno. Solo cambia el modus operandi. En "A", contra jueces, periodistas y adversarios políticos, a los que supone alineados en una conjura para acabar con Sánchez. Y en "B", que es una reiteración clandestina de las mismas amenazas, pero en plan sórdido, que ya viene perpetrando en público contra jueces, periodistas, ultrarricos y, en general, enemigos del Gobierno "progresista" empeñados en remover su pedestal de poder del gran jefe ¿Verdad que les suena este sermón? Lo peor de la cara "B" es el aroma mafioso de lo que se va sabiendo por aportaciones de personajes judicialmente empapelados que, naturalmente, quieren aliviar el peso de su mochila ("¿Y yo qué gano con esto?", dicen a la "fontanera" cuando esta les incita a develar los trapos sucios de los "subversivos"). Sus motivaciones no son las de purificar el aire de la vida pública. Entre pillos anda el juego y el que no corre, vuela.
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