MADRID, 3 (OTR/PRESS)No tiene arreglo. Un año más, la festividad del Dos de Mayo se convirtió en un chorreo de descalificaciones de la presidenta madrileña contra Pedro Sánchez y los grupos de la oposición. En concreto, el PSOE que había cometido el "desaire" de ir a celebrar su fiesta al Parque del Oeste, debajo de la calle Rosales. Como el día amenazaba lluvia y la mitad de los vecinos de la capital se habían ido de puente, se "invitó" a la militancia popular a no dejar sola a Ayuso, que se había vestido para la ocasión con los colores de la bandera española. Debió pensar que, si la responsable de Defensa no autorizaba que la patrulla Águila trazara en el cielo la enseña nacional, ella lo supliría con su atuendo. Por que ese fue uno de los temas del enfrentamiento. La, a su juicio, afrenta al pueblo de Madrid, por no autorizar el desfile militar en la celebración del día de la Comunidad Autónoma. Llegó a proclamar que esto no volvería a suceder, porque los madrileños no iban a consentirlo. Como recreando la gesta del alzamiento contra los franceses. Los pobres militantes del PP aguantaron el discurso debajo de los paraguas y soportando el chaparrón. No se podían perder las continuas arremetidas de su lideresa contra Pedro Sánchez, al que culpó del apagón, del desastre, y de todos los males pasado y futuros. Como ningún ministro había sido invitado a la la Puerta del Sol, al acto solo acudieron su equipo de gobierno, y la portavoz de Más Madrid, que no quiso dejarle a Ayuso todo el protagonismo, y en la que nadie se fijó. Lo mismo que le pasó al alcalde Martinez Almeida, que fue un cero a la izquierda. La cara de satisfacción de Ayuso no solo se debía a su papel estelar en los fastos, además, un periódico nacional publicaba una encuesta en la que todavía ganaba más diputados de celebrarse unas nuevas elecciones. Mientras, los socialistas madrileños se exilaron al Parque del Oeste. Oscar López, quien fue designado candidato para sustituir a Juan Lobato, no lo suficientemente afín a Sánchez, no acaba de levantar cabeza ni de hacerse un hueco. Sus expectativas no suben, pese desplome de Más Madrid y Sumar. Le falta gancho frente al poderío chulesco de Ayuso, quien considera que su único oponente es Sánchez. La conclusión es que los madrileños no les importan un pito, porque no se pronunció ni una palabra de la falta de viviendas, del precio de los alquileres, de los pisos turísticos, de lo caro que resulta vivir en la capital, de la situación de penuria de las universidades públicas, de las carencias de personal sanitario en hospitales y ambulatorios... ¿Para que? Lo importante es darse garrotazos.
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