MADRID, 30 (OTR/PRESS) Cuando todavía no se sabe el motivo real por el que la península se fue a negro y se apagó la luz, desde el Gobierno advierten que no van a aceptar una campaña a favor de alargar la vida de las centrales nucleares. La imagen patética de un país colapsado donde los bulos, pese a que no había internet, relataban todas las teorías conspiranoicas posibles. Una España a oscuras ocupando las portadas de todos los medios internacionales, no puede volver a repetirse. A eso, fundamentalmente, debe dedicarse el Ejecutivo. Y, mientras no se sepa por qué colapsó la red eléctrica, de nada sirve despreciar la energía nuclear si con ella se evita que vuelva a suceder el apagón. Sobre todo porque lo que permitió recuperar la luz, principalmente, fue la inyección progresiva de energía eléctrica llegada de las centrales nucleares de Francia. Si tanto nos repugna ¿por qué la aceptamos? El problema, para el que Sánchez se está poniendo la venda antes de la herida, y de ahí sus advertencias del día después, es que algunos presidentes autonómicos del PP no quieren ni oír hablar del cierre de "su central". En Moncloa temen que Feijoo aproveche lo ocurrido para exigir una prórroga el el desmantelamiento de las nucleares. Por eso, en la cita con los responsables de las compañías eléctricas. el presidente les dejó muy claro que "esto no puede volver a pasar jamás" y rechazo que el problema hubiera venido por las renovables. También les exigió colaboración para averiguar lo ocurrido. Y se exigieron futuras inversiones por parte de las compañías eléctricas para fortalecer y hacer robustas las conexiones de las renovables. Este no es más que el primer acto de una larga batalla para determinar quién va a pagar los platos rotos del apagón y los millonarios gastos que ha supuesto para miles de ciudadanos. Pese a que el encuentro fue descrito como cordial, faltó tiempo para que las compañías empezaran a hablar de "caza de brujas". A la cita asistió también Beatriz Corredor, responsable de Red Eléctrica, participada en un veinte por ciento por el Estado. Su rostro serio y preocupado dejaba ver que, pese a ser nombrada por el Gobierno, se considera muy ineficaz su gestión. Además, se ha negado a permitir que Moncloa tenga acceso a los datos de su compañía para buscar las causas del colapso. Así pues, el campo de batalla político está centrado, un día después, en quién va a pagar los platos rotos y en evitar que el apagón suponga un demérito de las renovables frente a los partidarios de la energía nuclear. Como la oposición ha pedido la comparecencia de Sánchez en el Congreso para que detalle lo ocurrido, el debate girará, seguro, sobre estos temas. Y es que la prolongación de la vida útil de centrales como Almaraz está en el aire. Y Pedro Sánchez no quiere ni oír hablar del tema, porque suscitaría una nueva crisis con los socios de Gobierno, como la acontecida con la compra de balas a Israel. Ajenos a estas polémicas, los ciudadanos queremos saber lo que ocurrió y que nunca más vuelva a repetirse. Menos mal que la UE va a crear una comisión de investigación y lo acabaremos sabiendo.
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