Mientras la Convención Nacional Demócrata comenzaba a sesionar el
martes, afuera, bajo la lluvia, en el centro paramilitarizado de
Charlotte, Carolina del Norte, la verdadera democracia halló su máxima
expresión, si es que creen que esta se basa en una construcción de los
movimientos de base, como la lucha abolicionista, la lucha por el
sufragio de la mujer y el movimiento por los derechos civiles. En esta
ciudad, donde ocurrió una de las primeras manifestaciones contra la
segregación en el mostrador de un restaurante, diez inmigrantes
indocumentados bloquearon una intersección y se arriesgaron a ser
arrestados y posiblemente deportados mientras le solicitaban al
Presidente Barack Obama y al Partido Demócrata que apoyen al movimiento
por los derechos de los inmigrantes y aprueben una importante reforma
migratoria.
“Estamos aquí para preguntarle al Presidente Obama cuál será su
legado”, dijo Rosi Carrasco mientras se bajaba del “Indocubus”, el
autobús pintado con motivos coloridos de mariposas, en el que los
inmigrantes viajaron desde Arizona. “Estamos aquí para preguntarle al
Presidente Obama cuál será su legado, considerando que ha sido el
presidente que ha deportado más gente en la historia de Estados Unidos.
Estamos aquí para reconocer nuestra dignidad y nuestro derecho a
organizarnos”. El esposo de Rosi, Martín Unzueta, afirmó: “Soy
indocumentado. He vivido aquí durante 18 años y pago los impuestos. De
hecho, pago más impuestos que el Citibank”.
El estado fronterizo de Arizona se ha convertido en el centro de la
crisis inmigratoria a nivel nacional, tras la aprobación de la
tristemente célebre ley SB 1070 que procura criminalizar a las personas
por el mero hecho de transitar por el estado sin documentos. Las
resoluciones relativas a la inmigración están bajo jurisdicción federal y
la violación de las mismas constituye una falta de carácter civil, no
penal. A través de la aprobación de la ley SB 1070, Arizona evitó
atenerse a las políticas federales de inmigración, hasta que la mayoría
de las disposiciones de la ley fueron anuladas por un tribunal federal.
Si bien los activistas por los derechos de los inmigrantes consideran
la decisión del tribunal como una victoria, las políticas migratorias
de Estados Unidos aún tienen muchas fallas. La ley de Arizona inspiró
proyectos de ley similares en varios estados controlados por los
republicanos. Cuando en Alabama se aprobó otro proyecto de ley
anti-inmigración draconiano, que hizo que los latinos huyeran a estados
del este del país como Georgia y Florida, los agricultores de Alabama,
incapaces de encontrar empleados dispuestos a realizar el arduo trabajo
comúnmente reservado a los inmigrantes, vieron como se pudrían sus
cultivos.
Es aquí donde entran en escena los movimientos sociales. Cuando la
maquinaria del Estado deja de funcionar, cuando los políticos y los
burócratas generan un estancamiento, es necesario el poder popular para
lograr un cambio significativo, que a menudo conlleva un gran riesgo
personal. A lo ancho de Estados Unidos, los defensores de los derechos
de los inmigrantes, que están bien organizados, participan cada vez más
en actos de desobediencia civil, en particular los jóvenes. Al igual que
en Carolina del Norte hace más de medio siglo, donde fueron los jóvenes
los que desobedecieron el consejo de sus mayores de que tuvieran
paciencia en la lucha contra la segregación. Hoy en día, muchos jóvenes
ejercen presión para que el Presidente Obama apruebe la Ley DREAM,
mediante la ocupación de las oficinas de su campaña. Muchos de estos
jóvenes activistas llegaron al país, sin documentos, cuando eran niños.
El Presidente Obama se mostró bastante compasivo con estos
“soñadores” en el mes de junio, cuando anunció la decisión del
Departamento de Seguridad Nacional de liberar a 800.000 de ellos de la
amenaza de ser deportados: “Imagínense que siempre han hecho todo bien a
lo largo de su vida: fueron buenos estudiantes, trabajaron mucho, quizá
hasta fueron los mejores de su clase, y luego han tenido que enfrentar
la amenaza de ser deportados a un país del que no saben nada, donde se
habla un idioma que quizá no manejan. No tiene sentido expulsar a
jóvenes talentosos que, a todos los efectos, son estadounidenses, fueron
criados como estadounidenses, se consideran parte de este país”.
Muchos celebraron el anuncio, pero luego le exigieron al presidente
que cumpliera con su promesa. Varios jóvenes indocumentados se hicieron
detener para poder ingresar al Centro de Detención Broward, una cárcel
en Florida a donde son enviados los inmigrantes indocumentados antes de
ser deportados. El objetivo era entrevistar a los detenidos. Allí se
encontraron a decenas de personas que reúnen los requisitos para ser
liberados en virtud de las políticas del Presidente Obama, pero que, sin
embargo, se pudren en la prisión.
Aquí, en Charlotte, fuera del centro de convenciones, diez almas
valientes, entre ellas una joven y su madre, y una pareja y su hija,
permanecieron sentadas bajo la lluvia frente a una gran pancarta que
colocaron en medio de la calle, que decía: “Sin papeles y sin miedo” y
tenía dibujada una gran mariposa en el centro. Mientras eran rodeados
por la policía, le pregunté a una de las mujeres que estaba por ser
arrestada: “¿por qué la mariposa?”, a lo que respondió: “Porque las
mariposas no tienen fronteras, las mariposas son libres”.
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