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Defensores de los derechos de los inmigrantes

Sin papeles y sin miedo
Amy Goodman
miércoles, 12 de septiembre de 2012, 06:52 h (CET)

Mientras la Convención Nacional Demócrata comenzaba a sesionar el martes, afuera, bajo la lluvia, en el centro paramilitarizado de Charlotte, Carolina del Norte, la verdadera democracia halló su máxima expresión, si es que creen que esta se basa en una construcción de los movimientos de base, como la lucha abolicionista, la lucha por el sufragio de la mujer y el movimiento por los derechos civiles. En esta ciudad, donde ocurrió una de las primeras manifestaciones contra la segregación en el mostrador de un restaurante, diez inmigrantes indocumentados bloquearon una intersección y se arriesgaron a ser arrestados y posiblemente deportados mientras le solicitaban al Presidente Barack Obama y al Partido Demócrata que apoyen al movimiento por los derechos de los inmigrantes y aprueben una importante reforma migratoria.

“Estamos aquí para preguntarle al Presidente Obama cuál será su legado”, dijo Rosi Carrasco mientras se bajaba del “Indocubus”, el autobús pintado con motivos coloridos de mariposas, en el que los inmigrantes viajaron desde Arizona. “Estamos aquí para preguntarle al Presidente Obama cuál será su legado, considerando que ha sido el presidente que ha deportado más gente en la historia de Estados Unidos. Estamos aquí para reconocer nuestra dignidad y nuestro derecho a organizarnos”. El esposo de Rosi, Martín Unzueta, afirmó: “Soy indocumentado. He vivido aquí durante 18 años y pago los impuestos. De hecho, pago más impuestos que el Citibank”.

El estado fronterizo de Arizona se ha convertido en el centro de la crisis inmigratoria a nivel nacional, tras la aprobación de la tristemente célebre ley SB 1070 que procura criminalizar a las personas por el mero hecho de transitar por el estado sin documentos. Las resoluciones relativas a la inmigración están bajo jurisdicción federal y la violación de las mismas constituye una falta de carácter civil, no penal. A través de la aprobación de la ley SB 1070, Arizona evitó atenerse a las políticas federales de inmigración, hasta que la mayoría de las disposiciones de la ley fueron anuladas por un tribunal federal.

Si bien los activistas por los derechos de los inmigrantes consideran la decisión del tribunal como una victoria, las políticas migratorias de Estados Unidos aún tienen muchas fallas. La ley de Arizona inspiró proyectos de ley similares en varios estados controlados por los republicanos. Cuando en Alabama se aprobó otro proyecto de ley anti-inmigración draconiano, que hizo que los latinos huyeran a estados del este del país como Georgia y Florida, los agricultores de Alabama, incapaces de encontrar empleados dispuestos a realizar el arduo trabajo comúnmente reservado a los inmigrantes, vieron como se pudrían sus cultivos.

Es aquí donde entran en escena los movimientos sociales. Cuando la maquinaria del Estado deja de funcionar, cuando los políticos y los burócratas generan un estancamiento, es necesario el poder popular para lograr un cambio significativo, que a menudo conlleva un gran riesgo personal. A lo ancho de Estados Unidos, los defensores de los derechos de los inmigrantes, que están bien organizados, participan cada vez más en actos de desobediencia civil, en particular los jóvenes. Al igual que en Carolina del Norte hace más de medio siglo, donde fueron los jóvenes los que desobedecieron el consejo de sus mayores de que tuvieran paciencia en la lucha contra la segregación. Hoy en día, muchos jóvenes ejercen presión para que el Presidente Obama apruebe la Ley DREAM, mediante la ocupación de las oficinas de su campaña. Muchos de estos jóvenes activistas llegaron al país, sin documentos, cuando eran niños.

El Presidente Obama se mostró bastante compasivo con estos “soñadores” en el mes de junio, cuando anunció la decisión del Departamento de Seguridad Nacional de liberar a 800.000 de ellos de la amenaza de ser deportados: “Imagínense que siempre han hecho todo bien a lo largo de su vida: fueron buenos estudiantes, trabajaron mucho, quizá hasta fueron los mejores de su clase, y luego han tenido que enfrentar la amenaza de ser deportados a un país del que no saben nada, donde se habla un idioma que quizá no manejan. No tiene sentido expulsar a jóvenes talentosos que, a todos los efectos, son estadounidenses, fueron criados como estadounidenses, se consideran parte de este país”.

Muchos celebraron el anuncio, pero luego le exigieron al presidente que cumpliera con su promesa. Varios jóvenes indocumentados se hicieron detener para poder ingresar al Centro de Detención Broward, una cárcel en Florida a donde son enviados los inmigrantes indocumentados antes de ser deportados. El objetivo era entrevistar a los detenidos. Allí se encontraron a decenas de personas que reúnen los requisitos para ser liberados en virtud de las políticas del Presidente Obama, pero que, sin embargo, se pudren en la prisión.

Aquí, en Charlotte, fuera del centro de convenciones, diez almas valientes, entre ellas una joven y su madre, y una pareja y su hija, permanecieron sentadas bajo la lluvia frente a una gran pancarta que colocaron en medio de la calle, que decía: “Sin papeles y sin miedo” y tenía dibujada una gran mariposa en el centro. Mientras eran rodeados por la policía, le pregunté a una de las mujeres que estaba por ser arrestada: “¿por qué la mariposa?”, a lo que respondió: “Porque las mariposas no tienen fronteras, las mariposas son libres”.

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