La Comisión Europea ha asegurado este martes que no ha mantenido ningún contacto con el expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, desde su llegada a Bélgica este lunes y ha insistido en que su posición sobre la crisis catalana no ha cambiado.
"Este no es el caso hasta donde yo sé", ha explicado en rueda de prensa la portavoz del Ejecutivo comunitario, Mina Andreeva, al ser preguntada si Puigdemont ha tratado de mantener contactos con el Ejecutivo comunitario en las últimas 24 horas desde su llegada a Bélgica.
"Nuestra posición sigue sin cambios. Ya se ha explicado que nada ha cambiado", ha zanjado la portavoz comunitaria, preguntada si Bruselas sigue considerando la crisis catalana como un asunto interno ante la expectativa de que Puigdemont pudiera pedir asilo en Bélgica.
Puigdemont, que llegó en el más absoluto secretismo este lunes a Bélgica, mantuvo una reunión con el letrado belga Paul Bekaert, conocido por haber defendido a varios etarras detenidos en Bélgica para tratar de evitar su extradición a España, al que ha designado como su letrado. Éste ha evitado hasta ahora avanzar si pedirá asilo en Bélgica, algo que "no está decidido" todavía.
Desde el Consejo Europeo y la Eurocámara también aseguran que no hay ningún encuentro previsto con Puigdemont durante su estancia en Bruselas, han explicado fuentes consultadas de ambas instituciones.
La Sociedad de Periodistas (SDJ) de la Agencia France-Presse (AFP) advirtió de que sus colaboradores en la Franja de Gaza están riesgo de morir de hambre, como el resto del puñado de trabajadores de medios occidentales y decenas de miles de otros habitantes de ese territorio palestino en guerra.
Este 22 de julio de 2025, el presidente Donald Trump ha anunciado ante el mundo, una vez más, la retirada de Estados Unidos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). La decisión, que entrará en vigor oficialmente a principios del 2026, se sustenta en una retórica ya conocida: acusaciones de “sesgo pro-palestino”, “agenda woke” y “control globalista”.
Los recortes de fondos decididos por gobiernos de países industrializados dejarán sin asistencia humanitaria a más de 11 millones de personas refugiadas que huyen de conflictos y crisis en varias regiones del mundo, según advierte la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).