Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Cristianismo originario

La carne no es sólo superflua, también es dañina

Vida Universal
martes, 29 de mayo de 2012, 07:11 h (CET)
En los medios de comunicación se oye hablar cada vez con más frecuencia de problemas sanitarios relacionados con el consumo de carne, esto unido a la preocupación que tienen muchas personas por su salud, hace que muchos quieran cambiar sus costumbres alimentarias hacia una alimentación vegetariana, lo que entre cada vez más jóvenes viene dado también por otros motivos, como puede ser la ética para con la vida de los animales.

En un pasado se publicaron informes donde se consideraba la alimentación vegetariana como una forma de alimentación incompleta y por tanto dañina para la salud, sin embargo esos  estudios han perdido actualidad, y cuando surgen escándalos como el último que hubo por la dioxina en enero de 2011, muchos medios de comunicación se expresan entonces a favor de una alimentación vegetariana y de pronto surgen estudios que vienen a demostrar que la alimentación vegetariana es más sana que la alimentación con carne. Lo  cierto es que en realidad hace 20 años que ya existen estudios detallados que demuestran que alimentarse sin alimentos de origen animal es mucho más sano.

Los numerosos estudios realizados con vegetarianos han demostrado que éstos viven más, sufren menos de cáncer, tienen menos enfermedades cardiovasculares y menos problemas de diabetes y sobrepeso. Pero ¿por qué la alimentación vegetariana es más sana que la alimentación cárnica? Los motivos pueden ser muy variados, aunque centrándonos únicamente en los fisiológicos descubrimos que la carne no sólo es superflua, sino que es dañina para la salud. Carne, embutidos y pescado provocan por ejemplo que el nivel de colesterol se eleve, lo cual es un factor de riesgo para la arterioesclerosis, que también viene asociado a un elevado consumo de grasas saturadas, las que favorecen la formación de diabetes del tipo II.

Existen estudios que demuestran que la ingesta incrementada del hierro contenido en la hemoglobina de la carne, conduce a un estrés oxidativo por el exceso del mismo, lo que da lugar a radicales libres que pueden dañar las células.

Al contrario que los alimentos vegetales, los productos cárnicos contienen un promedio más elevado de fósforo que de calcio. Un aumento en la relación entre el fósforo y el calcio conduce a la reducción de masa ósea porque se produce un aumento de segregación de la hormona paratiroidea.  A esto se le añade que la carne tiene aminoácidos que contienen azufre, lo que conduce a una hiperacidificación del cuerpo. Estos son dos casos que pueden favorecer la osteoporosis por el consumo de carne. Además al contrario de lo que comúnmente se cree, la leche conduce al fin y al cabo a la osteoporosis por el camino de la hiperacidificación, por eso no sorprende que los dos mayores productores europeos de leche, Suecia y Suiza, sean los países con mayor número de casos de osteoporosis.

La carne, los embutidos y el pescado contienen gran cantidad de ácido araquidónico, que cuando se metaboliza, genera prostaglandinas  y leucotrienos, los cuales estimulan procesos inflamatorios que favorecen la aparición de enfermedades reumáticas. También se ha demostrado la relación existente entre el consumo de carne y algunos tipos de cáncer en el sistema digestivo, como el cáncer de estómago, el cáncer de colon y el cáncer de páncreas.

Los datos expuestos son solo algunos entre muchos, lo que hace que parezca increíble que siendo la carne dañina para la salud, tan sólo haya informes positivos sobre el vegetarianismo después de que salten a la opinión publica algún escándalo relacionado con los productos de origen animal. Pareciera que la memoria a corto plazo de las personas fuera cada vez mas corta.

Noticias relacionadas

Suecia ha sido históricamente un ejemplo de bienestar social con una red de protección estatal admirada globalmente. Esta solidez ha contribuido a niveles de vida envidiables, y a una confianza ciudadana notable en sus instituciones. Sin embargo, en los últimos años, esta misma estructura ha empezado a mostrar fisuras.

Vivimos un tiempo en el que la inteligencia artificial (IA) avanza a un ritmo vertiginoso. Cada nueva versión sorprende por su capacidad de procesar datos, imitar el lenguaje e incluso acercarse a formas de expresión que parecían, hasta hace poco, exclusivamente humanas. Sin embargo, la cuestión de fondo no es tanto preguntarnos hasta dónde llegará la IA, sino dónde quedamos nosotros como seres humanos.

La mente guarda algunos recuerdos como si fueran heridas sin cicatrizar. A veces vuelven, una y otra vez, con la fuerza de lo que creemos no haber resuelto: la culpa, el dolor, los reproches. Y sentimos que seguimos viviendo ese momento, y nos quedamos anclados en un pasado que ya no existe. Pero un recuerdo no es más que eso: un pensamiento que aparece en la mente. No es realidad, porque no está ocurriendo aquí y ahora.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto