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Nada en esta vida pasa por casualidad

Vida Universal
martes, 15 de mayo de 2012, 06:47 h (CET)
Las personas deberiamos ser conscientes de que todo aquello que pensamos, decimos y hacemos es energía. De hecho tanto las células de nuestro cuerpo como las partículas del alma acogen sin descanso los contenidos de todo nuestro comportamiento. Y todo aquello que ha sido dirigido contra la ley cósmica de la paz, libertad y unidad y no ha sido expiado permanece en el alma como una impronta, un grabado que nos impregna  también en el más allá. De forma que en algún momento las causas grabadas se activan en el alma y en la persona, o quizás en el alma ya desencarnada. Para quienes consideran la Biblia como un libro sagrado en toda su extensión la siguiente frase puede serle de ayuda al respecto: «Os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta en el día del Juicio. Porque por tus palabras serás declarado justo y por tus palabras serás condenado».

Y más de uno se preguntará ¿No es acaso injusto tener que cargar siendo alma con las culpas del ser humano?, una pregunta totalmente plausible máxime cuando el ser humano no tiene costumbre de auto-cuestionarse, cuando no se es consciente de que el cuerpo es solo el vehículo del alma, del por qué se es un ser humano, o cuando no se sabe que ninguna energía se pierde ya sea negativa o positiva.

Pero el alma en nosotros no es de este mundo. Ella ha encarnado en un ser humano para eliminar como persona sus grabaciones negativas, sus actitudes erróneas procedentes de encarnaciones anteriores. Antes de venir a un cuerpo humano, es decir antes de una nueva encarnación, seres elevados le mostraron las cargas, las culpas que hay en ella, también qué podría sucederle hallándose en vestido terrenal. Por consiguiente le fueron dadas explicaciones e instrucciones. Por lo tanto ningún alma se dirige ignorante a la encarnación como ser humano.

Por otra parte a los seres humanos desde lo más elevado se nos han dado indicaciones para orientarnos hacia un estilo de vida equilibrado. Dios, nuestro Padre eterno, nos ha regalado a través de Sus profetas innumerables ayudas para que desarrollemos buenas cualidades de carácter. Él nos ha dado un gran número de indicaciones para que demos los pasos que llevan a la libertad y a la paz; por ejemplo los Diez Mandamientos dados a través de Moisés y también las enseñanzas de Jesús de Nazaret en Su Sermón de la Montaña. 

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Suecia ha sido históricamente un ejemplo de bienestar social con una red de protección estatal admirada globalmente. Esta solidez ha contribuido a niveles de vida envidiables, y a una confianza ciudadana notable en sus instituciones. Sin embargo, en los últimos años, esta misma estructura ha empezado a mostrar fisuras.

Vivimos un tiempo en el que la inteligencia artificial (IA) avanza a un ritmo vertiginoso. Cada nueva versión sorprende por su capacidad de procesar datos, imitar el lenguaje e incluso acercarse a formas de expresión que parecían, hasta hace poco, exclusivamente humanas. Sin embargo, la cuestión de fondo no es tanto preguntarnos hasta dónde llegará la IA, sino dónde quedamos nosotros como seres humanos.

La mente guarda algunos recuerdos como si fueran heridas sin cicatrizar. A veces vuelven, una y otra vez, con la fuerza de lo que creemos no haber resuelto: la culpa, el dolor, los reproches. Y sentimos que seguimos viviendo ese momento, y nos quedamos anclados en un pasado que ya no existe. Pero un recuerdo no es más que eso: un pensamiento que aparece en la mente. No es realidad, porque no está ocurriendo aquí y ahora.

 
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