En Francia Marina Le Pen puede en parte decidir si el presidente derechista Nicolas Sarkozy se queda o no en el cargo. Desde que se estableció la V República en 1958 esta es la primera vez en que un mandatario que busca re-elegirse no gana la primera vuelta (y tampoco parece que ganará la segunda) y la segunda vez en que un socialista (François Hollande) puede llegar a la presidencia.
Muchos podrían pensar que a Le Pen por ser de ultra-derecha preferiría a un gobierno algo afín antes que a sus enemigos rojos, pero esa no es la lógica de su Frente Nacional, el cual es el partido xenofóbico más fuerte que haya tenido Europa desde la caída del nazismo.
Para la alianza de partidos de ‘derecha democrática’ que son la principal fuerza en los gobiernos de Europa y en su parlamento común, siempre ha sido vital aislar a los racistas y? demarcarse de los racistas (buscando mecanismos que les impidan llegar a posiciones de poder y convertirlos en parias) para evitar que el centro y la izquierda les ataquen y que los ultras les quiten piso.
La UPM de Sarkozy es la heredera de Jacques Chirac quien en el 2002, pese a su impopularidad y a haber sacado 20% en la primera vuelta, consiguió retener la presidencia en el segundo turno con la mayor votación directa europea de la historia (82% de los votos) gracias a que unió a todo el espectro político con él para enfrentar al ‘fascista’ Jean Marie Le Pen quien fue su rival en el balotaje.
Si Chirac fue re-electo tan abrumadoramente gracias a que Le Pen papá quedó segundo y eso le permitió polarizar al país entre la derecha ‘civilizada’ y la ‘barbárica’, la tragedia de su compañero de partido Sarkozy es que él ahora no compite en la segunda ronda con la hija de Le Pen sino con los socialistas que, además, le aventajan.
El partido de Sarkozy siempre ha tenido cierta dependencia del de Le Pen. Debido a que se convirtió en el paladín de la ‘unidad nacional antifascista’ es que hace una década logró su mayor victoria electoral, pero ahora necesita a Le Pen (no para convertirlo en un cuco para captar al electorado izquierdista) sino para que le dé los votos que necesita para no perder el poder.
Marina Le Pen quien sacó 17.9% en la primera vuelta (frente al 27.18% de Sarkozy y al 28.63% de Hollande) dice que no apoyará a ninguno en la ronda final. Con ello ella quiere castigar la anterior conducta de Chirac-Sarkozy, producir una división en ese partido y buscar disputar luego ser la cabeza de la derecha en las próximas legislativas de este junio, a la vez que sabe que la ultraderecha siempre termina creciendo más cuando está en oposición a gobiernos de izquierda.