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La subida del IRPF, la reforma laboral y la aprobación de los presupuestos más endémicos de la democracia, han sido los conejos que la mano de la derecha ha ido sacando del fondo de su chistera

La mirilla

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Dicen las lenguas de la sabiduría popular que "quien da la cara se lleva todas las bofetadas". Esta premisa extraída de los corros de la calle es precisamente la praxis de Mariano para mantenerse a salvo en los aposentos de la Moncloa. La campaña de la "Z" llevada a cabo en la última campaña de José Luis, sirvió a las filas de la derecha para estigmatizar en el ideario colectivo la famosa frase de "la culpa fue de ZP". La astucia de Rajoy para mantener su figura en los bastidores de su partido ha sido la clave para conseguir, desde el silencio de su tribuna, el cetro de la mayoría.

La estrategia de Arriola, sociólogo de don Mariano, de andar de puntillas por los discursos espinosos del ciudadano y callar como una tumba hasta que pase el titular de la mañana, ha servido a las filas conservadoras para llevarse de calle a los votantes de la izquierda. Después de tres meses con el bastón de mando en la mano, el estilo de la oposición azul sigue reinando en los escenarios del gobierno. Don Mariano Rajoy, presidente de España, continúa entre bambalinas con tal de no deteriorar su figura y caer en los mismos precipicios de su destronado Zapatero. En días como hoy, el rostro de Montoro y los agudos de Santamaría ocupan el grueso del telediario del mediodía. El gobierno sin presidente, como ha sido catalogado por la prensa internacional, es una realidad en la España del presente. ¿Dónde está Rajoy que no le vemos? se preguntaba con tono irónico un periodista del "Le Monde Diplomatique" en su columna de los lunes.

Durante estos cien días marianistas, "las grandes medidas del gobierno" han sido anunciadas por políticos de segunda para salvar la imagen de su jefe, como símbolo de la derecha retrógrada de ayer. La misma derecha de siempre, caracterizada por barrer para las élites y dejar para los pobres las migajas de sus platos. La subida del IRPF, la reforma laboral y la aprobación de los presupuestos más endémicos de la democracia, han sido los conejos que la mano de la derecha ha ido sacando del fondo de su chistera. La misma chistera que tanto se le criticó a ZP pero con la diferencia mayúscula que el presidente de ayer mostraba su cara a los espectadores y el de hoy, sigue la función desde la mirilla del bastidor.

La mirilla

La subida del IRPF, la reforma laboral y la aprobación de los presupuestos más endémicos de la democracia, han sido los conejos que la mano de la derecha ha ido sacando del fondo de su chistera
Abel Ros
jueves, 5 de abril de 2012, 07:51 h (CET)
Dicen las lenguas de la sabiduría popular que "quien da la cara se lleva todas las bofetadas". Esta premisa extraída de los corros de la calle es precisamente la praxis de Mariano para mantenerse a salvo en los aposentos de la Moncloa. La campaña de la "Z" llevada a cabo en la última campaña de José Luis, sirvió a las filas de la derecha para estigmatizar en el ideario colectivo la famosa frase de "la culpa fue de ZP". La astucia de Rajoy para mantener su figura en los bastidores de su partido ha sido la clave para conseguir, desde el silencio de su tribuna, el cetro de la mayoría.

La estrategia de Arriola, sociólogo de don Mariano, de andar de puntillas por los discursos espinosos del ciudadano y callar como una tumba hasta que pase el titular de la mañana, ha servido a las filas conservadoras para llevarse de calle a los votantes de la izquierda. Después de tres meses con el bastón de mando en la mano, el estilo de la oposición azul sigue reinando en los escenarios del gobierno. Don Mariano Rajoy, presidente de España, continúa entre bambalinas con tal de no deteriorar su figura y caer en los mismos precipicios de su destronado Zapatero. En días como hoy, el rostro de Montoro y los agudos de Santamaría ocupan el grueso del telediario del mediodía. El gobierno sin presidente, como ha sido catalogado por la prensa internacional, es una realidad en la España del presente. ¿Dónde está Rajoy que no le vemos? se preguntaba con tono irónico un periodista del "Le Monde Diplomatique" en su columna de los lunes.

Durante estos cien días marianistas, "las grandes medidas del gobierno" han sido anunciadas por políticos de segunda para salvar la imagen de su jefe, como símbolo de la derecha retrógrada de ayer. La misma derecha de siempre, caracterizada por barrer para las élites y dejar para los pobres las migajas de sus platos. La subida del IRPF, la reforma laboral y la aprobación de los presupuestos más endémicos de la democracia, han sido los conejos que la mano de la derecha ha ido sacando del fondo de su chistera. La misma chistera que tanto se le criticó a ZP pero con la diferencia mayúscula que el presidente de ayer mostraba su cara a los espectadores y el de hoy, sigue la función desde la mirilla del bastidor.

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