Muchos eran los electores llamados a las urnas, pero pocos votantes se decidieron a acercarse a su colegio electoral. Participación desplumada.
Situaciones antagónicas vividas en las comunidades que ayer tuvieron que elegir a su nuevo ejecutivo. En Andalucía ganaba la gaviota de los populares, pero su anhelo de gobernar se desvanecía con un probable pacto de la izquierda, ya que es difícil creer que en Andalucía ocurra un desenlace como el de Extremadura, siendo una victoria con sabor amargo a fracaso. Mientras que en Asturias, la derecha rivalizada podría unirse para formar gobierno, dejando a parte al socialista Javier Fernández.
Triunfos ásperos, dulces derrotas.
En ambos casos, la fuerza política más votada no va gobernar en su terreno, ¿curioso verdad?
A la cuarta tampoco fue la vencida. Javier Arenas se quedó muy lejos de los resultados electorales a los que aspiraba. Ni tan siquiera rozó esa mayoría absoluta con la que podría haber gobernado en Andalucía. El fracaso fue total, monumental. Nunca los discursos, una vez conocida la voz de las urnas, dijeron cosas tan distintas a los rostros de quienes los pronunciaban. La sede del PP andaluz parecía un funeral y su jefe un cadáver político.
Y si Izquierda Unida se ha convertido en la llave en Andalucía, UPyD no ha logrado entrar en el Parlamento de esta comunidad y es irrelevante a efectos de gobernabilidad el escaño que ha logrado en Asturias
Estos resultados confirman la factura provocada por los recortes y reformas del Gobierno de Rajoy y compañía, ¿Cómo quiere la gente entonces salir de esta situación? ¡Tendrán que salvar los pocos muebles que quedan!
Toda opinión es respetable. Mi Andalucía se caracteriza por tener sus ideologías claras, y hoy ha demostrado que a pesar del diluvio, no se tambalea. Esta vez, el discurso del miedo proclamado por el PSOE ha funcionado.
Mientras tanto Zapatero está de gira en Latinoamérica dando conferencias de cómo salir de la crisis, pobrecitos no saben lo que hacen. Pero bueno, quizás le hayan llamado para reírse un rato.