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21º ANIVERSARIO
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Opinión
Etiquetas | En.Ki | Nibiru
El próximo día 20 de mayo, fecha del eclipse anular de sol, Nibiru será visible a ojo desnudo.

Nibiru: el retorno de los iggigi

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La profunda crisis que experimenta y destruye la sociedad actual no es económica, sino básicamente moral. Todos los valores éticos y espirituales han sido abatidos, abolidos o pervertidos, y más da la impresión de que los hombres se conducen como animales asustados que como una comunidad ordenada o culta que haya evolucionado hacia mejor gracias a los conocimientos alcanzados. Por placeres y dinero, desde a Revolución Industrial hasta nuestros días, se han esquilmado mares, tierras y aires, se ha contaminado lo que respiramos o nos alimenta, se han alterado todos los decursos coherentes de la naturaleza, se ha inmiscuido la Ciencia en el devenir la Historia del Hombre (compuesto no sólo de cuerpo, sino también de alma), se han perpetrado toda clase de genocidios con absoluta sevicia e impunidad, se han invadido países por el mero placer de someterlos a un yugo, se han ninguneado a los dioses o a Dios mismo y se ha convertido al mismo ser humano, por otros seres humanos, en una especie de bien usable y prescindible, en nada más que carne. Hoy, aún no sucediendo nada externo a la Tierra en un próximo futuro, se puede asegurar que las próximas generaciones no tienen ninguna oportunidad de supervivencia, debido al agotamiento de los recursos naturales.

Las medidas que se toman para combatir el desastre medioambiental producido por el llamado progreso, son a todas luces inútiles; los agujeros producidos en el tejido de la naturaleza son infinitamente más numerosos que los bienintencionados zurcidores que tratan por todos los medios de taparlos, y por todas partes las especies –imprescindibles para la vida- languidecen o se extinguen a un ritmo tal, que en muy pocos años, sin que nada especial o exterior suceda, desparecerán una muy buena parte de ellas, nos quedaremos sin aguas potables debido a la contaminación de ríos y acuíferos, y hasta es posible que la mayor parte de los mares y océanos del planeta no sean sino inmensos lagos Estigios o Mares Muertos. El hombre, se puede afirmar, ha escalado a la cumbre del conocimiento para lanzarse al vacío desde esta altura, suicidándose como especie.

El hombre, de alguna menara, siempre ha sido un depredador que se ha alimentado de su entorno, importándole poco o nada qué destruía si así saciaba sus apetitos. Cuando las poblaciones humanas eran mínimas, el daño que se infligía a la Naturaleza era igualmente mínimo, y ésta podía restañarse enseguida; pero las poblaciones humanas crecieron y con ellas la codicia, que es mal endémico de nuestra especie, siendo inevitable que se llegara a la Revolución Industrial, a la masificación de las ganancias y, en consecuencia, a la muerte de los frenos éticos y morales que le impedían al hombre la impudicia de que unos pocos destruyeran en su beneficio lo que era de todos. Hoy, superada ya la Revolución Industrial, podríamos considerar que disponemos del conocimiento suficiente como para que nadie no sólo no muera de enfermedad alguna, sino para que nadie tenga que trabajar, pagar por la energía o pasar ninguna clase de penalidad. Adempero, hoy más que nunca hay más muerte, desolación, pobreza y miseria injustificables que en ningún otro momento de la Historia, y hoy más que nunca antes, los ricos, los poderosos y los ególatras son infinitamente más codiciosos, más crueles e insaciables, no contentándose ya con lo que tienen, que es casi todo, sino que lo desean todo: países, riquezas, almas, porvenires y haciendas.

Dicen que hay una crisis económica, y no es verdad: es sólo la codicia exacerbada de unos pocos poderosos. Ni nunca hubo una pandemia mundial que fuera creada por la naturaleza, ni hubo una crisis política que justificara una intervención de unas potencias en otro país, ni hubo ninguna clase de terrorismo que abata edificios o reviente trenes, ni hubo o hay, por supuesto ninguna clase de crisis económica que fuerce a los Estados a desviar millones, billones, trillones de euros a los que teóricamente produjeron esas crisis inventadas. Nada de todo eso es cierto: es la ceremonia de la codicia y el festival de los codiciosos, nada más. Nunca hubo un 11S producido por esa herramienta del poder que es A Qaeda, ni un 11M perpetrado por los oficialmente condenados, un 11J cometido por unos chavales fanatizados o armas de destrucción masiva acumulados por países otrora aliados, Primaveras Árabes, pandemias aviares o de cerda o cualquiera de esos inventos que el poder se ha ido inventando para justificar el mayor atraco global que vieron los siglos: éste que estamos padeciendo en las cuatro esquinas de la Tierra.

Cada día que pasa, miembros otrora fieles de servicios secretos u organizaciones estatales o paraestatales van filtrando a quienes eligen y pueden difundirlos datos de la realidad que se esconde tras de las apariencias, porque ya su conciencia –todavía quedan hombres con conciencia- no les deja descansar y sus ideales, si es que los tuvieron, se han derrumbado, y sabemos más y mejor cómo se urdieron aquellos desastres y maniobras que tanta beneficiaron a unos pocos contra la totalidad del género, y, lo que es más, lo que está por venir. Miramos a nuestro alrededor, y no vemos sino corrupción global en el único poder terrestre que conocemos: en nuestros políticos y sindicatos. Desde el pueblo más insignificante a la cúspide de la Corona, todo está infecto, agusanado y corrupto, y se juega con la vida, y se trapichea con los bienes, y se trafica con las obras, y se mercadea con las leyes y se vilipendia a la Justicia para que una elite se enriquezca con este atraco global, cargando el grueso de su latrocinio sobre los ciudadanos, haciéndoles pagar más y más impuestos, recluyéndolos en los márgenes de los arroyos de la miseria, restándolos derechos y convirtiéndolos en esclavos de facto, gracias a la imposición de un sistema político corrupto que ha encumbrado a las peores de todas las criaturas que ha dado la especie. Así, lo más abyecto ha pasado de ser un delito perseguible y condenable a una virtud, los peores hombres se han convertido en modelos para los demás y las sociedades sólo parecen premiar con el progreso y la riqueza a la abominación y lo horrendo.

Uno, cuando mira a su alrededor y trata de comprender lo que ve, le parece que la sociedad está sometida a una especie de locura colectiva, tratando todos de acaparar más y más bienes por el medio que sea, sin importar qué suceda después o a quién se dañe en el presente o en el futuro. A la vista está que nadie entiende qué está pasando, y que no importa en qué país o en qué sociedad se trate, todas las medidas oficiales que se toman conducen a un agravamiento de la situación, cual si el mismo mundo se hubiera vuelto loco o idiota, y nadie viera que cada vez estamos más hundidos en el pozo porque lo único que no deberíamos hacer en esta tesitura, cavar, es lo que estamos haciendo. Y, sin embargo, así es como los que verdaderamente han urdido todo esto, quieren que sea: que la sociedad no vea, no comprenda, no entienda lo que está pasando, que vivan esta especie de sueño narcótico narcisista en la que cada quién va a lo suyo, deleitándose con su reflejo en el espejo del lago, aunque finalmente muera de inanición contemplando su propia hermosura.

Ni he tratado nunca ni trato ahora de escribir para todos, sencillamente porque no todos pueden comprenderme. Escribo para los que están despiertos y quieren comprender y comprendernos, y aplicar lo que comprendemos para hacer un mundo y una sociedad más habitable. No; no escribo para imbéciles, ni para ignorantes voluntarios, ni para los perversos o los estúpidos, y, mucho menos, para los egoístas. Éstos ya tienen quién escriba para ellos, que son la mayoría de los que ofrecen los sellos editoriales. Hubo un tiempo, hace ya muchas décadas, en que comencé haciendo literatura, aunque tratando de comprender la verdadera naturaleza del hombre, esta especie a la que pertenezco, y el porqué de sus grandezas y miserias. Buena literatura que, a su vez, a medida que comprendía, me exigía un mayor y más absorbente compromiso. Y de la literatura a secas pasé a la literatura-social, y de la literatura-social a la literatura-especie. No es difícil ver mi evolución en mi obra para quienes me leen, y éstos saben que quizás la belleza retórica haya sido un tanto sacrificada por la importancia que ha ido cobrando el mensaje, el contenido, la síntesis literaria de cada novela. La literatura-especie, llegados a este punto, no se conforma con el equilibrio entre ornamento y fundamento, sino que exige el sacrificio de la forma y aún de la calidad por descollar el mensaje objeto. Me resistí a ello, sin embargo, y escribí allá por el 2003 “Los días de Gilgamesh”, novela en que sentaba las bases de lo de ahí en más serían los fundamentos de mi literatura: nuestros orígenes y destino como especie. No se entendió mucho, y hasta no faltaron algunos lectores que consideraron a ésta una novela de ciencia-ficción. Fallé, en fin, y quise ser más preciso: escribí en el 2005 “Sangre Azul (El Cub)”, denunciando de una forma atrevida y casi divertida cómo ha ido variando la sociedad para comprendamos sus fines y objetivos y quiénes y cómo la controlan. Tampoco dio un resultado muy allá. Volví a la carga, y en 2008 doblegué a mi naturaleza como escritor al escribir “Lemniscata”, obra en la que prácticamente sacrifico el total de la calidad literaria para llegar a un público más alineado y tratar de despertarlo, informándole por la vía de la ficción de cómo funciona el terrorismo y la Política de Estado. Algún resultado dio, fue premiada y reconocida, pero aún era insuficiente para mí. En mi último intento –y ya no quedan más, porque el tiempo nos ha alcanzado-, escribí en 2010 “Tetragrammaton”, en la que ofrecí a mis lectores un dibujo del acto final que ahora, en estos días estamos viviendo, y aún de los que en los próximos meses vamos a vivir. Los resultados –me duele decirlo- no han sido tampoco los que esperaba, aunque como el árbol que da fruto estoy satisfecho, porque de una simiente nací y a muchos les he despertado.

En esta novela última, “Tetragrammaton” (novela que va al grano, aunque en ficción, pasando por encima del ornamento literario), el coprotagonista es un hombre que se entretiene matando, simplemente para llevarle un mensaje a quien pretende entregárselo, un policía, y su argumento para esta atrocidad, llegado el momento, es: “no importa, estaban muertos aunque lo supieran, y, lejos de lo que pueda parecer, les he ahorrado un gran sufrimiento.” Si teniendo este argumento en mente uno mira a su alrededor y trata de comprender el porqué del terrorismo, las guerras o la expoliación a la que unos pocos someten a la mayoría ciudadana, uno comprende en el instante que ese personaje literario y estos predadores de lo humano están exactamente en el mismo punto: saben que esto se acaba y que ya todos están muertos, lo sepan o no, y que hasta tal vez les estén aliviando de un terrible sufrimiento. Saben, en fin, lo que la mayoría ignora.

El personaje de “Tetragrammaton” sabe que el mundo, y más que el mundo la especie humana, tiene una hora final impostergable porque conoce la llegada del planeta Nibiru al interior de nuestro sistema solar –e incluso da las coordenadas en aquel momento en que fue escrita la novela, que pueden ser comprobadas-, está al tanto de que la elite mundial está construyendo numerosos superbunkers a gran profundidad para sobrevivir a las catástrofes planetarias que se avecinan –también da las coordenadas de algunos de los de España, igualmente comprobables-, y está al tanto de qué consecuencias va a tener la presencia de tal sistema planetario celeste –Nibiru y sus lunas- en la Tierra: superterremotos, tsunamis, variaciones orbitales terrestres y lunares, hipervolcanismo, hundimientos, caída de meteoritos, etc. Nada, en unos meses, va a librarse de la furia de Nibiru en la novela, y nada en la realidad va a librarse de la furia de Nibiru en la Tierra en unos meses: los iggigi están de regreso, y ya algunos de ellos tienen todos los datos necesarios para acometer el arribo oficial.

Quienes leyeron “Sangre Azul (El Club)” ya saben que los iggigi fueron los creadores de la especie humana. Los annunakki, fueron los rebeldes que cohabitaron con las mujeres en aquel tiempo en que a los hombres les nacieron hijas hermosas y cohabitaron con ellas, y ambos, iggigi y annunakki van a ajustar cuentas en el teatro de nuestro mundo.

Desde Bue Hills a los Montes de Toledo, hoy todos los que quieren saber conocen el emplazamiento de algún superbunker, como conocen la Cúpula del Fin del Mundo de Noruega donde se guardan semillas de todas las especies vegetales y ADN de todas especies animales, aunque hay muchas más en distintos continentes. Para esto, para cubrir discretamente todos estos gastos onerosísimos era necesaria esta crisis que usted vive y probablemente sufre, y para este fin se invadió Iraq (además de obtención de recursos allí estaban las tablillas iggigi –sumerias-, y tenían a mano Tora-Bora, donde se ubicó el palacio de En.Ki, el creador de la especie humana); pero también están al tanto de que por todo el mundo ya pueden fotografiar dos soles cuando se dan determinadas condiciones, que la luna está comportándose de forma atípica cual si estuviera fuera de órbita y que numerosos cuerpos del sistema solar están manifestando las perturbaciones propias de cuerpos celestes afectados por la presencia de otro cuerpo de gran masa y campo gravitacional que los está alterando. Las evidencias, hoy, son tan numerosas, que sólo quienes entraron en la desinformación de Elenin, o quienes todavía están durmiendo en su santuario de irrealidad, pueden ignorarlo. Además, no es necesario que nadie explique nada o necesita que otros lo corroboren, cuando es uno mismo el que lo ha visto, y todos hemos podido ver dos soles en el amanecer o el atardecer algún día de los últimos meses, y todos hemos podido ver en la última lunación que ésta se mostraba como si nos encontráramos en el ecuador y la misma eclíptica de la Tierra se hubiera desplazado 42º hacia el Norte entretanto la tierra había cabitado 42º hacia el Sur.

Sin embargo, y por si todo esto fuera poco, en las últimas fechas ya abundan las filtraciones –previsible que sucediera a medida que los acontecimientos se precipitan hacia su final- de quienes están participando en todas estas maniobras de ocultación y no quieren extinguirse con esta carga en sus conciencias, e incluso desde la Antártida, zona de exclusión de observación astronómica del ejército de los EEUU, nos llegan imágenes clarísimas de la observación de alguna de las lunas de Nibiru, grabadas con simples videocámaras. Las personas, conscientes de la que se está viniendo encima, comienzan a desertar de su obligación contraída de guardar ciertos secretos, y ya están llegando desde todos los rincones datos muy confiables.

El orden oficial y sus voceros, sin embargo, callan, a pesar de la enorme magnitud de estos acontecimientos que se están verificando. Tienen miedo de las consecuencias, de la ira popular cuando sepa en realidad a qué han estado jugando, procurando salvarse a costa de los demás, y sin empacho en haber practicado toda suerte de corruptelas, genocidios, guerras, desorden y atentados de falsa bandera, y no quieren soltar prenda hasta que se dé el pistoletazo de salida y todos corran a sus refugios porque en unas semanas más Nibiru será visible a simple vista. El verdadero riesgo que corren es que, para frenar la posible revancha, para cubrir su partida, aprieten el botón nuclear contra Irán, dejándonos a todos embarcados en una guerra nuclear. De hecho, y aunque en algunos segmentos se habla de ciertos enfrentamientos entre la elite que están suponiendo detenciones, desapariciones e incluso dimisiones de importantes mandatarios, pudiera no ser sino el inicio de la retirada de la escena pública de cierta parte de ese grupo de desalmados, o quién sabe si el inicio del enfrentamiento entre iggigi y annunakki, previo al arribo en masa de los antiguos dioses que están anunciados en casi todas las culturas.

No me gusta particularmente, pero es Nostradamus –lo cito por ser muy conocido del gran público- el que menciona el día 20 de Tauro como fecha en la que se subirá el telón del último acto y comience el episodio final de la especie, en la que toda ella se enfrentará, posiblemente, a su destrucción. Hay otros profetas, adempero, alguno también francés, que no pueden ver más allá de 2012, y también contamos en este sentido como la misma Biblia Kolbrin, la cual ya nos avisa de que la fecha en que se mostrará Nibiru –el Gran Destructor- ante los ojos del mundo, será el día del eclipse anular, y ese eclipse tendrá lugar el próximo día 20 de mayo ó 20 Tauro. Una fecha, por cierto, que suma 11 (para los curiosos interesados en la numerología).

Las armas desarrolladas por la ingeniería militar en las últimas décadas están a medio camino entre la ciencia-ficción y el delirio: desde armas mentales a geológicas, hay de todo. Armas, por otra parte, que no tienen sentido en conflagraciones entre humanos, aunque podríamos aplicarles la atenuante de la imbecilidad militar, la cual llegó al desarrollo de las armas nucleares que propician la guerra sin vencedores. En realidad, todas ellas no son sino un vano intento de dominio entre humanos, por una parte, y una opción de una defensa imposible ante fuerzas de una naturaleza que, por simple lógica, disponen no sólo de una tecnología infinitamente más avanzada, sino de un inteligencia que ni siquiera está en el horizonte de las capacidades humanas. Después de todo, no somos sino sus criaturas, sus productos.

El tiempo, pues, está llegando. Es cierto que nadie ha sido condenado ante los tribunales humanos por los crímenes contra la humanidad que fueron cometidos a lo largo de la Historia, como nadie ha sido condenado por ningún tribunal por las falsas guerras, pandemias y crisis económicas que vivimos; pero tal vez eso, ahora, sea por poco tiempo. Lo verdaderamente preocupante, es que los iggigi ya quisieron destruir a la especie una vez con el Diluvio, y pueda ser que al ver cómo hemos evolucionado vuelvan a planteárselo, reconsiderando que se equivocaron al crearnos. Entonces, fue En.Ki el que salvó del Diluvio destructor a la especie a través de Ut.Napistim, pero hoy En.Ki está del otro lado, del de los jueces. Bien mirado, cuando veo el grado de corrupción que ha alcanzado la especie, el infinito sufrimiento acumulado en todo el planeta, el dolor, el maltrato, la soledad individuales de tantos miles de millones de seres, cuando contemplo o releo los torcidos renglones de la Historia, el continuo baño de sangre a que nos hemos visto sometidos para que unos pocos se creyeran dioses en la Tierra, cuando compruebo que hoy se multiplican y concentran todas las injusticias de la Historia en esta generación que puebla el planeta, el hambre, la desolación, el egoísmo, los miles de millones de personas que padecen la miseria, la muerte y el horror por el bienestar de unos pocos, cuando miro a mi alrededor y lo veo, si yo fuera uno de los creadores de esta especie perversa, no sé, tal vez no me quedarían muchas ganar de ser muy generoso. Ojalá que los dioses piensen distinto y sepan qué es la compasión, algo que los humanos ignoramos.

Nibiru: el retorno de los iggigi

El próximo día 20 de mayo, fecha del eclipse anular de sol, Nibiru será visible a ojo desnudo.
Ángel Ruiz Cediel
lunes, 19 de marzo de 2012, 08:32 h (CET)
La profunda crisis que experimenta y destruye la sociedad actual no es económica, sino básicamente moral. Todos los valores éticos y espirituales han sido abatidos, abolidos o pervertidos, y más da la impresión de que los hombres se conducen como animales asustados que como una comunidad ordenada o culta que haya evolucionado hacia mejor gracias a los conocimientos alcanzados. Por placeres y dinero, desde a Revolución Industrial hasta nuestros días, se han esquilmado mares, tierras y aires, se ha contaminado lo que respiramos o nos alimenta, se han alterado todos los decursos coherentes de la naturaleza, se ha inmiscuido la Ciencia en el devenir la Historia del Hombre (compuesto no sólo de cuerpo, sino también de alma), se han perpetrado toda clase de genocidios con absoluta sevicia e impunidad, se han invadido países por el mero placer de someterlos a un yugo, se han ninguneado a los dioses o a Dios mismo y se ha convertido al mismo ser humano, por otros seres humanos, en una especie de bien usable y prescindible, en nada más que carne. Hoy, aún no sucediendo nada externo a la Tierra en un próximo futuro, se puede asegurar que las próximas generaciones no tienen ninguna oportunidad de supervivencia, debido al agotamiento de los recursos naturales.

Las medidas que se toman para combatir el desastre medioambiental producido por el llamado progreso, son a todas luces inútiles; los agujeros producidos en el tejido de la naturaleza son infinitamente más numerosos que los bienintencionados zurcidores que tratan por todos los medios de taparlos, y por todas partes las especies –imprescindibles para la vida- languidecen o se extinguen a un ritmo tal, que en muy pocos años, sin que nada especial o exterior suceda, desparecerán una muy buena parte de ellas, nos quedaremos sin aguas potables debido a la contaminación de ríos y acuíferos, y hasta es posible que la mayor parte de los mares y océanos del planeta no sean sino inmensos lagos Estigios o Mares Muertos. El hombre, se puede afirmar, ha escalado a la cumbre del conocimiento para lanzarse al vacío desde esta altura, suicidándose como especie.

El hombre, de alguna menara, siempre ha sido un depredador que se ha alimentado de su entorno, importándole poco o nada qué destruía si así saciaba sus apetitos. Cuando las poblaciones humanas eran mínimas, el daño que se infligía a la Naturaleza era igualmente mínimo, y ésta podía restañarse enseguida; pero las poblaciones humanas crecieron y con ellas la codicia, que es mal endémico de nuestra especie, siendo inevitable que se llegara a la Revolución Industrial, a la masificación de las ganancias y, en consecuencia, a la muerte de los frenos éticos y morales que le impedían al hombre la impudicia de que unos pocos destruyeran en su beneficio lo que era de todos. Hoy, superada ya la Revolución Industrial, podríamos considerar que disponemos del conocimiento suficiente como para que nadie no sólo no muera de enfermedad alguna, sino para que nadie tenga que trabajar, pagar por la energía o pasar ninguna clase de penalidad. Adempero, hoy más que nunca hay más muerte, desolación, pobreza y miseria injustificables que en ningún otro momento de la Historia, y hoy más que nunca antes, los ricos, los poderosos y los ególatras son infinitamente más codiciosos, más crueles e insaciables, no contentándose ya con lo que tienen, que es casi todo, sino que lo desean todo: países, riquezas, almas, porvenires y haciendas.

Dicen que hay una crisis económica, y no es verdad: es sólo la codicia exacerbada de unos pocos poderosos. Ni nunca hubo una pandemia mundial que fuera creada por la naturaleza, ni hubo una crisis política que justificara una intervención de unas potencias en otro país, ni hubo ninguna clase de terrorismo que abata edificios o reviente trenes, ni hubo o hay, por supuesto ninguna clase de crisis económica que fuerce a los Estados a desviar millones, billones, trillones de euros a los que teóricamente produjeron esas crisis inventadas. Nada de todo eso es cierto: es la ceremonia de la codicia y el festival de los codiciosos, nada más. Nunca hubo un 11S producido por esa herramienta del poder que es A Qaeda, ni un 11M perpetrado por los oficialmente condenados, un 11J cometido por unos chavales fanatizados o armas de destrucción masiva acumulados por países otrora aliados, Primaveras Árabes, pandemias aviares o de cerda o cualquiera de esos inventos que el poder se ha ido inventando para justificar el mayor atraco global que vieron los siglos: éste que estamos padeciendo en las cuatro esquinas de la Tierra.

Cada día que pasa, miembros otrora fieles de servicios secretos u organizaciones estatales o paraestatales van filtrando a quienes eligen y pueden difundirlos datos de la realidad que se esconde tras de las apariencias, porque ya su conciencia –todavía quedan hombres con conciencia- no les deja descansar y sus ideales, si es que los tuvieron, se han derrumbado, y sabemos más y mejor cómo se urdieron aquellos desastres y maniobras que tanta beneficiaron a unos pocos contra la totalidad del género, y, lo que es más, lo que está por venir. Miramos a nuestro alrededor, y no vemos sino corrupción global en el único poder terrestre que conocemos: en nuestros políticos y sindicatos. Desde el pueblo más insignificante a la cúspide de la Corona, todo está infecto, agusanado y corrupto, y se juega con la vida, y se trapichea con los bienes, y se trafica con las obras, y se mercadea con las leyes y se vilipendia a la Justicia para que una elite se enriquezca con este atraco global, cargando el grueso de su latrocinio sobre los ciudadanos, haciéndoles pagar más y más impuestos, recluyéndolos en los márgenes de los arroyos de la miseria, restándolos derechos y convirtiéndolos en esclavos de facto, gracias a la imposición de un sistema político corrupto que ha encumbrado a las peores de todas las criaturas que ha dado la especie. Así, lo más abyecto ha pasado de ser un delito perseguible y condenable a una virtud, los peores hombres se han convertido en modelos para los demás y las sociedades sólo parecen premiar con el progreso y la riqueza a la abominación y lo horrendo.

Uno, cuando mira a su alrededor y trata de comprender lo que ve, le parece que la sociedad está sometida a una especie de locura colectiva, tratando todos de acaparar más y más bienes por el medio que sea, sin importar qué suceda después o a quién se dañe en el presente o en el futuro. A la vista está que nadie entiende qué está pasando, y que no importa en qué país o en qué sociedad se trate, todas las medidas oficiales que se toman conducen a un agravamiento de la situación, cual si el mismo mundo se hubiera vuelto loco o idiota, y nadie viera que cada vez estamos más hundidos en el pozo porque lo único que no deberíamos hacer en esta tesitura, cavar, es lo que estamos haciendo. Y, sin embargo, así es como los que verdaderamente han urdido todo esto, quieren que sea: que la sociedad no vea, no comprenda, no entienda lo que está pasando, que vivan esta especie de sueño narcótico narcisista en la que cada quién va a lo suyo, deleitándose con su reflejo en el espejo del lago, aunque finalmente muera de inanición contemplando su propia hermosura.

Ni he tratado nunca ni trato ahora de escribir para todos, sencillamente porque no todos pueden comprenderme. Escribo para los que están despiertos y quieren comprender y comprendernos, y aplicar lo que comprendemos para hacer un mundo y una sociedad más habitable. No; no escribo para imbéciles, ni para ignorantes voluntarios, ni para los perversos o los estúpidos, y, mucho menos, para los egoístas. Éstos ya tienen quién escriba para ellos, que son la mayoría de los que ofrecen los sellos editoriales. Hubo un tiempo, hace ya muchas décadas, en que comencé haciendo literatura, aunque tratando de comprender la verdadera naturaleza del hombre, esta especie a la que pertenezco, y el porqué de sus grandezas y miserias. Buena literatura que, a su vez, a medida que comprendía, me exigía un mayor y más absorbente compromiso. Y de la literatura a secas pasé a la literatura-social, y de la literatura-social a la literatura-especie. No es difícil ver mi evolución en mi obra para quienes me leen, y éstos saben que quizás la belleza retórica haya sido un tanto sacrificada por la importancia que ha ido cobrando el mensaje, el contenido, la síntesis literaria de cada novela. La literatura-especie, llegados a este punto, no se conforma con el equilibrio entre ornamento y fundamento, sino que exige el sacrificio de la forma y aún de la calidad por descollar el mensaje objeto. Me resistí a ello, sin embargo, y escribí allá por el 2003 “Los días de Gilgamesh”, novela en que sentaba las bases de lo de ahí en más serían los fundamentos de mi literatura: nuestros orígenes y destino como especie. No se entendió mucho, y hasta no faltaron algunos lectores que consideraron a ésta una novela de ciencia-ficción. Fallé, en fin, y quise ser más preciso: escribí en el 2005 “Sangre Azul (El Cub)”, denunciando de una forma atrevida y casi divertida cómo ha ido variando la sociedad para comprendamos sus fines y objetivos y quiénes y cómo la controlan. Tampoco dio un resultado muy allá. Volví a la carga, y en 2008 doblegué a mi naturaleza como escritor al escribir “Lemniscata”, obra en la que prácticamente sacrifico el total de la calidad literaria para llegar a un público más alineado y tratar de despertarlo, informándole por la vía de la ficción de cómo funciona el terrorismo y la Política de Estado. Algún resultado dio, fue premiada y reconocida, pero aún era insuficiente para mí. En mi último intento –y ya no quedan más, porque el tiempo nos ha alcanzado-, escribí en 2010 “Tetragrammaton”, en la que ofrecí a mis lectores un dibujo del acto final que ahora, en estos días estamos viviendo, y aún de los que en los próximos meses vamos a vivir. Los resultados –me duele decirlo- no han sido tampoco los que esperaba, aunque como el árbol que da fruto estoy satisfecho, porque de una simiente nací y a muchos les he despertado.

En esta novela última, “Tetragrammaton” (novela que va al grano, aunque en ficción, pasando por encima del ornamento literario), el coprotagonista es un hombre que se entretiene matando, simplemente para llevarle un mensaje a quien pretende entregárselo, un policía, y su argumento para esta atrocidad, llegado el momento, es: “no importa, estaban muertos aunque lo supieran, y, lejos de lo que pueda parecer, les he ahorrado un gran sufrimiento.” Si teniendo este argumento en mente uno mira a su alrededor y trata de comprender el porqué del terrorismo, las guerras o la expoliación a la que unos pocos someten a la mayoría ciudadana, uno comprende en el instante que ese personaje literario y estos predadores de lo humano están exactamente en el mismo punto: saben que esto se acaba y que ya todos están muertos, lo sepan o no, y que hasta tal vez les estén aliviando de un terrible sufrimiento. Saben, en fin, lo que la mayoría ignora.

El personaje de “Tetragrammaton” sabe que el mundo, y más que el mundo la especie humana, tiene una hora final impostergable porque conoce la llegada del planeta Nibiru al interior de nuestro sistema solar –e incluso da las coordenadas en aquel momento en que fue escrita la novela, que pueden ser comprobadas-, está al tanto de que la elite mundial está construyendo numerosos superbunkers a gran profundidad para sobrevivir a las catástrofes planetarias que se avecinan –también da las coordenadas de algunos de los de España, igualmente comprobables-, y está al tanto de qué consecuencias va a tener la presencia de tal sistema planetario celeste –Nibiru y sus lunas- en la Tierra: superterremotos, tsunamis, variaciones orbitales terrestres y lunares, hipervolcanismo, hundimientos, caída de meteoritos, etc. Nada, en unos meses, va a librarse de la furia de Nibiru en la novela, y nada en la realidad va a librarse de la furia de Nibiru en la Tierra en unos meses: los iggigi están de regreso, y ya algunos de ellos tienen todos los datos necesarios para acometer el arribo oficial.

Quienes leyeron “Sangre Azul (El Club)” ya saben que los iggigi fueron los creadores de la especie humana. Los annunakki, fueron los rebeldes que cohabitaron con las mujeres en aquel tiempo en que a los hombres les nacieron hijas hermosas y cohabitaron con ellas, y ambos, iggigi y annunakki van a ajustar cuentas en el teatro de nuestro mundo.

Desde Bue Hills a los Montes de Toledo, hoy todos los que quieren saber conocen el emplazamiento de algún superbunker, como conocen la Cúpula del Fin del Mundo de Noruega donde se guardan semillas de todas las especies vegetales y ADN de todas especies animales, aunque hay muchas más en distintos continentes. Para esto, para cubrir discretamente todos estos gastos onerosísimos era necesaria esta crisis que usted vive y probablemente sufre, y para este fin se invadió Iraq (además de obtención de recursos allí estaban las tablillas iggigi –sumerias-, y tenían a mano Tora-Bora, donde se ubicó el palacio de En.Ki, el creador de la especie humana); pero también están al tanto de que por todo el mundo ya pueden fotografiar dos soles cuando se dan determinadas condiciones, que la luna está comportándose de forma atípica cual si estuviera fuera de órbita y que numerosos cuerpos del sistema solar están manifestando las perturbaciones propias de cuerpos celestes afectados por la presencia de otro cuerpo de gran masa y campo gravitacional que los está alterando. Las evidencias, hoy, son tan numerosas, que sólo quienes entraron en la desinformación de Elenin, o quienes todavía están durmiendo en su santuario de irrealidad, pueden ignorarlo. Además, no es necesario que nadie explique nada o necesita que otros lo corroboren, cuando es uno mismo el que lo ha visto, y todos hemos podido ver dos soles en el amanecer o el atardecer algún día de los últimos meses, y todos hemos podido ver en la última lunación que ésta se mostraba como si nos encontráramos en el ecuador y la misma eclíptica de la Tierra se hubiera desplazado 42º hacia el Norte entretanto la tierra había cabitado 42º hacia el Sur.

Sin embargo, y por si todo esto fuera poco, en las últimas fechas ya abundan las filtraciones –previsible que sucediera a medida que los acontecimientos se precipitan hacia su final- de quienes están participando en todas estas maniobras de ocultación y no quieren extinguirse con esta carga en sus conciencias, e incluso desde la Antártida, zona de exclusión de observación astronómica del ejército de los EEUU, nos llegan imágenes clarísimas de la observación de alguna de las lunas de Nibiru, grabadas con simples videocámaras. Las personas, conscientes de la que se está viniendo encima, comienzan a desertar de su obligación contraída de guardar ciertos secretos, y ya están llegando desde todos los rincones datos muy confiables.

El orden oficial y sus voceros, sin embargo, callan, a pesar de la enorme magnitud de estos acontecimientos que se están verificando. Tienen miedo de las consecuencias, de la ira popular cuando sepa en realidad a qué han estado jugando, procurando salvarse a costa de los demás, y sin empacho en haber practicado toda suerte de corruptelas, genocidios, guerras, desorden y atentados de falsa bandera, y no quieren soltar prenda hasta que se dé el pistoletazo de salida y todos corran a sus refugios porque en unas semanas más Nibiru será visible a simple vista. El verdadero riesgo que corren es que, para frenar la posible revancha, para cubrir su partida, aprieten el botón nuclear contra Irán, dejándonos a todos embarcados en una guerra nuclear. De hecho, y aunque en algunos segmentos se habla de ciertos enfrentamientos entre la elite que están suponiendo detenciones, desapariciones e incluso dimisiones de importantes mandatarios, pudiera no ser sino el inicio de la retirada de la escena pública de cierta parte de ese grupo de desalmados, o quién sabe si el inicio del enfrentamiento entre iggigi y annunakki, previo al arribo en masa de los antiguos dioses que están anunciados en casi todas las culturas.

No me gusta particularmente, pero es Nostradamus –lo cito por ser muy conocido del gran público- el que menciona el día 20 de Tauro como fecha en la que se subirá el telón del último acto y comience el episodio final de la especie, en la que toda ella se enfrentará, posiblemente, a su destrucción. Hay otros profetas, adempero, alguno también francés, que no pueden ver más allá de 2012, y también contamos en este sentido como la misma Biblia Kolbrin, la cual ya nos avisa de que la fecha en que se mostrará Nibiru –el Gran Destructor- ante los ojos del mundo, será el día del eclipse anular, y ese eclipse tendrá lugar el próximo día 20 de mayo ó 20 Tauro. Una fecha, por cierto, que suma 11 (para los curiosos interesados en la numerología).

Las armas desarrolladas por la ingeniería militar en las últimas décadas están a medio camino entre la ciencia-ficción y el delirio: desde armas mentales a geológicas, hay de todo. Armas, por otra parte, que no tienen sentido en conflagraciones entre humanos, aunque podríamos aplicarles la atenuante de la imbecilidad militar, la cual llegó al desarrollo de las armas nucleares que propician la guerra sin vencedores. En realidad, todas ellas no son sino un vano intento de dominio entre humanos, por una parte, y una opción de una defensa imposible ante fuerzas de una naturaleza que, por simple lógica, disponen no sólo de una tecnología infinitamente más avanzada, sino de un inteligencia que ni siquiera está en el horizonte de las capacidades humanas. Después de todo, no somos sino sus criaturas, sus productos.

El tiempo, pues, está llegando. Es cierto que nadie ha sido condenado ante los tribunales humanos por los crímenes contra la humanidad que fueron cometidos a lo largo de la Historia, como nadie ha sido condenado por ningún tribunal por las falsas guerras, pandemias y crisis económicas que vivimos; pero tal vez eso, ahora, sea por poco tiempo. Lo verdaderamente preocupante, es que los iggigi ya quisieron destruir a la especie una vez con el Diluvio, y pueda ser que al ver cómo hemos evolucionado vuelvan a planteárselo, reconsiderando que se equivocaron al crearnos. Entonces, fue En.Ki el que salvó del Diluvio destructor a la especie a través de Ut.Napistim, pero hoy En.Ki está del otro lado, del de los jueces. Bien mirado, cuando veo el grado de corrupción que ha alcanzado la especie, el infinito sufrimiento acumulado en todo el planeta, el dolor, el maltrato, la soledad individuales de tantos miles de millones de seres, cuando contemplo o releo los torcidos renglones de la Historia, el continuo baño de sangre a que nos hemos visto sometidos para que unos pocos se creyeran dioses en la Tierra, cuando compruebo que hoy se multiplican y concentran todas las injusticias de la Historia en esta generación que puebla el planeta, el hambre, la desolación, el egoísmo, los miles de millones de personas que padecen la miseria, la muerte y el horror por el bienestar de unos pocos, cuando miro a mi alrededor y lo veo, si yo fuera uno de los creadores de esta especie perversa, no sé, tal vez no me quedarían muchas ganar de ser muy generoso. Ojalá que los dioses piensen distinto y sepan qué es la compasión, algo que los humanos ignoramos.

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Gladio (espada en latín), fue el nombre que se le dio a la "red de agentes durmientes desplegados por la OTAN en Italia y preparados para entrar en acción en caso de que los soviéticos invadieran Europa Occidental", y serían la fuerza aliada que permanecería detrás de las líneas soviéticas para facilitar el contraataque.

El diccionario es permisivo, incluye la rigidez en la delimitación de las entradas y salidas; al tiempo que acoge la pérdida de los formatos cerebrales a la hora de regular las ideas entrantes o las emitidas tras elucubraciones varias. A veces no está tan claro si apreciamos más los desajustes o seguimos fieles a ciertos límites establecidos.

 
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