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Con motivo del bicentenario del nacimiento de Charles Dickens, el 7 de febrero de 1812, nos encontramos con el novelista inglés y le interrogamos sobre los tiempos que nos han tocado vivir

Conversación con Dickens

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Me encontré el otro día a Charles Dickens en la esquina de los poetas de la Abadía de Westminster. Me apunto con su barba puntiaguda y casi caigo a tierra por la emoción. Recuperado del primer soponcio en seguida veo la oportunidad de encontrarme con el novelista de los pobres y de los miserables en estos momentos de pobreza y miseria, -cómo si alguna vez hubiera habido tiempos de riqueza y abundancia- me contestan, antes de poder hablar, los ojos entornados del genio.

Le empiezo a contar entonces la historia de cada día, que dos ancianitos han sido detenidos por robar en un supermercado cuatro latas de conservas porque no tenían que comer, que una mujer le ha robado la hucha a su cuñada, que ya se esta preparando una buena de manifestaciones allí y acá, que en los colegios no tenemos ni para calefacción… -qué me vas a contar a mi que yo no sepa- Dickens amenaza con irse porque parece que lo aburro. Le digo, para retenerlo con lisonjas, que ahora nos hacen falta novelistas como él que denuncien la pobreza. Me contesta, en el mejor inglés que se ha usado muy pocas veces (Shakespeare y poco más) que la peor pobreza es la del espíritu, y de esa ahora hay más que antes.

Por curiosidad malsana le pregunto si los espíritus del pasado, del presente y del futuro van a visitar a los banqueros y a los políticos corruptos como hicieron con el señor Scrooge. –La avaricia es la misma, siempre. Pienso que la literatura y la imaginación son los únicos refugios posibles y que sin ellas es imposible mejorar. Oliver Twist y David Copperfield no has hecho mejore señor Dickens.

Como estos son Tiempos difíciles y frente a ellos sólo caben Grandes esperanzas le pido a Dickens una formula para aguantar el chaparrón (entiéndase vida) y un epitafio para la tumba de este siglo. “Es el mejor de los tiempos, es el peor de los tiempos. Es la edad de la sabiduría, y también de la locura. Es la época de la fe, y también de la incredulidad, la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación”, me contesta casi en un susurro que se pierde en la bruma que sube del Támesis.

Conversación con Dickens

Con motivo del bicentenario del nacimiento de Charles Dickens, el 7 de febrero de 1812, nos encontramos con el novelista inglés y le interrogamos sobre los tiempos que nos han tocado vivir
Alejandro Muñoz González
domingo, 4 de marzo de 2012, 10:10 h (CET)
Me encontré el otro día a Charles Dickens en la esquina de los poetas de la Abadía de Westminster. Me apunto con su barba puntiaguda y casi caigo a tierra por la emoción. Recuperado del primer soponcio en seguida veo la oportunidad de encontrarme con el novelista de los pobres y de los miserables en estos momentos de pobreza y miseria, -cómo si alguna vez hubiera habido tiempos de riqueza y abundancia- me contestan, antes de poder hablar, los ojos entornados del genio.

Le empiezo a contar entonces la historia de cada día, que dos ancianitos han sido detenidos por robar en un supermercado cuatro latas de conservas porque no tenían que comer, que una mujer le ha robado la hucha a su cuñada, que ya se esta preparando una buena de manifestaciones allí y acá, que en los colegios no tenemos ni para calefacción… -qué me vas a contar a mi que yo no sepa- Dickens amenaza con irse porque parece que lo aburro. Le digo, para retenerlo con lisonjas, que ahora nos hacen falta novelistas como él que denuncien la pobreza. Me contesta, en el mejor inglés que se ha usado muy pocas veces (Shakespeare y poco más) que la peor pobreza es la del espíritu, y de esa ahora hay más que antes.

Por curiosidad malsana le pregunto si los espíritus del pasado, del presente y del futuro van a visitar a los banqueros y a los políticos corruptos como hicieron con el señor Scrooge. –La avaricia es la misma, siempre. Pienso que la literatura y la imaginación son los únicos refugios posibles y que sin ellas es imposible mejorar. Oliver Twist y David Copperfield no has hecho mejore señor Dickens.

Como estos son Tiempos difíciles y frente a ellos sólo caben Grandes esperanzas le pido a Dickens una formula para aguantar el chaparrón (entiéndase vida) y un epitafio para la tumba de este siglo. “Es el mejor de los tiempos, es el peor de los tiempos. Es la edad de la sabiduría, y también de la locura. Es la época de la fe, y también de la incredulidad, la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación”, me contesta casi en un susurro que se pierde en la bruma que sube del Támesis.

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