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Naranja Mecánica

En el último cuarto del Siglo XVI, Felipe II se las vio como Rajoy se las está viendo ahora
ZEN
miércoles, 18 de enero de 2012, 08:52 h (CET)

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En aquellos días se estrenaba el Estado Moderno con una burocracia formada por las clases medias. Eran los Secretarios Reales, los tecnócratas de la época. Y una carga enorme para el Estado en forma de ejército, la “Armada Invencible”, recordaran ustedes.

Hoy, nuestros presidentes de gobiernos, se encuentran con un ejército de casi cinco millones de parados  y un administración repleta de empresas públicas, denominadas “Entes” que han estado fuera de todo control, y funcionando como empresas de colocación y pago de favores políticos y personales. Lo que podríamos llamar la “Armada de Imbéciles”, que no es lo mismo que la Invencible pero nos dará el mismo resultado.

Felipe II, llamado el Rey Prudente, creó un sistema de impuestos extensísimo, lo que hoy sería nuestra Agencia Tributaria, y los ciudadanos se hartaron de pagar tercias reales, alcabalas, cruzadas y subsidios, que venían a ser los IRPF, IVA e impuestos cargados sobre la gasolina, de hoy en día. El Prudente, no fue un manirroto. Logró cuadruplicar los ingresos estatales y exigió que cada territorio fuera autónomo. Y aún así esa política llevó a la quiebra al estado español de la época.

Los derrochadores de la época eran los habitantes de los Países Bajos, es decir, la Naranja Mecánica de Holanda. No había manera de que ahorraran, y  Felipe II les obligó con impuestos sobre la renta y el comercio, de la mano del Duque de Alba, cuyos excesos todavía asustan a los niños holandeses que no se portan bien.

En la Comunidad Valenciana, somos “la Naranja de Saldo”. Pero ¿Será Fabra nuestro Duque de Alba? ¿O enviarán a uno de Madrid?

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España, en agosto, se viste de fiesta. Sumida en el calor de la canícula, el aire nos trae el olor a pólvora quemada, albahaca fresca, espetos asados o la inconfundible fragancia verde y jugosa de los tomates de Buñol. Es el olor de la fiesta; el olor de la vida que aflora y que, en este mes, se extiende de norte a sur, de este a oeste, en un mosaico vibrante de celebraciones patronales.


Ser educado no está de moda, ya que los “por favor” o “gracias” se han vuelto expresiones en un desuso tal, que es curioso cómo te miran cuando algunas de estas dos expresiones de cortesía salen de tu boca. Será que está sobrevalorado esto de los modales, que las prisas nos tienen tan absorbidos que cuesta sacar cinco segundos de nuestro maravilloso tiempo para mostrarse agradecido o pedir disculpas.

 
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