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La muerte de Mohamed Buazizi marcó el inicio de la revolución árabe

Un año después Túnez sigue esperando el cambio

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Túnez celebra el primer aniversario de la dimisión del expresidente Zine el Abidine Ben Alí, aunque todavía tiene que recorrer mucho camino para conseguir un cambio verdadero en el país, lo que ha quedado demostrado con la muerte este lunes de Ammar Gharsalá, que se prendió fuego desesperado por la falta de trabajo y comida.

La muerte de Gharsalá recuerda a la de Mohamed Buazizi, el joven tunecino que se prendió fuego después de que la Policía del país le quitase su carrito de fruta a finales de 2010 y que murió poco después, lo que provocó el inicio de las protestas contra el Gobierno.

Con la caída de Ben Alí, que se encuentra en Arabia Saudí exiliado, Túnez se convirtió en ejemplo para la población de los países regionales dirigidos por dictadores. Egipto y Libia han conseguido derrocar a sus mandatarios, los sirios siguen manifestándose mientras que en Yemen, todavía no se ha realizado el traspaso de poder prometido.

Sin embargo, el fallecimiento de Gharsalá destaca los problemas de pobreza, desempleo y corrupción que se mantienen en el país. El analista Salá Attya explicó que "Túnez ha conseguido celebrar elecciones libres y establecer una pluralidad real y un papel significativo de la sociedad civil". "Es un sueño hecho realidad", comentó.

"Pero por otro lado, las condiciones sociales no han cambiado, la economía ha seguido su estancamiento y los precios han seguido subiendo", señaló.

Gharsalá realizó una asentada frente las oficinas del Gobierno local de Gafsa, una región minera en el oeste de Túnez donde las cuotas de desempleo son muy altas y se producen protestas a menudo por las condiciones de vida. El 5 de enero, cuando tres ministros del nuevo Gobierno visitaron la zona, se prendió fuego, muriendo el pasado lunes.

Falta de trabajo

Su frustración es un signo común entre muchos tunecinos. Con la caída de Ben Alí, la población pensó que se iban a producir mejoras en sus condiciones de vida. Sin embargo, en algunas zonas la inestabilidad provocó la salida de inversores y la caída del turismo extranjero.

El pasado año, 600.000 tunecinos estaban sin empleo. Este año esa cifra ha subido hasta los 850.000. El crecimiento del PIB se encuentra a cero, respecto a la subida del 3 por ciento el año anterior.

El presidente de los Sindicatos Tunecinos de Industria y Comercio, Wided Buchamaui, explicó que en 2011 abandonaron Túnez 120 empresas extranjeras. "La economía tunecina podría pararse si esto continúa", señaló.

Samir Dilou, uno de los portavoces del nuevo Ejecutivo, estimó que la economía tunecina había perdido unos 2.500 millones de dinares (unos 1.260 millones de euros) por efectos de la revolución.

El Gobierno tunecino, del partido islamista Ennahda elegido en las elecciones del pasado octubre, prometió que creará 100.000 empleos este año y que dará prioridad a las regiones empobrecidas.

Sin embargo, muchos habitantes se quejan de que no se ha producido ninguna mejora. "No ha cambiado nada", comentó Omar Gharbi. "La pobreza ha aumentado, los cafés están llenos de gente desempleada. Existe mucha desesperación entre la gente joven (...). Estamos muriendo lentamente", añadió.

Fiesta nacional

El Gobierno ha decretado el sábado 14 como día de fiesta nacional. El presidente Moncef Marzuki, ex preso político, atenderá a los mandatarios de Libia, Argelia y Qatar que participarán en los actos. Grupos de la sociedad civil podrán festejar el aniversario en la avenida Burguiba, donde se convocaron las masivas manifestaciones contra Ben Alí.

Pese a todas las carencias, el país ha conseguido desmantelar la Policía secreta del expresidente y los medios de comunicación han conseguido mayores cotas de libertad, volviendo a ser ejemplo para las transiciones de los países de la zona.

Además, con la llegada de los islamistas al Gobierno, el país ha demostrado que el islamismo político no supone la destrucción del Estado o la imposición de las estrictas leyes morales del Islam.

"Deberían estar orgullos porque habían construido vuestro país", indicó Marzuki en un mensaje a sus compatriotas por el aniversario. "Tened fe de que superaremos todas las dificultades y conseguiremos seguridad", añadió.

Un año después Túnez sigue esperando el cambio

La muerte de Mohamed Buazizi marcó el inicio de la revolución árabe
Redacción
sábado, 14 de enero de 2012, 12:27 h (CET)

Túnez celebra el primer aniversario de la dimisión del expresidente Zine el Abidine Ben Alí, aunque todavía tiene que recorrer mucho camino para conseguir un cambio verdadero en el país, lo que ha quedado demostrado con la muerte este lunes de Ammar Gharsalá, que se prendió fuego desesperado por la falta de trabajo y comida.

La muerte de Gharsalá recuerda a la de Mohamed Buazizi, el joven tunecino que se prendió fuego después de que la Policía del país le quitase su carrito de fruta a finales de 2010 y que murió poco después, lo que provocó el inicio de las protestas contra el Gobierno.

Con la caída de Ben Alí, que se encuentra en Arabia Saudí exiliado, Túnez se convirtió en ejemplo para la población de los países regionales dirigidos por dictadores. Egipto y Libia han conseguido derrocar a sus mandatarios, los sirios siguen manifestándose mientras que en Yemen, todavía no se ha realizado el traspaso de poder prometido.

Sin embargo, el fallecimiento de Gharsalá destaca los problemas de pobreza, desempleo y corrupción que se mantienen en el país. El analista Salá Attya explicó que "Túnez ha conseguido celebrar elecciones libres y establecer una pluralidad real y un papel significativo de la sociedad civil". "Es un sueño hecho realidad", comentó.

"Pero por otro lado, las condiciones sociales no han cambiado, la economía ha seguido su estancamiento y los precios han seguido subiendo", señaló.

Gharsalá realizó una asentada frente las oficinas del Gobierno local de Gafsa, una región minera en el oeste de Túnez donde las cuotas de desempleo son muy altas y se producen protestas a menudo por las condiciones de vida. El 5 de enero, cuando tres ministros del nuevo Gobierno visitaron la zona, se prendió fuego, muriendo el pasado lunes.

Falta de trabajo

Su frustración es un signo común entre muchos tunecinos. Con la caída de Ben Alí, la población pensó que se iban a producir mejoras en sus condiciones de vida. Sin embargo, en algunas zonas la inestabilidad provocó la salida de inversores y la caída del turismo extranjero.

El pasado año, 600.000 tunecinos estaban sin empleo. Este año esa cifra ha subido hasta los 850.000. El crecimiento del PIB se encuentra a cero, respecto a la subida del 3 por ciento el año anterior.

El presidente de los Sindicatos Tunecinos de Industria y Comercio, Wided Buchamaui, explicó que en 2011 abandonaron Túnez 120 empresas extranjeras. "La economía tunecina podría pararse si esto continúa", señaló.

Samir Dilou, uno de los portavoces del nuevo Ejecutivo, estimó que la economía tunecina había perdido unos 2.500 millones de dinares (unos 1.260 millones de euros) por efectos de la revolución.

El Gobierno tunecino, del partido islamista Ennahda elegido en las elecciones del pasado octubre, prometió que creará 100.000 empleos este año y que dará prioridad a las regiones empobrecidas.

Sin embargo, muchos habitantes se quejan de que no se ha producido ninguna mejora. "No ha cambiado nada", comentó Omar Gharbi. "La pobreza ha aumentado, los cafés están llenos de gente desempleada. Existe mucha desesperación entre la gente joven (...). Estamos muriendo lentamente", añadió.

Fiesta nacional

El Gobierno ha decretado el sábado 14 como día de fiesta nacional. El presidente Moncef Marzuki, ex preso político, atenderá a los mandatarios de Libia, Argelia y Qatar que participarán en los actos. Grupos de la sociedad civil podrán festejar el aniversario en la avenida Burguiba, donde se convocaron las masivas manifestaciones contra Ben Alí.

Pese a todas las carencias, el país ha conseguido desmantelar la Policía secreta del expresidente y los medios de comunicación han conseguido mayores cotas de libertad, volviendo a ser ejemplo para las transiciones de los países de la zona.

Además, con la llegada de los islamistas al Gobierno, el país ha demostrado que el islamismo político no supone la destrucción del Estado o la imposición de las estrictas leyes morales del Islam.

"Deberían estar orgullos porque habían construido vuestro país", indicó Marzuki en un mensaje a sus compatriotas por el aniversario. "Tened fe de que superaremos todas las dificultades y conseguiremos seguridad", añadió.

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