Ambos tenían edades similares (el primero 75 años y el segundo 6 años
menos) pero encarnaban procesos antagónicos.
Havel fue uno de las principales intelectuales disidentes
anticomunistas de Europa del Este y el hombre que encarnó la
‘revolución de terciopelo’ de 1989 que produjo el reemplazo del partido
comunista checo por un régimen liberal y privatizador.
El fin de la
economía estatizada y planificada también condujo a la división entre
checos y eslovacos. Havel aceptó ese divorcio pacifico mientras que fue
uno de los lideres orientales que más luchó por que su país y región
entrasen a la Unión Europea.
A inicios de los noventas tuve la oportunidad de ver a Havel en una
plaza de Praga, capital que estaba llena de banderas estadounidenses,
algo impensable en América Latina, en donde el liberalismo no era un
movimiento popular de masas y, más bien, generaba rechazos sindicales.
Vargas Llosa, quien compartía con Havel similar vocación literaria y
orientación política, entonces había perdido las presidenciales
peruanas.
Desde hace 2 décadas todas las veintitantas repúblicas euro-orientales
son pro-mercado y la gran mayoría tiene regímenes anti-comunistas,
pro-OTAN y pro-UE, tal y cual lo quería Havel.
Kim, por el contrario, encarnaba al principal reducto del stalinismo en
el planeta. Mientras que Alemania, Vietnam y Yemen se reunificaron y
todos hoy son pro-mercado, Corea mantiene su división obtenida con
millones de víctimas. Mientras el sur emula al capitalismo japonés, el
norte tiene mayores restricciones al capital que Cuba, China o Vietnam.
La Corea del Norte posee poco más área que la del Sur (la cual, sin
embargo, le duplica en población y tiene un ingreso per cápita 20 veces
mayor), pero su régimen autárquico y autocrático se precia de tener una
sociedad menos desigual y más distributiva.
Nor-Corea posee armas nucleares y el cuarto ejército en tamaño del
mundo (el cual festeja haber propinado varias derrotas a EEUU). China y
Rusia le cubren las espaldas, aunque Nor-Corea no ha querido hacer
muchas reformas pro-occidentales como las de sus 2 colosales vecinos.
Ésta también es el único Estado no monárquico donde el poder pasa de
padre a hijo, algo que parece que se repetirá con el tercer hijo de
Kim, pese a tener solo 28 a 29 años de edad.