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Obama, el empleo y el oleoducto

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WASHINGTON -- Los que afirmamos que las políticas de regulación de la administración Obama no han surtido ningún efecto sobre el empleo, tenemos ahora pruebas concluyentes de lo contrario ofrecidas por -- lo adivinó -- la administración Obama. Por si se le había pasado, la administración anunció el jueves que aplaza la decisión del oleoducto Keystone XL de 7.000 millones de dólares, que transportaría crudo desde los yacimientos de petróleo de bituminosa de Canadá hasta las refinerías estadounidenses de la Costa del Golfo. Aunque existe cierta discrepancia en torno a la cifra de puestos de trabajo implicados, nadie cuestiona que el proyecto será un considerable creador neto de empleo. La administración Obama calculaba de 5.000 a 6.000 puestos de trabajo en la construcción. Otros cálculos son más elevados.

El proyecto lleva alrededor de tres años a examen del regulador, lo que viene a ser más o menos el tiempo que lleva la administración al frente del estado. Dado que el oleoducto pasa por fronteras internacionales, el Departamento de Estado está a cargo de examinar el impacto medioambiental del proyecto y si revierte o no en "el interés nacional". El Departamento de Estado había anunciado un dictamen para finales de este año. En su anuncio del jueves, afirma que el nuevo examen "podría estar completado durante el primer trimestre de 2013 como pronto".

Se dará cuenta de que, por alguna razón, el Departamento de Estado no sabe completar el nuevo examen antes de las elecciones presidenciales de noviembre. También debería de haberse dado cuenta de que, si hubiera sido aprobado el proyecto, tendría programado comenzar las operaciones en 2013. Finalmente, debería de reparar en que se trata de uno de esos enormes proyectos "de infraestructuras" que la administración pregona reiteradamente a los cuatro vientos como deseables para la creación de empleo a largo plazo.

Pero los ecologistas se oponen firmemente al proyecto por dos razones: ponen reparos a la explotación del petróleo de bituminosa que se suma a las emisiones de gases de efecto invernadero; y aducen que un vertido del oleoducto podría contaminar acuíferos, sobre todo el de Ogalala en Nebraska.

Existen dos posibles explicaciones del aplazamiento -- razones políticas o incompetencia en el examen original. "Se trata de algo puramente político y de conservar a un electorado radical, contrario a cualquier explotación de gas o petróleo de cualquier naturaleza, de parte del presidente en 2012", dice Jack N. Gerard, responsable del American Petroleum Institute. Kerri-Ann Jones, la funcionaria del Departamento de Estado que supervisa el examen, niega eso. "No se trata de una decisión política", dice. Aunque el Presidente Obama había anunciado inefablemente que podría adelantarse al Departamento vía decreto ejecutivo, ella dijo que "no existe ninguna iniciativa encaminada a influenciar nuestra decisión".

¿Era deficiente el examen original? A finales del verano, el Departamento difundió un voluminoso estudio de impacto medioambiental -- que incluye cientos de folios -- que daba luz verde al proyecto. El estudio llegaba a la conclusión de que Canadá iba a proceder con la explotación de los yacimientos de bituminosa hasta si se rechazaba el oleoducto. Buscaría "sistemas alternativos de transporte para desplazar el crudo al mercado". Esto, a su vez, da al traste con el argumento de las emisiones de gases de efecto invernadero; estas emisiones se iban a producir de todas formas.

En cuanto a los riesgos directos del oleoducto, el examen llegaba a la conclusión de que "tendrá un grado de seguridad mayor que cualquier oleoducto nacional construido de forma típica". Inevitablemente, rezaba el informe, se producirán vertidos. Citaba el oleoducto Keystone anterior que comenzó a funcionar en junio de 2010. Desde entonces, se han producido 14 vertidos. De ellos, 7 fueron de 40 litros o menos y cuatro de 400 litros o menos. El mayor fue de 84.000 litros, pero casi todo "quedó contenido dentro de la estación de bombeo" donde se registró el escape. El informe también concluye que hasta los vertidos más graves contaminarían solamente pequeños márgenes de acuíferos locales, y que "ningún escenario de vertido accidental afectaría adversamente al sistema (el acuífero) entero".

En su decisión de aplazar el proyecto, el Departamento de Estado cita la oposición en Nebraska al trazado que se contempla. Pero el estudio de impacto medioambiental también examinaba alternativas relevantes y llegaba a la conclusión de que "serían más largas que la ruta propuesta y causarían mayor alteración de territorios y se cruzarían más sistemas acuíferos que con el trazado propuesto".

Como política energética, la decisión de la administración se mueve en la dirección equivocada al tentar a Canadá a buscar en el extranjero -- Asia probablemente -- mercados para su producción de petróleo de bituminosa. Esto dista mucho de ser el camino para mejorar nuestra seguridad energética favoreciendo a los productores más estables. También constituye una afrenta a Canadá, uno de nuestros aliados más próximos.

Como legislación económica, pone de relieve que las cuestiones de regulación sí obstaculizan el crecimiento del empleo. No son la única causa de la débil creación de empleo -- la crisis inmobiliaria, la repercusión de la crisis financiera y los actuales problemas de Europa son causas importantes -- pero el argumento de la administración de que no tiene ningún efecto queda refutado a través de sus propias actuaciones.

Obama, el empleo y el oleoducto

Robert J. Samuelson
sábado, 12 de noviembre de 2011, 11:47 h (CET)
WASHINGTON -- Los que afirmamos que las políticas de regulación de la administración Obama no han surtido ningún efecto sobre el empleo, tenemos ahora pruebas concluyentes de lo contrario ofrecidas por -- lo adivinó -- la administración Obama. Por si se le había pasado, la administración anunció el jueves que aplaza la decisión del oleoducto Keystone XL de 7.000 millones de dólares, que transportaría crudo desde los yacimientos de petróleo de bituminosa de Canadá hasta las refinerías estadounidenses de la Costa del Golfo. Aunque existe cierta discrepancia en torno a la cifra de puestos de trabajo implicados, nadie cuestiona que el proyecto será un considerable creador neto de empleo. La administración Obama calculaba de 5.000 a 6.000 puestos de trabajo en la construcción. Otros cálculos son más elevados.

El proyecto lleva alrededor de tres años a examen del regulador, lo que viene a ser más o menos el tiempo que lleva la administración al frente del estado. Dado que el oleoducto pasa por fronteras internacionales, el Departamento de Estado está a cargo de examinar el impacto medioambiental del proyecto y si revierte o no en "el interés nacional". El Departamento de Estado había anunciado un dictamen para finales de este año. En su anuncio del jueves, afirma que el nuevo examen "podría estar completado durante el primer trimestre de 2013 como pronto".

Se dará cuenta de que, por alguna razón, el Departamento de Estado no sabe completar el nuevo examen antes de las elecciones presidenciales de noviembre. También debería de haberse dado cuenta de que, si hubiera sido aprobado el proyecto, tendría programado comenzar las operaciones en 2013. Finalmente, debería de reparar en que se trata de uno de esos enormes proyectos "de infraestructuras" que la administración pregona reiteradamente a los cuatro vientos como deseables para la creación de empleo a largo plazo.

Pero los ecologistas se oponen firmemente al proyecto por dos razones: ponen reparos a la explotación del petróleo de bituminosa que se suma a las emisiones de gases de efecto invernadero; y aducen que un vertido del oleoducto podría contaminar acuíferos, sobre todo el de Ogalala en Nebraska.

Existen dos posibles explicaciones del aplazamiento -- razones políticas o incompetencia en el examen original. "Se trata de algo puramente político y de conservar a un electorado radical, contrario a cualquier explotación de gas o petróleo de cualquier naturaleza, de parte del presidente en 2012", dice Jack N. Gerard, responsable del American Petroleum Institute. Kerri-Ann Jones, la funcionaria del Departamento de Estado que supervisa el examen, niega eso. "No se trata de una decisión política", dice. Aunque el Presidente Obama había anunciado inefablemente que podría adelantarse al Departamento vía decreto ejecutivo, ella dijo que "no existe ninguna iniciativa encaminada a influenciar nuestra decisión".

¿Era deficiente el examen original? A finales del verano, el Departamento difundió un voluminoso estudio de impacto medioambiental -- que incluye cientos de folios -- que daba luz verde al proyecto. El estudio llegaba a la conclusión de que Canadá iba a proceder con la explotación de los yacimientos de bituminosa hasta si se rechazaba el oleoducto. Buscaría "sistemas alternativos de transporte para desplazar el crudo al mercado". Esto, a su vez, da al traste con el argumento de las emisiones de gases de efecto invernadero; estas emisiones se iban a producir de todas formas.

En cuanto a los riesgos directos del oleoducto, el examen llegaba a la conclusión de que "tendrá un grado de seguridad mayor que cualquier oleoducto nacional construido de forma típica". Inevitablemente, rezaba el informe, se producirán vertidos. Citaba el oleoducto Keystone anterior que comenzó a funcionar en junio de 2010. Desde entonces, se han producido 14 vertidos. De ellos, 7 fueron de 40 litros o menos y cuatro de 400 litros o menos. El mayor fue de 84.000 litros, pero casi todo "quedó contenido dentro de la estación de bombeo" donde se registró el escape. El informe también concluye que hasta los vertidos más graves contaminarían solamente pequeños márgenes de acuíferos locales, y que "ningún escenario de vertido accidental afectaría adversamente al sistema (el acuífero) entero".

En su decisión de aplazar el proyecto, el Departamento de Estado cita la oposición en Nebraska al trazado que se contempla. Pero el estudio de impacto medioambiental también examinaba alternativas relevantes y llegaba a la conclusión de que "serían más largas que la ruta propuesta y causarían mayor alteración de territorios y se cruzarían más sistemas acuíferos que con el trazado propuesto".

Como política energética, la decisión de la administración se mueve en la dirección equivocada al tentar a Canadá a buscar en el extranjero -- Asia probablemente -- mercados para su producción de petróleo de bituminosa. Esto dista mucho de ser el camino para mejorar nuestra seguridad energética favoreciendo a los productores más estables. También constituye una afrenta a Canadá, uno de nuestros aliados más próximos.

Como legislación económica, pone de relieve que las cuestiones de regulación sí obstaculizan el crecimiento del empleo. No son la única causa de la débil creación de empleo -- la crisis inmobiliaria, la repercusión de la crisis financiera y los actuales problemas de Europa son causas importantes -- pero el argumento de la administración de que no tiene ningún efecto queda refutado a través de sus propias actuaciones.

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