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Caer en el discurso catastrofista nos limita

¿Qué vuela en el aula?

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Cada mañana la vida en las aulas aglutina personas, convierte habitáculos en confortables espacios, ilusiona rostros, miradas, cuerpos y ¿por qué no?... hasta almas, aviva y/o acorta curiosidades, destruye y/o incrementa deseos, motivaciones, sueños incluso alas. Cada mañana se conjugan funciones para comprender donde estamos y recibir la herencia cultural, la reproducción social, y la función innovadora que (nos) ayuda a transformar la realidad existente. Cohabitan fuera y dentro de la vida de las aulas. También está el poder de sanción o sanación de las propias palabras que pululan en las aulas. No dejemos de reconocerlo o recordarlo así como el poder jerárquico y el sistema de valores que inundan las (in)visibilidades.

Caer en el discurso catastrofista nos limita a crear espacios y tiempos donde palabras como imaginación, creatividad y originalidad dejan de volar. <>, <>, <> podrán decir algunas personas. Sin embargo, a día de hoy existen practicas educativas puestas en marcha por docentes con ganas de innovar y dar cabida a la creatividad a pesar de la burocracia que asfixia la cotidianidad. <>, <>, <>. Podemos encontrarnos con distintas actitudes, aptitudes y filosofías educativas en torno a las relaciones establecidas. Las redes sociales en esta era de la información e infotoxicación se han convertido en fructífero recurso para dar a conocer a la comunidad, crear conexiones, aprender nuevos métodos, técnicas e incluso actividades en el mundo educativo.

Quiero aquí invitar a la reflexión sobre las interpretaciones que hacemos sobre la esfera de la educación. Recordar la importancia de esos pensamientos, palabras o juicios que podamos emitir sobre (las y los) docentes de hijas, hijos, sobrinas, sobrinos, conocidos o simplemente los comentados a nivel general acerca de la profesión. Si tenemos una comprensión distinta de la escuela quizá la innovación educativa (y no solamente metodológica sino a nivel filosófico que engloba todos los ámbitos) proporcione espacios y tiempos más relevantes en nuestra comunidad. Cada persona participamos en esta construcción.

¿Qué valor concedemos a las maestras y maestros? ¿Cómo vemos la escuela? ¿Qué pensamos y decimos sobre ella? ¿Existe o no un desprestigio generalizado al estudiar Magisterio y desempeñar la labor? ¿Qué entendemos por hacer política dentro de las aulas? No se les olvide que hoy están leyendo estas líneas, probablemente, gracias a la perseverancia, paciencia, cariño y amor a la profesión de una maestra o un maestro. Gracias Doña María por enseñarme(nos) el amor a la sabiduría, ese que volaba por su aula. ¿Recordáis qué volaba en las vuestras?

¿Qué vuela en el aula?

Caer en el discurso catastrofista nos limita
Fátima Ramos Andreu
sábado, 6 de mayo de 2017, 11:30 h (CET)
Cada mañana la vida en las aulas aglutina personas, convierte habitáculos en confortables espacios, ilusiona rostros, miradas, cuerpos y ¿por qué no?... hasta almas, aviva y/o acorta curiosidades, destruye y/o incrementa deseos, motivaciones, sueños incluso alas. Cada mañana se conjugan funciones para comprender donde estamos y recibir la herencia cultural, la reproducción social, y la función innovadora que (nos) ayuda a transformar la realidad existente. Cohabitan fuera y dentro de la vida de las aulas. También está el poder de sanción o sanación de las propias palabras que pululan en las aulas. No dejemos de reconocerlo o recordarlo así como el poder jerárquico y el sistema de valores que inundan las (in)visibilidades.

Caer en el discurso catastrofista nos limita a crear espacios y tiempos donde palabras como imaginación, creatividad y originalidad dejan de volar. <>, <>, <> podrán decir algunas personas. Sin embargo, a día de hoy existen practicas educativas puestas en marcha por docentes con ganas de innovar y dar cabida a la creatividad a pesar de la burocracia que asfixia la cotidianidad. <>, <>, <>. Podemos encontrarnos con distintas actitudes, aptitudes y filosofías educativas en torno a las relaciones establecidas. Las redes sociales en esta era de la información e infotoxicación se han convertido en fructífero recurso para dar a conocer a la comunidad, crear conexiones, aprender nuevos métodos, técnicas e incluso actividades en el mundo educativo.

Quiero aquí invitar a la reflexión sobre las interpretaciones que hacemos sobre la esfera de la educación. Recordar la importancia de esos pensamientos, palabras o juicios que podamos emitir sobre (las y los) docentes de hijas, hijos, sobrinas, sobrinos, conocidos o simplemente los comentados a nivel general acerca de la profesión. Si tenemos una comprensión distinta de la escuela quizá la innovación educativa (y no solamente metodológica sino a nivel filosófico que engloba todos los ámbitos) proporcione espacios y tiempos más relevantes en nuestra comunidad. Cada persona participamos en esta construcción.

¿Qué valor concedemos a las maestras y maestros? ¿Cómo vemos la escuela? ¿Qué pensamos y decimos sobre ella? ¿Existe o no un desprestigio generalizado al estudiar Magisterio y desempeñar la labor? ¿Qué entendemos por hacer política dentro de las aulas? No se les olvide que hoy están leyendo estas líneas, probablemente, gracias a la perseverancia, paciencia, cariño y amor a la profesión de una maestra o un maestro. Gracias Doña María por enseñarme(nos) el amor a la sabiduría, ese que volaba por su aula. ¿Recordáis qué volaba en las vuestras?

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