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Sigue existiendo discriminación por razón de sexos

Masculino y femenino

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A pesar de los logros adquiridos en estos últimos cien años; en la esfera laboral sigue existiendo discriminación por razón de sexos, en contradicción con la idealización y bonita narración del “artículo 35″ de nuestra norma suprema.

Dentro de las silenciosas paredes de los escenarios laborales, el “sexo emocional”, como así lo han llamado de forma despectiva colectivos conservadores neoliberales, las mujeres lideran cada trimestre, las tablas estadísticas de temporalidad y “contratos a tiempo parcial”; o dicho de otra manera, abanderan la inestabilidad y la economía sumergida.

Entre los retos frustrados de la lucha centenaria por la igualdad, las nóminas con nombre de mujer suman menos euros en sus totales devengados, que las etiquetadas por nombres, tales como; “Pedro” o “José”.

Las élites sociales, económicas y políticas, continúan vistiéndose con trajes oscuros encorbatados hasta la nuez, en detrimento del combatido atuendo de mujer como símbolo de poder.

El contraste paisajístico urbano del cosmopolitanismo actual nos ofrece sobre el asfalto de las avenidas, la simbología de contraste entre la cultura occidental unisex y los vestidos tapados, símbolo de valores al imperio del dogmatismo credencial.

La inculturación de los factores hereditarios biológicos y ambientales de nuestros antepasados cazadores y recolectores, ha fosilizado las cadenas de la “esfera privada femenina” a una opresión milenaria en beneficio de los hombres. El discurso liberal, defensor de la libertad negativa, olvidó en sus postulados más esenciales a la mujer como agente de cambio en el devenir histórico de los tiempos. La defensa a ultranza de la división de roles en la familia nuclear ha perpetuado la condena femenina a la cárcel doméstica en contrastre con la libertad formal masculina. Desde la defensa de la ideología feminista radical, la hembra en la selva de los hombres, tiene sus mecanismos biológicos de adaptación al medio sin la necesidad de imitar los protocolos defensivos de ellos. La intuición junto con la emocionabilidad femenina debe ser compatible con la racionalidad de los varones, tan defendida por los neoliberales, para ordenar la paz social.

El broche femenino en los roles masculinos debe contribuir a un enriquecimiento de la acción productiva de las sociedades avanzadas como sinónimo de tolerancia por el determinismo biológico entre hombres y mujeres.

Desde la crítica, debemos reflexionar y reorientar la batalla de la igualdad, hacia una defensa de la esencia femenina como valor añadido al producto social, en detrimento de la lucha por la masculinización actual.

Masculino y femenino

Sigue existiendo discriminación por razón de sexos
Abel Ros
viernes, 24 de junio de 2011, 06:58 h (CET)
A pesar de los logros adquiridos en estos últimos cien años; en la esfera laboral sigue existiendo discriminación por razón de sexos, en contradicción con la idealización y bonita narración del “artículo 35″ de nuestra norma suprema.

Dentro de las silenciosas paredes de los escenarios laborales, el “sexo emocional”, como así lo han llamado de forma despectiva colectivos conservadores neoliberales, las mujeres lideran cada trimestre, las tablas estadísticas de temporalidad y “contratos a tiempo parcial”; o dicho de otra manera, abanderan la inestabilidad y la economía sumergida.

Entre los retos frustrados de la lucha centenaria por la igualdad, las nóminas con nombre de mujer suman menos euros en sus totales devengados, que las etiquetadas por nombres, tales como; “Pedro” o “José”.

Las élites sociales, económicas y políticas, continúan vistiéndose con trajes oscuros encorbatados hasta la nuez, en detrimento del combatido atuendo de mujer como símbolo de poder.

El contraste paisajístico urbano del cosmopolitanismo actual nos ofrece sobre el asfalto de las avenidas, la simbología de contraste entre la cultura occidental unisex y los vestidos tapados, símbolo de valores al imperio del dogmatismo credencial.

La inculturación de los factores hereditarios biológicos y ambientales de nuestros antepasados cazadores y recolectores, ha fosilizado las cadenas de la “esfera privada femenina” a una opresión milenaria en beneficio de los hombres. El discurso liberal, defensor de la libertad negativa, olvidó en sus postulados más esenciales a la mujer como agente de cambio en el devenir histórico de los tiempos. La defensa a ultranza de la división de roles en la familia nuclear ha perpetuado la condena femenina a la cárcel doméstica en contrastre con la libertad formal masculina. Desde la defensa de la ideología feminista radical, la hembra en la selva de los hombres, tiene sus mecanismos biológicos de adaptación al medio sin la necesidad de imitar los protocolos defensivos de ellos. La intuición junto con la emocionabilidad femenina debe ser compatible con la racionalidad de los varones, tan defendida por los neoliberales, para ordenar la paz social.

El broche femenino en los roles masculinos debe contribuir a un enriquecimiento de la acción productiva de las sociedades avanzadas como sinónimo de tolerancia por el determinismo biológico entre hombres y mujeres.

Desde la crítica, debemos reflexionar y reorientar la batalla de la igualdad, hacia una defensa de la esencia femenina como valor añadido al producto social, en detrimento de la lucha por la masculinización actual.

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