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Como en la ilusión óptica en que los objetos lejanos parecen reflejarse en una inexistente superficie líquida, Latinoamérica sigue viendo espejismos en el fallido Sahara Occidental

Choque en la ONU por espejismos en el Sahara

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Es conocido el fenómeno de los espejismos en el desierto, donde al calentarse el aire próximo a la arena produce una variación de densidad relativa a la altura con respecto al suelo, lo cual crea distintos índices de refracción.

Este fenómeno contribuye a que en el desierto y en otros escenarios parecidos, un objeto lejano como una palmera se reproduzca invertida y parezca reflejarse en una superficie líquida.

En el Sahara marroquí, antiguo Sahara español y fallido Sáhara Occidental, territorio donde surgieron en el seno de la confedereración de tribus bereberes las dinastías que gobernaron al mismo imperio almorávide del cual deriva Marruecos como estado nación, la confrontación ideológica también ha sido capaz de crear espejismos.

Sucede que el espejismo tiene su equivalente político en la logomaquia, que también se origina en este caso en el desierto del Sáhara, dado que en la polémica se atiende más a las palabras que al fondo del asunto.

En este caso los espejismos ideológicos, que como falsos oasis se originan en el Sáhara, en lugar de originarse por densidad y temperatura del aire o distancia de visualización, tienen su etiología en la engañosa y perimida clasificación de estados africanos en “progresistas” y “reaccionarios” en razón de su alineamiento temporal con alguna de las dos superpotencias durante la guerra fría.

Siguiendo esa perimida clasificación, Venezuela empeña hace tiempo su retórica diplomática en justificar la eternización del problema del Sahara, con entusiasmo digno de mejor causa.

En ese contexto fue que chocaron Marruecos y Venezuela por intermedio de sus embajadores en la ONU, siendo duramente recriminado el gobierno del país sudamericano, estérilmente involucrado en una disputa que además aborda con criterios errados.

Ello le valió una enérgica crítica del embajador de Marruecos en Naciones Unidas, Omar Hilale, quien recriminó duramente al embajador de Venezuela después de que este último pidiera que se tomasen en consideración los "territorios ocupados", como Palestina y el Sahara marroquí, en un debate sobre cuestiones ambientales.

El embajador Hilale pidió a su homólogo venezolano más humildad y modestia, ya que no debe dar lecciones a Marruecos en un momento en que su régimen “no puede garantizar alimentos a su pueblo y ataca diariamente a los manifestantes pacíficos que aspiran únicamente a la democracia, a la dignidad y a comida suficiente para sobrevivir”.

La crítica en la ONU coincidió con disturbios en Caracas y la muerte de un manifestante.

El embajador Hilale también se preguntó irónicamente si el representante de Venezuela no se equivocó de reunión o de agenda al hacer referencia al Sahara marroquí.

En el mismo sentido, Hilale señaló que en el Sáhara marroquí, los hombres, las mujeres y los niños comen bien y no necesitan cruzar fronteras para abastecerse de alimentos.

Como ya lo dijimos muchas veces en esta columna, un hato de obsecuentes al discurso de las ONG que lucran con la tragedia de las tribus martirizadas en el desierto, y prolongar su sufrimiento para seguir lucrando con la ayuda internacional.

Los gobiernos latinoamericanos deberían dejar de asomarse con ojos ajenos a una realidad no tan distante, pues de otra manera solo están siendo cómplices de aquellos que convirtieron a dignos hijos del desierto en mendigos de la ayuda internacional.

Choque en la ONU por espejismos en el Sahara

Como en la ilusión óptica en que los objetos lejanos parecen reflejarse en una inexistente superficie líquida, Latinoamérica sigue viendo espejismos en el fallido Sahara Occidental
Luis Agüero Wagner
viernes, 21 de abril de 2017, 00:03 h (CET)
Es conocido el fenómeno de los espejismos en el desierto, donde al calentarse el aire próximo a la arena produce una variación de densidad relativa a la altura con respecto al suelo, lo cual crea distintos índices de refracción.

Este fenómeno contribuye a que en el desierto y en otros escenarios parecidos, un objeto lejano como una palmera se reproduzca invertida y parezca reflejarse en una superficie líquida.

En el Sahara marroquí, antiguo Sahara español y fallido Sáhara Occidental, territorio donde surgieron en el seno de la confedereración de tribus bereberes las dinastías que gobernaron al mismo imperio almorávide del cual deriva Marruecos como estado nación, la confrontación ideológica también ha sido capaz de crear espejismos.

Sucede que el espejismo tiene su equivalente político en la logomaquia, que también se origina en este caso en el desierto del Sáhara, dado que en la polémica se atiende más a las palabras que al fondo del asunto.

En este caso los espejismos ideológicos, que como falsos oasis se originan en el Sáhara, en lugar de originarse por densidad y temperatura del aire o distancia de visualización, tienen su etiología en la engañosa y perimida clasificación de estados africanos en “progresistas” y “reaccionarios” en razón de su alineamiento temporal con alguna de las dos superpotencias durante la guerra fría.

Siguiendo esa perimida clasificación, Venezuela empeña hace tiempo su retórica diplomática en justificar la eternización del problema del Sahara, con entusiasmo digno de mejor causa.

En ese contexto fue que chocaron Marruecos y Venezuela por intermedio de sus embajadores en la ONU, siendo duramente recriminado el gobierno del país sudamericano, estérilmente involucrado en una disputa que además aborda con criterios errados.

Ello le valió una enérgica crítica del embajador de Marruecos en Naciones Unidas, Omar Hilale, quien recriminó duramente al embajador de Venezuela después de que este último pidiera que se tomasen en consideración los "territorios ocupados", como Palestina y el Sahara marroquí, en un debate sobre cuestiones ambientales.

El embajador Hilale pidió a su homólogo venezolano más humildad y modestia, ya que no debe dar lecciones a Marruecos en un momento en que su régimen “no puede garantizar alimentos a su pueblo y ataca diariamente a los manifestantes pacíficos que aspiran únicamente a la democracia, a la dignidad y a comida suficiente para sobrevivir”.

La crítica en la ONU coincidió con disturbios en Caracas y la muerte de un manifestante.

El embajador Hilale también se preguntó irónicamente si el representante de Venezuela no se equivocó de reunión o de agenda al hacer referencia al Sahara marroquí.

En el mismo sentido, Hilale señaló que en el Sáhara marroquí, los hombres, las mujeres y los niños comen bien y no necesitan cruzar fronteras para abastecerse de alimentos.

Como ya lo dijimos muchas veces en esta columna, un hato de obsecuentes al discurso de las ONG que lucran con la tragedia de las tribus martirizadas en el desierto, y prolongar su sufrimiento para seguir lucrando con la ayuda internacional.

Los gobiernos latinoamericanos deberían dejar de asomarse con ojos ajenos a una realidad no tan distante, pues de otra manera solo están siendo cómplices de aquellos que convirtieron a dignos hijos del desierto en mendigos de la ayuda internacional.

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