Ni postverdad ni leches, circulamos por una fase desarreglada, a la
vez de consentimientos libertarios, pero con peligrosas inclinaciones
totalitarias disfrazadas de libertad; es una mezcla efervescente,
cuando no llega a la ebullición. Todo depende de la óptica por donde
se contemple, de la luz informativa disponible y de la limpieza de
nuestras entendederas para la percepción de los detalles. Conscientes
o no de la situación general, podemos estar colaborando con entidades
o personas insospechadas. La red de posibilidades es casi infinita,
con muchas CONEXIONES turbias y escasas seguridades. Necesitamos guías
para el recorrido por tales laberintos, pero encontrarlos es otro
laberinto más intrincado todavía.
Existen numerosos matices modificadores del sentido de las palabras,
transmitidos también a los comportamientos en las relaciones sociales.
Como tienden a solaparse, provocan cierta confusión en las
actuaciones. El sentido de los participantes difiere; además, casi
nunca lo hacen con la captación plena de los matices. Sobre esas
discordancias, el rasgo COMUNITARIO pone el énfasis en las facetas
comunes de sus integrantes, con sus diferentes aportaciones,
pluralidad de caracteres y beneficios compartidos. La participación
activa de sus miembros es un elemento básico, en su intento de
alcanzar un ensamblaje satisfactorio.
Con similitudes evidentes, el término COLECTIVO introduce variables
con notables repercusiones, porque desvirtúan las facetas
comunitarias. Sus integrantes pierden una buena parte de su carácter
participativo, con tendencia a la adopción de aires gregarios; el
colectivo apunta a una dirección ejecutiva más polarizada e
intransigente con los discordantes, lo vemos en los partidos
políticos, congregaciones, manifestaciones o sectas. El COLECTIVISMO
supone una degradación añadida, distanciada de la comunidad; incluye
la falsificación de los conceptos constitutivos comunitarios, las
palabras están ahuecadas y los comportamientos arrastran maliciosas
intervenciones, en una desmantelación progresivo de la asociación
comunitaria.
La pluralidad es una característica constitutiva de la realidad
humana, aún no circulan los sujetos clonados en serie, ni contamos con
su presencia asegurada. La reiterada mención a la igualdad, viene a
ser un mantra desquiciante, en verdad es una utopía; con su mención
alienta la desorientación, porque ya no sabemos de qué estamos
hablando. Por el contrario, en las comunidades de las cuales tenemos
noticia, se habla poco del respeto a la pluralidad, en algunos
sectores ni siquiera interesan estos asuntos; y, si poco se habla,
poco se practica esa consideración a los diferentes. El ENFOQUE de la
pluralidad es acuciante. Los uniformismos, por su alienación, en
realidad son deformantes. El equilibrio en la pluralidad no equivale a
igualdad.
Una buena medida, de fácil aplicación, para el discernimiento de estos
grados en los agrupamientos, radica en la comprobación de la
participación real de los miembros en los procedimientos; dejando
claro lo que se dice y como se lleva a la práctica. Presenta
dificultades, porque la cuestión exige posiciones diferenciadas,
capacidades variadas y servidumbres concretas, Por tal motivo, la
buena ARTICULACIÓN del conjunto establece labores especiales, por
arriba y por abajo; necesita del suficiente arte para que los
integrantes se sientan acomodados en su papel. La situaciones
cambiantes requieren de un dinamismo cuidadoso para el establecimiento
de las variaciones oportunas para el mejor equilibrio.
Dado que las inquietudes pesonales, las apetencias, las carencias y
los egoismos, generan una personalidades inextricables, será lógica la
ausencia de planteamientos adecuados para todos; además, aquellos
sentimientos varían según el desarrollo de las situaciones, las
personales del momento y como les repercutan las determinaciones del
conjunto. El sentido particular de PERTENENCIA a la sociedad, a un
grupo concreto, reúne abundantes ramificaciones, que ni el mismo
protagonista capta en su totalidad. En ese galimatías, desde las
insatisfacciones repetidas surgen los lamentos de la frustración, con
los consiguientes resentimientos y posibles conductas opuestas al buen
funcionamiento convivencial.
En cualquier sistema complejo, la percepción de los detalles suele ser
parcial. Al hilo de su funcionamiento, quedaremos expectantes,
contemplativos; metidos a la fuerza en sus engranajes; o bien,
adheridos a sus condiciones por voluntad propia. Esa diferenciación,
como sucede en los diferentes sectores de la sociedad, va ligada a las
circunstancias y motivaciones de cada individuo. Las decisiones
estarán basadas en la confianza, pero sobre todo en la mejor
INFORMACIÓN posible, lo que requiere otra valoración de cuanto es
necesario saber. Es decir, el cuento de nunca acabar; aunque nadie
dispone de la solución mágica. Por lo tanto, la mayor claridad
informativa será un requisito primordial.
La tendencia natural orienta hacia la obtención del mayor número de
satisfacciones a través de los escalones lógicos, desde la imperiosa
necesidad para la supervivencia, a la vida holgada en términos
accesibles, hasta toda clase de lujosas posibilidades. Pasados los
primeros tramos angustiosos, las necesidades se ciñen progresivamente
a las apetencias particulares. La NECESIDAD también está graduada
desde lo inesquivable a los anhelos privativos de ciertas personas.
Las consideraciones éticas están muy deslavazadas, la fuerza de los
potentes regula los funcionamientos y el concepto de necesidad acude a
las perspectivas egoistas.
Si algo resulta palpable en los ámbitos actuales, es la desvirtuación
de la Ética, cada sujeto justifica por separado sus actuaciones, hace
gala de su ética. Con esos mimbres, la distribución de los RECURSOS se
efectúa bajo planteamientos erráticos al servicio de quienes más
pueden. Y no hablo sólo de cuantías económicas. Las manipulaciones
extienden sus tentáculos a los contenidos culturales, armas,
costumbres, alimentación o modalidades de ocio. Aunque sean pocas las
exigencias, resulta laboriosa la independencia de funcionamiento; las
personalidades valiosas luchan por su integridad, para no ser
arrollados.
El protagonismo se condensa en una decisiones derivadas de muchos
condicionantes previos, gran cantidad de ellos ajenos al sujeto en
cuestión; pero también abundan los configurados en sus interioridades
biológicas. Influyen una serie continuada de NEXOS de toda condición,
desde los archiconocidos y los inverosímiles, a los desconocidos; de
diversa potencia y alcance.
Entretenidos por las circunstancias, la comprobación de los
resultados, sobre todo los desairados, la propensión es la de eludir
las RESPONSABILIDADES. Si tantas condiciones confluyen, será el peso
de ese confunto el determinante de las decisiones tomadas. Aunque ese
desvío no se corresponde con la intervención interesada de las
voluntades, los intereses o las simples intenciones, con las mañas
pertinentes para cada interviniente. Al fin, la ubicación social
introduce la responsabilidad personal.
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