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Ubicación confusa en la comunidad

Necesitamos clarificar los motivos para aportar mejores cosas a la comunidad
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 14 de abril de 2017, 00:00 h (CET)
Ni postverdad ni leches, circulamos por una fase desarreglada, a la vez de consentimientos libertarios, pero con peligrosas inclinaciones totalitarias disfrazadas de libertad; es una mezcla efervescente, cuando no llega a la ebullición. Todo depende de la óptica por donde se contemple, de la luz informativa disponible y de la limpieza de nuestras entendederas para la percepción de los detalles. Conscientes o no de la situación general, podemos estar colaborando con entidades o personas insospechadas. La red de posibilidades es casi infinita, con muchas CONEXIONES turbias y escasas seguridades. Necesitamos guías para el recorrido por tales laberintos, pero encontrarlos es otro laberinto más intrincado todavía.

Existen numerosos matices modificadores del sentido de las palabras, transmitidos también a los comportamientos en las relaciones sociales. Como tienden a solaparse, provocan cierta confusión en las actuaciones. El sentido de los participantes difiere; además, casi nunca lo hacen con la captación plena de los matices. Sobre esas discordancias, el rasgo COMUNITARIO pone el énfasis en las facetas comunes de sus integrantes, con sus diferentes aportaciones, pluralidad de caracteres y beneficios compartidos. La participación activa de sus miembros es un elemento básico, en su intento de alcanzar un ensamblaje satisfactorio.

Con similitudes evidentes, el término COLECTIVO introduce variables con notables repercusiones, porque desvirtúan las facetas comunitarias. Sus integrantes pierden una buena parte de su carácter participativo, con tendencia a la adopción de aires gregarios; el colectivo apunta a una dirección ejecutiva más polarizada e intransigente con los discordantes, lo vemos en los partidos políticos, congregaciones, manifestaciones o sectas. El COLECTIVISMO supone una degradación añadida, distanciada de la comunidad; incluye la falsificación de los conceptos constitutivos comunitarios, las palabras están ahuecadas y los comportamientos arrastran maliciosas intervenciones, en una desmantelación progresivo de la asociación comunitaria.

La pluralidad es una característica constitutiva de la realidad humana, aún no circulan los sujetos clonados en serie, ni contamos con su presencia asegurada. La reiterada mención a la igualdad, viene a ser un mantra desquiciante, en verdad es una utopía; con su mención alienta la desorientación, porque ya no sabemos de qué estamos hablando. Por el contrario, en las comunidades de las cuales tenemos noticia, se habla poco del respeto a la pluralidad, en algunos sectores ni siquiera interesan estos asuntos; y, si poco se habla, poco se practica esa consideración a los diferentes. El ENFOQUE de la pluralidad es acuciante. Los uniformismos, por su alienación, en realidad son deformantes. El equilibrio en la pluralidad no equivale a igualdad.

Una buena medida, de fácil aplicación, para el discernimiento de estos grados en los agrupamientos, radica en la comprobación de la participación real de los miembros en los procedimientos; dejando claro lo que se dice y como se lleva a la práctica. Presenta dificultades, porque la cuestión exige posiciones diferenciadas, capacidades variadas y servidumbres concretas, Por tal motivo, la buena ARTICULACIÓN del conjunto establece labores especiales, por arriba y por abajo; necesita del suficiente arte para que los integrantes se sientan acomodados en su papel. La situaciones cambiantes requieren de un dinamismo cuidadoso para el establecimiento de las variaciones oportunas para el mejor equilibrio.

Dado que las inquietudes pesonales, las apetencias, las carencias y los egoismos, generan una personalidades inextricables, será lógica la ausencia de planteamientos adecuados para todos; además, aquellos sentimientos varían según el desarrollo de las situaciones, las personales del momento y como les repercutan las determinaciones del conjunto. El sentido particular de PERTENENCIA a la sociedad, a un grupo concreto, reúne abundantes ramificaciones, que ni el mismo protagonista capta en su totalidad. En ese galimatías, desde las insatisfacciones repetidas surgen los lamentos de la frustración, con los consiguientes resentimientos y posibles conductas opuestas al buen funcionamiento convivencial.

En cualquier sistema complejo, la percepción de los detalles suele ser parcial. Al hilo de su funcionamiento, quedaremos expectantes, contemplativos; metidos a la fuerza en sus engranajes; o bien, adheridos a sus condiciones por voluntad propia. Esa diferenciación, como sucede en los diferentes sectores de la sociedad, va ligada a las circunstancias y motivaciones de cada individuo. Las decisiones estarán basadas en la confianza, pero sobre todo en la mejor INFORMACIÓN posible, lo que requiere otra valoración de cuanto es necesario saber. Es decir, el cuento de nunca acabar; aunque nadie dispone de la solución mágica. Por lo tanto, la mayor claridad informativa será un requisito primordial.

La tendencia natural orienta hacia la obtención del mayor número de satisfacciones a través de los escalones lógicos, desde la imperiosa necesidad para la supervivencia, a la vida holgada en términos accesibles, hasta toda clase de lujosas posibilidades. Pasados los primeros tramos angustiosos, las necesidades se ciñen progresivamente a las apetencias particulares. La NECESIDAD también está graduada desde lo inesquivable a los anhelos privativos de ciertas personas. Las consideraciones éticas están muy deslavazadas, la fuerza de los potentes regula los funcionamientos y el concepto de necesidad acude a las perspectivas egoistas.

Si algo resulta palpable en los ámbitos actuales, es la desvirtuación de la Ética, cada sujeto justifica por separado sus actuaciones, hace gala de su ética. Con esos mimbres, la distribución de los RECURSOS se efectúa bajo planteamientos erráticos al servicio de quienes más pueden. Y no hablo sólo de cuantías económicas. Las manipulaciones extienden sus tentáculos a los contenidos culturales, armas, costumbres, alimentación o modalidades de ocio. Aunque sean pocas las exigencias, resulta laboriosa la independencia de funcionamiento; las personalidades valiosas luchan por su integridad, para no ser arrollados.

El protagonismo se condensa en una decisiones derivadas de muchos condicionantes previos, gran cantidad de ellos ajenos al sujeto en cuestión; pero también abundan los configurados en sus interioridades biológicas. Influyen una serie continuada de NEXOS de toda condición, desde los archiconocidos y los inverosímiles, a los desconocidos; de diversa potencia y alcance.

Entretenidos por las circunstancias, la comprobación de los resultados, sobre todo los desairados, la propensión es la de eludir las RESPONSABILIDADES. Si tantas condiciones confluyen, será el peso de ese confunto el determinante de las decisiones tomadas. Aunque ese desvío no se corresponde con la intervención interesada de las voluntades, los intereses o las simples intenciones, con las mañas pertinentes para cada interviniente. Al fin, la ubicación social introduce la responsabilidad personal.

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