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Frases para la Memoria Histórica

Aquellos que han borrado la evidencia de los hechos para fabricarse su propia “Historia”
Miguel Massanet
sábado, 11 de junio de 2011, 15:22 h (CET)
Una de las famosas “conquistas” de los socialistas que, hoy en día, ocupan el poder en nuestro país fue, sin duda, la famosa ley de La Memoria Histórica, una ley que, curiosamente, fue encomendada, para ponerla en solfa, a una serie de “sabios” a los que seleccionaron cuidadosamente de entre la élite de los dinosaurios de la izquierda europea (algunos de ellos tuvieron papeles relevantes en la llamada Cruzada española y otros que no pasaron de ser meros personajillos que buscan, con esta tarea de reescribir la Historia de España, alcanzar sus diez minutos de gloria cuando, por sus propios méritos, no hubieran pasado de ser meros lazarillos dentro de la Internacional Comunista) para que, olvidándose de la verdad histórica, haciendo caso omiso de los documentos fehacientes, de las crónicas de aquellos que vivieron nuestra Guerra Civil y valiéndose de los testimonios de todos aquellos –que, precisamente, fueron los causantes de la gran derrota que les inflingió el general Franco; aquellos mismos que mantuvieron durante la República una política que ahora prefieren que no se conozca o aquellos que han borrado la evidencia de los hechos para fabricarse su propia “Historia” que se ajuste a lo que ellos hubieran querido que fuese pero que, en realidad, no es más que un hatajo de sandeces y reconcomios fruto de sus mentes rencorosas y sectarias – se quieren dedicar a escribir la Historia apócrifa de España de aquel importante decenio de los años treinta del siglo pasado.

Como, al parecer, la Academia de la Historia se dedicó a promocionar un Diccionario de la Historia, encargando a diversos personajes (muchos de ellos sin ser historiadores) que confeccionaran las distintas biografías de aquellos personajes que tuvieron un papel destacable en lo que fueron los acontecimientos de aquel decenio; en el que España rozó, evidentemente, la posibilidad de perder su identidad como tal para convertirse en uno de los satélites de la poderosa URRS. Como no se podía esperar otra cosa, el resultado de tal experimento ha resultado ser poco satisfactorio y menos imparcial, respecto a las crónicas biográficas de los personajes incluidos en el estudio. No obstante, los primeros que se han alzado contra dicho diccionario han sido, como era de esperar, los de las izquierdas; en este caso con el apoyo del inefable señor Gabilondo y Llamazares que, si ha resultado ser un mal dirigente para el PC, un poco convincente parlamentario de discurso catastrófico y sectario, como “vigilante de la pureza histórica” todavía ha resultado mucho menos fiable y sus quejas en contra de la Academia de la Historia parece que se han consistido bramar contra un artículo demasiado amable, según él, con el vencedor de la Guerra Civil, el general Franco.

Lo que ocurre es que, todos estos comunistas viven más en el pasado que en el presente y no se han dado cuenta de que los tiempos del camarada Stalin, las purgas de troskistas,; la expulsión de Bakunin (anarquista) de la IC; las limpiezas de Beria en la llamada “Gran purga” y los 800.000 presos que fueron ejecutados por el régimen por delitos políticos o penales, más alrededor de 1,7 millones que murieron en gulags y unas 390.000 personas que perecieron durante los reasentamientos forzosos; son temas del pasado, difícilmente repetibles y mucho menos justificables en el siglo XXI, en el que la democracia han sustituido semejantes comportamientos. Ni el señor Llamazares ni su amigo S.Carrillo deberían abrir boca cuando se trata del general Franco, porque la historia que viene arrastrando el PC no es precisamente la de unos benefactores de la humanidad y mucho menos la de unos verdaderos demócratas.

Sin embargo, ya que parece que se trata de reconstruir la historia, si que queremos hablar de las República y de lo que dijeron e hicieron los representantes socialistas cuando tuvieron ocasión de actuar en aquellos parlamentos de antaño, que tanto parecen añorar; no estará de más que reproduzcamos algunas de las declaraciones “democráticas” de aquellos políticos de izquierdas de los años treinta. Así, podemos citar la declaración, verdaderamente sorprendente, del padre del socialismo español, Pablo Iglesias, cuando en el Congreso se dirigió a don Antonio Maura, presidente del gobierno, para espetarle: “Combatiremos sus ideas dentro y fuera de la legalidad, e incluso justificaremos el atentado personal”.El mismo sujeto en un mitin del PSOE llegó a decir: “Para evitar que Maura llegue al poder, debe llegarse hasta el atentado personal” Es posible que los nostálgicos de la II República se sientan inspirados por semejantes muestras de “talento” democrático.

Claro que, si queremos avivar otros recuerdos para que se modifiquen las biografías del Diccionario de la Historia, podríamos añadir otras “perlas” como la de A.Nin, secretario general de la CNT, cuando declaró a La Vanguardia, el 20/8/1936 lo siguiente “La clase obrera ha resuelto el problema de la Iglesia, sencillamente, no ha dejado en pie ni una siquiera(…) hemos suprimido sus sacerdotes, las iglesias y el culto” ¡No se puede decir que no fueran verdaderos demócratas! Pero sigamos, que hay todavía cuerda para rato y mencionemos al señor Largo Caballero, presidente del Gobierno, que en 1 enero de 1936, desde Alicante, mostró su respeto por las urnas con la siguiente diatriba: “Quiero decirles a las derechas que, si triunfan, tendremos que ir a la guerra civil declarada”. No satisfecho volvió a las andadas en Madrid (10/2/1936) “La democracia es incompatible con el socialismo” y “La transformación total del país no se puede hacer echando papeletas en las urnas” ¡Uff!

Don Indalecio Pietro, ministro de Defensa de la II República cuando estalló la guerra, otro socialista de pro, era un parlamentario que llevaba pistola en el cinto y no se cortaba un pelo cuando se trataba de poner los puntos sobre las íes y así fue como le legó a la posteridad esta frase: “Hágase cargo el proletariado del poder y haga de España lo que España se merece, para ello no debe titubear y, si es preciso verter sangre, verterla”. ¿Cuántas veces han echado en cara las represalias de los “nacionales” después de terminada la guerra? Si nos detenemos en las amenazas de aquellos
republicanos y de las que ejecutaron durante la guerra, algunos debieran cerrar la boca y dejar de mentir sobre cómo se las gastaban las izquierdas de aquellos tiempos, que no eran precisamente un ejemplo de demócratas. Es evidente que falta mucha información y hay mucha ignorancia, a veces interesada, en cuanto a la Guerra de 1936.

Y para finalizar esta exposición de personalidades, no nos podíamos olvidar del señor Carrillo, del PC, el “héroe de Paracuellos del Jarama”,que ya daba muestras de su forma de entender la democracia cuando arengaba a los suyos, en su calidad de Consejero de la Junta de Defensa de Madrid: “La única idea que hoy debe tener grabada el joven socialista en su cerebro, es que el socialismo solo puede imponerse por la violencia y que aquel compañero que propugne lo contrario, que tenga todavía sueños democráticos, sea alto, sea bajo, no pasa de ser un traidor, consciente o inconscientemente”. Este señor, por si alguien no lo sabía, hoy está dando clases de ética en una emisora de radio española. Y es que, señores, hoy, en España, ya no existe medida alguna ni persona que sea capaz de detener a esta selva de plantas dañinas que, poco a poco, van devorando lo poco que de sensatez y patriotismo va quedando en el pueblo español. O esto es, señores, lo que a mi me parece.

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