Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | La delgada línea roja
Antonio Pérez Omister

¡Viva Las Vegas!

|

La señora Merkel cada día me recuerda más al personaje de Sharon Stone en la película “Casino” de Martin Scorsese, y la credibilidad de la Unión Europea no es mucho mayor que la del legendario “Tangiers” cuando estaba gestionado por mafiosos.

Al ritmo que vamos, los españoles tardaremos un siglo en pagar los intereses de la deuda pública como consecuencia de las torticeras maniobras de los especuladores internacionales, que ahora actúan con absoluta impunidad dentro del actual sistema de economía de casino.
Nuestro gran error ha sido pedir consejo a la misma buscona ventajista que, conchabada con el croupier, nos ha estado desplumando. Hemos de abandonar la mesa de juego inmediatamente si no queremos arruinarnos.

Todas las medidas y ajustes impuestos por la Unión Europea, no han servido para nada. Trabajaremos durante décadas para pagar los abusivos intereses de la deuda y seguimos en el punto de partida, sólo que mucho más pobres.

Llueve sobre mojado y estas artimañas especulativas han obligado al Tesoro a pagar las letras un 38% más caras a causa de la prima de riesgo que nos aplican las arbitrarias agencias de calificación. Lo insólito del caso es que la deuda pública española es muy inferior a la del Reino Unido, Bélgica, Italia, la propia Alemania o los mismísimos Estados Unidos. Entonces ¿cuál es el problema?

El problema de la economía española no es el déficit ni la deuda pública, sino el nulo crecimiento del PIB y un paro que amenaza con llegar a los cinco millones de desempleados y que duplica al de los países de la UE. Todo hay que decirlo, precisamente por haber aplicado a rajatabla las arbitrarias imposiciones hechas desde Bruselas: eliminación de aranceles a las importaciones extracomunitarias, privatizaciones a tutiplén, deslocalización de empresas, libre circulación de capitales, liberalización del mercado de trabajo y todo un largo etcétera de catastróficas medidas que sólo han servido para perjudicarnos.

Ahora los especuladores recrudecen sus ataques contra España para crear desconfianza y provocar un aumento de los intereses sobre nuestra deuda. Lo que nos obligará a pedir nuevos créditos para pagar los intereses de los anteriores.

En el Ministerio de Economía se plantean nuevos ajustes cuando no ha pasado ni un mes desde que Zapatero asegurara que no eran necesarias nuevas medidas. Pero lo cierto es que las medidas impuestas por Bruselas y la canciller alemana Merkel, sólo han servido para hundirnos un poco más. Estamos inmersos en un

¡Viva Las Vegas!

Antonio Pérez Omister
Antonio Pérez Omister
viernes, 22 de abril de 2011, 06:00 h (CET)
La señora Merkel cada día me recuerda más al personaje de Sharon Stone en la película “Casino” de Martin Scorsese, y la credibilidad de la Unión Europea no es mucho mayor que la del legendario “Tangiers” cuando estaba gestionado por mafiosos.

Al ritmo que vamos, los españoles tardaremos un siglo en pagar los intereses de la deuda pública como consecuencia de las torticeras maniobras de los especuladores internacionales, que ahora actúan con absoluta impunidad dentro del actual sistema de economía de casino.
Nuestro gran error ha sido pedir consejo a la misma buscona ventajista que, conchabada con el croupier, nos ha estado desplumando. Hemos de abandonar la mesa de juego inmediatamente si no queremos arruinarnos.

Todas las medidas y ajustes impuestos por la Unión Europea, no han servido para nada. Trabajaremos durante décadas para pagar los abusivos intereses de la deuda y seguimos en el punto de partida, sólo que mucho más pobres.

Llueve sobre mojado y estas artimañas especulativas han obligado al Tesoro a pagar las letras un 38% más caras a causa de la prima de riesgo que nos aplican las arbitrarias agencias de calificación. Lo insólito del caso es que la deuda pública española es muy inferior a la del Reino Unido, Bélgica, Italia, la propia Alemania o los mismísimos Estados Unidos. Entonces ¿cuál es el problema?

El problema de la economía española no es el déficit ni la deuda pública, sino el nulo crecimiento del PIB y un paro que amenaza con llegar a los cinco millones de desempleados y que duplica al de los países de la UE. Todo hay que decirlo, precisamente por haber aplicado a rajatabla las arbitrarias imposiciones hechas desde Bruselas: eliminación de aranceles a las importaciones extracomunitarias, privatizaciones a tutiplén, deslocalización de empresas, libre circulación de capitales, liberalización del mercado de trabajo y todo un largo etcétera de catastróficas medidas que sólo han servido para perjudicarnos.

Ahora los especuladores recrudecen sus ataques contra España para crear desconfianza y provocar un aumento de los intereses sobre nuestra deuda. Lo que nos obligará a pedir nuevos créditos para pagar los intereses de los anteriores.

En el Ministerio de Economía se plantean nuevos ajustes cuando no ha pasado ni un mes desde que Zapatero asegurara que no eran necesarias nuevas medidas. Pero lo cierto es que las medidas impuestas por Bruselas y la canciller alemana Merkel, sólo han servido para hundirnos un poco más. Estamos inmersos en un

Noticias relacionadas

Sabe lo que son; se lo explicaron y, lo peor de todo, es que le da igual abrazarles, compartir mitin y retratarse con ellos para la posteridad. Parece que en la cruzada contra el socialismo y los 'colectivistas' todo vale, incluso darte abrazos de oso con lo mas granado del populismo nacionalista conservador de Occidente.

Nuevamente, un grupo de activistas del colectivo antiespecista València Animal Save nos hemos concentrado en la céntrica plaza de la Virgen de Valencia realizando una línea silenciosa en defensa de todos los animales acuáticos concienciando a favor de la liberación animal.

En la Biblia se presenta cómo Nabucodonosor tuvo un sueño en el que se podía contemplar una magnífica figura de oro y plata, pero que estaba sustentada sobre una base de barro que, al menor golpe, hacía desmoronar toda la efigie. Claramente se trataba de una advertencia sobre la vulnerabilidad de aquel al que se “idolatra” momentáneamente por su aspecto exterior, y que, posteriormente, se rompe en mil pedazos al ser empujado por los mismos que le han encumbrado.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto