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Nerea Conejo

Teatro en la noche del cine

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No sé muy bien que es lo que intentaba hacer David Navarro en el encontronazo con Llorente de ayer. Sí, sí: pararle los pies por las malas. Y ya, de paso, el resto de su cuerpo también, incluida la cabeza, que le va tan bien al león para meter goles.

Athletic Club y Valencia se enfrentaban en San Mamés en un día lluvioso como los de los inviernos de antes en el Botxo. Pero el motivo que propició ese codazo a mala leche no fue por un resbalón en el campo de juego: fue un “patinazo” de los que hacen historia y crean anti-mitos.

Cayeron los dos al suelo y para sorpresa del personal, el que más se quejaba era Navarro. Bueno, los que lo vimos desde casa, esperamos a la repetición para ver qué nos habíamos perdido. Repitieron, repitieron y repitieron…pero no acertamos a ver el motivo de tanto dolor. Extraño. Mucho.

No hay impacto, ni el más mínimo, en la testa del defensa valencianista. Entonces, ¿a qué se debió todo ese paripé? Hubo hasta salida del campo con camilla, cuando el rojiblanco lo hizo por sus propios pies, grapas en el cuero cabelludo de por medio.

Bien traído lo tuvo Fernando Llorente cuando dijo que seguro que le daban el Óscar, ceremonia que empezó justo un par de horas después. El Balón de Oro, por estas cositas no creo que se lo den, así que por qué no probar suerte en la Meca del Cine americano. Peores actores…haberlos, “hailos”.

No ha llegado a límites tan feos como los que sobrepasó Pepe con Casquero en el Bernabéu hace dos temporadas, pero se le puede enmarcar en ese dudoso cuadro de honor de los “leñeros” con el Cholo Simeone, Stoitchkov, Marchena, Aguado, Goikoetxea y otro tocayo de apellido de armas tomar, Javi Navarro.

Estamos más que acostumbrados a leer en los labios de la práctica totalidad de los jugadores algún que otro “piropo” o recordatorios a la santa familia de árbitros y contrincantes: en algunos casos, ambos unidos en una misma persona. Ayer, en La Catedral, Muñiz tuvo algunos momentos de traca.

También esa muy nauseabunda costumbre de escupir si ton ni son, forma parte del ideario histórico del fútbol mundial, universal y sideral. Pero no queda más que apartar la mirada a los que sufrimos de estómago sensible. Qué se le va a hacer.

Ahora bien: sabiendo como ya saben todos los jugadores, que existen unos aparatos llamados cámaras, que están en todas partes, que además Llorente lleva una pegada a su 1´93 desde que es campeón del Mundo…¿cómo se le ocurrió hacer ese papelón?

Y luego están los defensores de las causas perdidas: secundarios de lujo que dejan perlas difíciles de olvidar. Aquí, el nominado de esta jornada bien podría ser Joaquín. Entre compañeros, es lógico no querer malmeter y salvar de una tunda a un colega, pero no nos entre el síndrome de la madre protectora. A veces el nene puede armarla.

A ver, que si no hubieran evidencias visuales, repeticiones de jugadas, pase. Decir que “codazos y entradas se ven en todos los partidos”, está muy bien, oiga…en esto no le falta razón al andaluz. Pero otra cosa es que actuaciones estelares como la vista en Bilbao ayer noche, merecen atención y un poquito de reproche. A veces, agachar la cabeza, aun sin haber recibido un golpe, no es la solución. Al menos, hay que intentar explicarse o, teniendo un pelín de sentido común, pedir perdón.

Teatro en la noche del cine

Nerea Conejo
Nerea Conejo
martes, 1 de marzo de 2011, 08:44 h (CET)
No sé muy bien que es lo que intentaba hacer David Navarro en el encontronazo con Llorente de ayer. Sí, sí: pararle los pies por las malas. Y ya, de paso, el resto de su cuerpo también, incluida la cabeza, que le va tan bien al león para meter goles.

Athletic Club y Valencia se enfrentaban en San Mamés en un día lluvioso como los de los inviernos de antes en el Botxo. Pero el motivo que propició ese codazo a mala leche no fue por un resbalón en el campo de juego: fue un “patinazo” de los que hacen historia y crean anti-mitos.

Cayeron los dos al suelo y para sorpresa del personal, el que más se quejaba era Navarro. Bueno, los que lo vimos desde casa, esperamos a la repetición para ver qué nos habíamos perdido. Repitieron, repitieron y repitieron…pero no acertamos a ver el motivo de tanto dolor. Extraño. Mucho.

No hay impacto, ni el más mínimo, en la testa del defensa valencianista. Entonces, ¿a qué se debió todo ese paripé? Hubo hasta salida del campo con camilla, cuando el rojiblanco lo hizo por sus propios pies, grapas en el cuero cabelludo de por medio.

Bien traído lo tuvo Fernando Llorente cuando dijo que seguro que le daban el Óscar, ceremonia que empezó justo un par de horas después. El Balón de Oro, por estas cositas no creo que se lo den, así que por qué no probar suerte en la Meca del Cine americano. Peores actores…haberlos, “hailos”.

No ha llegado a límites tan feos como los que sobrepasó Pepe con Casquero en el Bernabéu hace dos temporadas, pero se le puede enmarcar en ese dudoso cuadro de honor de los “leñeros” con el Cholo Simeone, Stoitchkov, Marchena, Aguado, Goikoetxea y otro tocayo de apellido de armas tomar, Javi Navarro.

Estamos más que acostumbrados a leer en los labios de la práctica totalidad de los jugadores algún que otro “piropo” o recordatorios a la santa familia de árbitros y contrincantes: en algunos casos, ambos unidos en una misma persona. Ayer, en La Catedral, Muñiz tuvo algunos momentos de traca.

También esa muy nauseabunda costumbre de escupir si ton ni son, forma parte del ideario histórico del fútbol mundial, universal y sideral. Pero no queda más que apartar la mirada a los que sufrimos de estómago sensible. Qué se le va a hacer.

Ahora bien: sabiendo como ya saben todos los jugadores, que existen unos aparatos llamados cámaras, que están en todas partes, que además Llorente lleva una pegada a su 1´93 desde que es campeón del Mundo…¿cómo se le ocurrió hacer ese papelón?

Y luego están los defensores de las causas perdidas: secundarios de lujo que dejan perlas difíciles de olvidar. Aquí, el nominado de esta jornada bien podría ser Joaquín. Entre compañeros, es lógico no querer malmeter y salvar de una tunda a un colega, pero no nos entre el síndrome de la madre protectora. A veces el nene puede armarla.

A ver, que si no hubieran evidencias visuales, repeticiones de jugadas, pase. Decir que “codazos y entradas se ven en todos los partidos”, está muy bien, oiga…en esto no le falta razón al andaluz. Pero otra cosa es que actuaciones estelares como la vista en Bilbao ayer noche, merecen atención y un poquito de reproche. A veces, agachar la cabeza, aun sin haber recibido un golpe, no es la solución. Al menos, hay que intentar explicarse o, teniendo un pelín de sentido común, pedir perdón.

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