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Carta abierta al director de la RAE

Josefina Albert Galera (Alicante)
Redacción
miércoles, 5 de enero de 2011, 10:43 h (CET)
Ante todo y lo primero, José Manuel, quiero felicitarte por tu elección como Director de esa Docta Casa, que tantas veces he visitado con mis alumnos de la Rovira i Virgili. Todavía recuerdo algunas caras de asombro, y hasta de emoción, cuando oían aquello de la «bañera», por la forma en que están colocados los sillones de los señores académicos, donde –les decíamos- se limpia (se baña, claro) la lengua para que luzca su esplendor por los cinco continentes.

Siento que me he distraído sin pedirte perdón por tutearte. Ya lo hacíamos cuando, hace años, en una de mis visitas a la Universidad Autónoma de Barcelona, me regalaste el Diccionario VOX de Sinónimos y Antónimos que tú habías prologado y que, por cierto, lo tengo aquí delante. Llamarte de usted ahora me sabe a fingimiento, a pura apariencia.

Debo confesar que el objeto principal de esta carta no es felicitarte por el cargo, aunque eso vaya por delante, sino por unas declaraciones que has hecho estos días pasados y que han recogido varios medios de comunicación. No puede ser, José Manuel, que hayas dicho tantos disparates juntos.¿No habrán manipulado tus palabras los medios? Sabes mejor que yo que la palabra adquiere mayor o menor relevancia dependiendo de los labios que la pronuncie. No acabo de creer que hayas dicho cosas como que «en Cataluña no existe más conflicto lingüístico que el que se obstinan en atizar intereses partidistas», según se lee en elPeriódico de Aragón (Edición Digital) el 19 de este mes. ¿Al hablar de partidismo te refieres a la acepción 1 del DRAE: «Adhesión o sometimiento a las opiniones de un partido con preferencia a los intereses generales?». Lo curioso del caso es que el conflicto lingüístico no existe porque, según dices, la convivencia de catalán y castellano es, de facto, armónica. ¿Armónica, quiere decir acorde, bien concertada y grata, conveniente proporción y correspondencia de unas cosas con otras, o más bien se refiere a la acepción 4 del Diccionario académico, es decir, amistad y buena correspondencia? ¿Estás seguro? ¿Por qué no le preguntas a los comerciantes multados por rotular en español? ¿No sabías que a los niños hasta en el recreo se les prohíbe hablar en castellano?

Espero que algún día no lejano –y Madrid te ayude a ello- salgas de ese «habitáculo hermético y aislado del exterior» que es el nacionalismo catalán. Te aseguro, José Manuel, que es peligroso salirse de la burbuja catalana. Puede costar hasta sangre. ¡Buena la hemos hecho con colocar a un nacionalista catalán –que no es catalán, y eso puede agravar el asunto, por aquello de los conversos- al frente de la Real Academia Española! Que estás contaminado es evidente, pues utilizas el mismo lenguaje que ellos: «predominio del castellano, normalización lingüística, proteger el catalán, sobrevivir», etc., expresiones que recojo de la República.es de las ideas. Y ¡qué curioso, hasta pones el mismo ejemplo que los catalanistas cuando te refieres a los periódicos en castellano que superan a los escritos en catalán! ¿Te imaginas cuántas ventas tendría, por ejemplo, La Vanguardia si se publicara en catalán? De momento no saldría de Cataluña y la familia Godó quizá se arruinaría. Pero lo más grave de todo es que defiendes la inmersión lingüística, una flagrante vulneración del derecho de los padres a elegir la lengua de educación de sus hijos. Porque la inmersión lingüística es un disparate desde todos los puntos de vista: pedagógico, psicológico, de libertad, de eficiencia y, como todo el mundo sabe, ha jugado un papel importante en el fracaso escolar. ¿Qué opinas de la reciente Sentencia del Supremo que insta a la Generalidad de Cataluña a adoptar las medidas necesarias para que de facto el castellano sea también legua vehicular de la enseñanza en Cataluña? Porque –no sé si lo sabes- está prohibido.

Creí estar curada de espanto, pero no; confieso que lo de «la identidad del hablante con la lengua es lo más propio que le une con el mundo», según afirmas en el medio citado anteriormente, me ha dejado estupefacta. Seguro que conoces el libro de Víctor Kemplerer, LTI. Notizbuch eines Philologen (1946, versión española: La lengua del tercer Reich, 2001). Explica muy bien lo de la lengua como identidad.

Ahora te entiendo, apreciado director de la RAE , que nunca hayas tenido «el más mínimo problema» con el bilingüismo. Yo tampoco.

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