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La Primera Dama de Catalunya y la moda

Teresa Berengueras
Teresa Berengueras
domingo, 2 de enero de 2011, 01:12 h (CET)
Nací en Castellar del Vallés,un pueblo situado a treinta kilómetros de Barcelona, donde la gente vivía mayormente de su trabajo en una fábrica textil, el pueblo, que ahora tiene dieciocho mil habitantes, vivía casi en su integridad de trabajar en esa fábrica llamada Tolrà, además había una tienda que sólo vendía telas y todo lo relacionado con el menaje de la casa todo proveniente de la fábrica, los precios eran más asequibles y muchas personas procedentes de pueblos colindantes se beneficiaban de precios y calidad del producto.

Castellar está situado a ocho kilómetros de Sabadell y a diez de Terrassa, ambas ciudades largos años relacionadas con el mundo textil por sus innumerables empresas dedicadas a dicha actividad. En ambas ciudades durante décadas vivieron de esa industria, ya confeccionando ropa de cama, de mesa o bien confeccionando tejidos para vestidos para señoras, trajes para caballero o todo lo que conllevaba tener una industria textil, toda esa maquinaria abastecía a poblaciones de tela y su industria hizo de muchos pueblos un mundo laboral y de supervivencia.

Quiero decir con todo esto que desde niña mamé el mundo textil aunque mi padre trabajara como cuidador de un bosque privado y mi madre cosiera a destajo uniformes para empresas para una empresa de Sabadell. El mundo textil, su industria y su evolución marcaron mi vida, en la niñez, en la adolescencia y juventud y después, ya cuando trabajé como periodista pues si bien es cierto que he tocado muchos palos del periodismo también lo he hecho con el del mundo de la moda que es la consecuencia de la existencia de una industria y de una realidad de muchos pueblos y trabajadores y en definitiva de ciudadanos de Catalunya.

¿Por qué hablo de algo tan personal, tan vivido de cerca?, fácil, cuando una ha vivido una realidad de Catalunya en el momento en que existe un nuevo Gobierno debemos hacernos preguntas y primero hay que demostrar que no se escribe por escribir, desde esta columna hablamos con propiedad. Catalunya tiene una industria “per se “, antaño fue una industria boyante que hoy sigue existiendo con muchos problemas, pero es una realidad latente.

Seguí atenta la toma de posesión del 129 President de la Generalitat de Catalunya, mi atención se centró muy especialmente en Helena Rakosnit, hoy ya primera dama de Catalunya, mujer de Artur Mas, una mujer con la que me encontrado muchas veces en actos de distinta índole, Helena es una mujer directa, habla y te mira a los ojos y no se va por las ramas, es una mujer que trabaja como asistente a la dirección en Transports Metroplitans de Barcelona y en muchos actos en los que hemos coincidido me ha explicado que sin tener tiempo de ir a casa para cambiarse de ropa llegaba al acto con lo que se había puesto ese día para ir a trabajar.

El día de la investidura del President Mas pudimos constatar una vez más la buena química de pareja que existe entre el President y la Primera Dama, una química que no ocultan y que celebramos, si un gobernante tiene a su lado una compañera con la que compartir realidades, sueños e ilusiones siempre será mejor para los ciudadanos, Helena es una mujer decidida, da la impresión de que en toda su vida ha sabido lo que quiere y ha luchado por tenerlo, una mujer capaz, una mujer positiva pero nada entregada a frivolidades, una mujer que, como su marido, “va per feina”.

Ese día la vimos sonriente, “eblouissant”, como dirían los franceses, para fecha tan señalada en rojo por los catalanes escogió un vestido y un abrigo de colores claros, un vestido que a mi manera de entender y ya de manera muy profesional a tenor del acto que presidía al lado de los suyos era demasiado corto, se trataba de una acto importante, por tanto lo suyo hubiera sido que la falda del vestido tuviera una largura que llamamos profesionalmente Chanel, es decir, justo por debajo de la rodilla, Helena escogió un abrigo de cuadros Gales, nada marcados, eso está muy bien, pero el abrigo tenía que tener una largura sólo, sólo eso, de dos centímetros por debajo del vestido. Y en realidad entre el abrigo y el vestido la separación era, como mínimo, de diez centímetros.

En el vestido de línea sencilla, recordando quizá al estilo de Jacqueline Kennedy, no se sabía cómo era el cuello del mismo, cerrado, ¿cómo de cerrado?, si así era en la parte central la hacía arrugas, ¿cuello alto?, no se sostenía, ¿cuello mínimamente barco?, tampoco, el cuello del vestido no había manera de descifrar qué forma tenía, lo peor es que tenía un gesto perenne de estar arrugado, tampoco era un cuello arrugado, por lo que se refiere al resto del vestido daba la sensación de que Helena necesitaba una talla más, es decir el traje le hacia arrugas a la altura del pecho y en cintura.

El abrigo era correcto y la flor sobraba, no era apropiada para ese acto, ni para ese ni para muchos, las flores se llevan bordadas en trajes de fiesta, no al mediodía y si a alguien le gusta ponerse flores lo puede hacer pero de una forma más desenfadada, que no es el caso que estamos tratando. Por ejemplo esa flor Helena se la puede guardar y lucirla un día que vaya con una camiseta, unos pantalones desenfadados, tejanos o chinos y así asistir a alguno de los desfiles (también puede ir a todos) de la 080 Barcelona Fashion que en breves días vamos a ver en esta ciudad.

Es más, ese vestido y ese abrigo eran mucho más apropiados para un acto celebrado en primavera que no para el riguroso día invernal (hacía un frío que pelaba), para el día de Sant Jordi, por ejemplo. Helena hubiera ido vestida excepcional, sobria, elegante y sin pasarse con un abrigo de cheviot cinco centímetros por debajo de la rodilla y con el vestido quizá se hubiera encontrado más cómoda y sin verse esas arrugas, llevando un dos piezas. Un vestido como el que llevaba Helena tiene que tener hechuras perfectas y si hay que moverse mucho, hay que saludar a tantas personas, siempre puede que se arrugue u ofrezca esa imagen.

Por supuesto entiendo que el abrigo y el vestido que llevaba Helena eran de lana y aunque hubiesen sido de lana cachemir el efecto primaveral nadie se lo quitaba de encima, de ahí mi idea de un abrigo con una tela de rigor invernal, bien estructurado y el vestido a tono con el abrigo, no hacia falta ni que vistiera de oscuro pero tampoco tan primaveral, quizás podía haber escogido un blanco roto o bien un carmesí o vino para el vestido.

Entiendo que Helena es una Primera Dama rupturista, lo esperamos de ella, tiene capacidad y dentro de esa austeridad en la que vivimos todos, con el cinturón bien apretado, la creatividad también es pieza recomendable para la persona que camina al lado del máximo mandatario catalán, es un hecho. Que nadie se ocupe de hacer comparaciones con la señora Montilla, eso es imposible, cada uno es cada cual, ya lo dice Serrat en una de sus canciones.

La señora Montila nunca ejerció de Primera Dama, ella tiene un cargo como política, está implicada en ella y una cosa con la otra, a mi manera de ver, son difíciles de compatibilizar, estos días he escuchado a personas que no entendían por qué Helena estaba en el balcón junto a Mas el día que ganó las elecciones, o porqué estuvo en el balcón después de ser nombrado President. Muy sencillo, Helena, si bien siempre ha dicho que no va a dejar su trabajo, es parte de ese hombre al que han votado mayormente los ciudadanos y me da la impresión que, como siempre, va a estar a las verdes y a las maduras.

Para la familia Mas y para muchas otras familias el día de la investidura del nuevo President de Catalunya era un día muy importante y a mi me sabe muy mal que Helena estuviera o mal aconsejada o por las prisas escogiera un conjunto que, así sobre la mesa, puede aceptarse pero que cuando lo ves puesto, se aguanta poco, ni con alfileres.

Llamé al departamento de prensa de CiU para saber quién había firmado ese modelo, me dijeron que Peter Aedo, es cierto que Helena, Marta Ferrusola y Helena Presas siempre o casi siempre han acudido a los desfiles de este chileno afincado en Catalunya, un diseñador que durante muchos años estuvo desfilando en la Pasarela Gaudí y siempre gozó del apoyo de la entonces Primera Dama, Marta Ferrusola, que vestía de él y de alguna modista que le hacían los vestidos que necesitaba para sus actos.

Peter Aedo fue quién asesoró a Marta, mujer del ex Predident Pujol, en su forma de vestir y ella en el último desfile que éste celebró hace un par de meses en Barcelona estuvo presente en primera fila luciendo uno de sus diseños lo mismo que Helena Presas, esposa del también convergente Jordi Vilajoana, hoy representante de CiU en el Senado español, es más, la esposa de Vilajoana se convirtió ese día en una modelo pues en el desfile Peter incluyó a sus amigas como improvisadas modelos.

Entiendo perfectamente que los amigos son los amigos, la amistad es un valor que hay que cuidar, pero una Primera Dama, creo, debería tener en cuenta que la moda catalana existe y que ella puede desde su pedestal hacer mucho por ella, la moda en Catalunya, como en todo el mundo, pasa momentos difíciles, hay diseñadores que han tenido que dejar de serlo para dedicarse a otros trabajos o están en la cola del paro. Por ejemplo Josep Font, importante representante en el mundo del diseño catalán que nos representaba en París, hace poco hemos sabido que ya no va a estar más ahí por cuestiones monetarias.

Hay diseñadores catalanes que cuando se cerró la Pasarela Gaudí se fueron a Madrid y que en estos días se están planteando no volver a la Pasarela madrileña pues el coste de 6.000 euros sólo por estar allí además de todo lo que vale hacer una pasarela no lo pueden asumir. Y no doy más nombres porque tengo otros casos mucho peores y no voy a entrar a explicarlos porque duelen mucho.

Si Helena tenía que ser amable con Peter Aedo, lo entendemos pero nos gustaría que se ocupara de representar a los demás diseñadores catalanes muy especialmente en sus actos públicos. Los hay de todos los tipos y maneras. Estoy convencida de que Helena, que tiene gustos definidos, si da este paso dará un buen paso para Catalunya.

Esta semana en la portada del Hola he visto como Isabel Preysler viste en la visita que anualmente hace al Príncipe de Gales un maravilloso traje de noche de Pronovias, una empresa catalana que triunfa en el mundo, Isabel hace años que descubrió a la catalana Marta Rota de Tot-Hom en su tienda situada en la calle Balmes que viste a la burguesía catalana, Isbel Presyler lleva en su actos muchos de sus modelos, Isabel es una mujer estupenda que vive de su imagen y lo hace de forma muy profesional y ha escogido a marcas catalanas, nuestra Primera Dama, ¿dará la espalda a los numerosos diseñadores y empresas que se dedican a la moda y al textil?, la verdad, no sería de recibo, me extrañaría que Helena fuera continuista en ese sentido de lo que hizo Marta Ferrusola.

Han pasado años, CiU vivió momentos importantes apoyando al mundo de la moda aunque la entonces Primera Dama se dedicó, casi en exclusiva a aupar a un diseñador que venía de Chile, son formas respetables, todas, pero teniendo lo que tenemos, ¿por qué no se reparte un poco el “juego?.

La princesa Letizia ha decidido encomendar sus trajes para grandes ocasiones, de mañana, tarde y noche a un diseñador que cuando acudió a él estaba a punto de cerrar las puertas de su negocio, Felipe Varela, desde que Letizia le hizo sus primeros encargos, ha renacido y sigue vigente, ¿eso significa que Letizia va siempre perfecta?, no, más bien no, pero como al principio estaba convencida de que lo único que tenía que hacer era trabajar y pasaba de la moda decidió ir a alguien para que la vistiera, sencillamente, sólo eso, luego con el transcurso de los días y viendo que la imagen forma parte de una princesa y de una Institución como la Monarquía siguió con Varela pero empezó a vestir de Mango, Armand Basi y Custo, las tres son empresas catalanas.

Helena tiene pleno derecho a ocupar su tiempo estando al lado de Mas y pasar de la moda, entregarse a un diseñador y aquí paz y allá gloria, pero de ni de ella, ni de nadie del equipo de Gobierno de Mas, esperamos nada así, algún día de estos, pasados quizá los primeros cien días de fuego del nuevo Gobierno, alguien del mismo se deberá sentar con el President y hablar de moda, de esa industria que muchas veces dejamos de lado y consideremos frívola, aquí en esta columna explico, a vuelo de pájaro, muchas historias como para entender que la moda en sí no es una frivolidad, quizá lo que tenga de volátil son los “platillos volantes colindantes”, pero a eso, creo, no hay que hacerle ni caso.

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