Se habla sobre disidencias dentro del PP, se comenta acerca de distintas posiciones adoptadas por diversas tendencias que se han detectado dentro del partido y se teme que, de cara a los próximos congresos regionales que tiene pendientes el partido, la placidez, la mansedumbre y la disciplina impuesta por el señor Rajoy para que, desde todos los dominios o reductos políticos de los populares, se dé una sensación rocosa de unidad, de compenetración máxima y de comunión de ideas que los presente ante los ciudadanos como un partido cohesionado, sin fisuras y merecedor de la máxima confianza, frente al resto de partidos de la oposición que, durante estos últimos tiempos, han puesto en evidencia sus grandes diferencias mediante sonoros enfrentamientos y, en algunos casos, más que notorias y tangibles escaramuzas y batallas soterradas para disputarse los puestos representativos del poder, en cada uno de ellos.
No obstante, no todo es oro lo que reluce y parece ser que, ante la posibilidad de obtener, en el reparto de cargos, alguno que les permita situarse dentro del grupo de directivos, las ambiciones políticas de algunos, las ideas de otros o el hormigueo del poder de los restantes, hayan provocado que, últimamente, se detecten ciertos movimientos tácticos, dentro del partido, que apuntan a posibles intentos de desmarcarse de lo que se podría considerar la “línea oficial” marcada por el establishment, poniendo en cuestión el intento de la dirección de que se presenten candidaturas únicas para la elección de los cargos que se deban cubrir o, en su caso, ser sustituidos ( todos ellos con su bendición y beneplácito).
Algunos pensamos que se desaprovechó una ocasión de oro para que el señor Mariano Rajoy, dos veces consecutivas designado como presidente del Gobierno, hubiera aprovechado para empezar a delegar, en el seno del partido, en quien que tuviera el fuste, la impronta, la capacidad y la preparación para aspirar a ser su sustituto en las próximas elecciones legislativas que, para muchos, se considera que pueden llegar antes de lo previsto si la gobernación, como pudiera suceder si la oposición decide ponerle cerco al actual gobierno del PP, llega un momento en que sea impracticable y el actual ejecutivo se vea ante la imposibilidad de seguir dirigiendo la nación; en cuyo caso se haría imprescindible volver a consultar a la ciudadanía para que fuera ella la que decidiera sobre el futuro de España.
Es obvio que, por mucho que desde el ejecutivo del señor Rajoy, se pretenda presentar el panorama político desde un punto de vista optimista, existen muchos motivos para que el pueblo español se sienta preocupado a cerca de su futuro y, según se puede desprender de las señales que se pueden ir detectando de los partidos de la oposición, sería muy posible que en temas como el de los estibadores, de un potencial harto inquietante si se tiene en cuenta que, el cumplimiento de la sentencia del tribunal Europeo, puesta en marcha mediante un decreto del Gobierno, puede implicar que la amenaza de huelga de los estibadores para días alternos, durante el mes de marzo, se pudiera llevar a cabo con un coste estimado de 50 millones de euros por cada día de paro.
Lo peor es que, el señor Rajoy, no tiene asegurado el apoyo del PSOE, en un periodo de primarias y frente a un congreso en el que se va a poner en solfa quien, de entre los varios aspirantes, consigue situarse en la secretaria general del partido lo que, evidentemente, no favorece que se produzcan posturas de colaboración con el partido gobernante que, con toda seguridad, no serían bien vistas por los votantes, especialmente por aquellos que, influenciados por el señor Pedro Sánchez, son partidarios de posturas intransigentes y de lucha feroz contra las derechas españolas. Es muy posible que, si se produjera una crisis derivada del comportamiento intransigente de los estibadores, pese a que se trata del cumplimiento de una sentencia que afecta a toda la UE, tanto el PSOE, como la extrema izquierda, encabezada por Podemos y los propios nacionalistas, incluso los conservadores, se pusieran en contra de la postura gubernamental, en un intento de sembrar un caso que pudieran favorecer sus aspiraciones a derrocar del gobierno a las derechas.
No nos atrevemos a predecir la postura que, en un caso como este, el partido de Ciudadanos iba a tener si tuviera que apoyar al PP; con el cual parece ser, y el señor Carlos Girauta parece encabezar esta tendencia, han empezado a querer desvincularse por considerar, como han pretendido desde que han entrado en la política nacional, que tienen derecho a una parte de los votos (de los que han ido perdiendo en los últimos comicios) que ha recuperado el PP, debieran retornar a ellos. No estamos seguros, no obstante, si nos atenemos a los resultados de las últimas encuestas que han ido apareciendo, de que los fieles al señor Rivera sean precisamente los favoritos para ir aumentando sus escaños cuando, cada vez que sale un encuesta respecto a intención de voto, parece que se va acrecentando más la distancia entre partidarios de las izquierdas más radicalizadas y los de la derecha más conservadora, una postura que, nos guste o no, puede que esté dándose en otros países de la UE; lo que es obvio que perjudica a estos partidos con aspiraciones a actuar de bisagra en el caso de que las diferencias de escaños se acortan entre los partidos más importantes del arco parlamentario.
El peligro de que en el PP se vayan produciendo distintas opiniones no es tanto el hecho de que éstas existan, algo que sucede en todas las formaciones políticas, sino de que, por los motivos que fueren ( en ocasiones por la terquedad de los dirigentes de no concederles un espacio determinado dentro del partido, de que no se les permita expresar libremente sus opiniones o que la línea oficial del partido se cierre a cualquier tendencia por la sola razón de que desean imponer a toda costa un pensamiento único que, en ocasiones, algo tiene que ver con un sistema dictatorial). Por otra parte, se da la circunstancia de que, en la actualidad existe una corriente, presuntamente aceptada por la dirección del PP, representada por la presidenta de la Comunidad de Madrid, la señora Cristina Cifuentes, un personaje que en más de una ocasión ha parecido ser partidaria de políticas muy cercanas a las de las izquierdas y que, curiosamente, parece encontrarse muy a gusto en compañía con la alcaldesa de Madrid la señora Carmena.
Y no desearía concluir este comentario sin referirme una vez más al problema catalán. En este caso para hablar de algo que puede empeorar, una vez más, y no es la primera ni la segunda, la situación de esta formación en cuanto a su precariedad de votantes dentro de esta comunidad, en la que el separatismo se ha instalado con la intención de conseguir algo que casi es imposible (lo imposible nunca se puede predecir) como sería que consiguiera la escisión de la nación española. Se corren rumores de que algo se está moviendo en Madrid que pudiera afectar al liderazgo de la única persona que hay en Barcelona capaz de conservar los pocos votantes que todavía le quedan al partido en esta comunidad, el señor García Albiol. Recordamos como el señor Vidal Cuadras, el mejor directivo, representante del PP, que ha tenido la comunidad catalana; fue defenestrado en su día como precio para que, el señor Pujol y su camarilla separatista, hoy en manos de la Justicia, se avinieran a apoyar al gobierno de Aznar, cuando éste no tenía la mayoría parlamentaria. Hoy el complicado tema catalán ha llevado a los políticos, mientras se descalifican mutuamente en público, a que mantengan conversaciones en privado para poder expresarse con claridad y jugar a encontrar soluciones que, ¡Dios sabe a qué coste y con cuáles renuncia y concesiones!, pudieran encontrar un camino oculto, que permitiera desbloquear una solución que, por otro camino, parece imposible de solucionar.
Alguien ha dejado caer que, el señor Puigdemont, pudiera haber puesto una condición al señor Rajoy que podría consistir en una nueva defenestración de uno de los valores que, como Vidal Cuadras, le quedan al PP en esta comunidad que, en lo que respeta a los españoles de verdad, está desasistida de todo apoyo por parte de la dirección del PP en Madrid. Y se habla de que el candidato a ser despojado de su función en la comunidad catalana podría, muy bien, ser el señor García Albiol. ¡Craso error y lo que, para los que residimos en esta tierra catalana, sería lo peor que se podría hacer, para acabar con las pocas esperanzas que todavía pudiéramos albergar de que, Cataluña, pudiera, en un momento determinado, volver a la normalidad de ser una autonomía más de las que forman la nación española!
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos desde nuestra posición de simples españoles, lo que se nos antoja como una situación imposible de sostener por mucho tiempo, sin que exista un inminente peligro de degradación absoluta de nuestra calidad de vida dentro de una nación en manos de quienes sólo pretenden destruirla.
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