Si no tuviese una explicación bastante lógica podría resultar harto curioso que todas las crisis internas de los partidos estallen siempre cuando están fuera del poder.

Es obvio que al final la política sufre del mismo mal que casi todas las cosas de la vida, está condicionado por algo típicamente español, el mítico ¿qué hay de lo mío?

Hiperestructuras partidistas como PP o PSOE se sustentan en una cohorte de asalariados profesionales de la semipolítica que necesitan imperiosamente de una renovación o cambio de puesto cada cuatro años.

El bipartidismo ha mantenido esta dinámica perversa desde la tan mentada Transición, hasta hace apenas tres años.

A pocos se les escapa ya, el acuerdo tácito de mantenimiento de cuotas de enchufados que han venido consensuando ambos partidos. No ha habido administración pública en la que cuando entraba un nuevo partido no se mantuviesen parte de los recomendados del anterior en previsión de conseguir la devolución del favor cuando cambiasen los tiempos electorales y fuese el de enfrente el llamado a la gloria del reparto de cargos.

Mantener el liderazgo de un gran partido supone una gran responsabilidad. Concretamente la gran responsabilidad de buscar un hueco para aquellos privados en la empresa privada de tener oficio o beneficio y que deben ser colocados a la mayor rapidez posible para evitar pensamientos políticamente insanos.

Porque ya decían nuestras sabias abuelas que “Cuando el diablo se aburre, mata moscas con el rabo” y quien dice matar “moscas con el rabo” dice generar revueltas políticas y cuestionar liderazgos.

PP y PSOE llevan gobernando en España desde la época en la que la televisión era en blanco y negro y en la que las madres estaban obsesionadas con hacer ingerir a sus vástagos, litros y litros de 'Calcio 20'.

Y ahora, ambos partidos tienen una bomba de relojería interna en todos aquellos que han tenido hueco donde ser colocados en la administración pública y que ahora, por exceso de oferta de candidatos, se han quedado fuera.

Este es uno de los motivos por los que el PSOE está como está mientras el Partido Popular sigue dilatando en el tiempo el momento de enfrentarse a una crisis interna que tiene pendiente.

Los socialistas están pasando por un mal momento, pero no no nos engañemos, el único motivo por el que los populares no están en la misma situación es porque están otra vez al frente del gobierno y porque también mantienen una gran cantidad de gobiernos autonómicos y locales.

Si no hay voces dentro del PP cuestionando el liderazgo de Mariano Rajoy (al menos no de forma pública) es únicamente porque el “¿qué hay de lo mío?” está siendo mantenido por el poder que han obtenido en las urnas.

Cierto es que el PSOE está ahora mismo viviendo una crisis interna gigantesca pero no pasará mucho tiempo hasta que los populares estén en la misma situación. Los vientos en política nunca soplan mucho tiempo seguido en la misma dirección y cuando sople en contra veremos qué pasa. ¿Y los nuevos partidos? Mi experiencia política en uno de ellos me hace pensar que no han venido para acabar con este 'juego de las sillas'. Me parece que lo único que van a aportar al mismo son más jugadores.

Veremos.