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Opinión
Etiquetas | Hablemos sin tapujos | 2017
“Ni fuerza ni virtud humana pudieron nunca merecer que dejara de cumplirse lo que el Destino hubo prescrito” Ammiano Marcelino

Aquello que no quisiéramos para el 2017

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En la Roma antigua el auspicio fue un signo de los dioses que era interpretado por un augur, una especie de sacerdote que llevaba a cabo una ceremonia (tomar los auspicios) leyendo las pautas de las aves en el cielo. Dependiendo del pájaro los auspicios podían ser favorables o desfavorables (auspiciosos o inauspiciosos). Como ocurre, desde que la humanidad existe, estos predictores del futuro eran muy sensibles al dinero y, no pocos de ellos, se dejaban comprar por aquellos poderosos que les pagaban bien si modificaban sus predicciones para beneficiarse de ello. En realidad, esto de pretender anticipar el futuro ha sido una constante a lo largo de la historia sin que, hasta la fecha, salvo en algún caso, los parapsicólogos tienen mucho que decir al respecto, en el que se dice que alguna persona, con facultades precognitivas, hubiera sido capaz de anticipar algún acontecimiento determinado. No nos vamos a perder por tan intrincado laberinto y nos vamos a conformar con , en estos principios del año 2017,exponer aquellos temas que nos preocupan, que nos inquietan y que desearíamos, fervientemente, que no llegaran a producirse ya que, de lo contrario, a nuestro modesto juicio, podrían afectar gravemente a nuestra nación, a nuestro sistema político y, en consecuencia a la calidad de vida de todos los españoles, al menos de aquellos que constituimos la inmensa mayoría del pueblo al que, a falta de otra denominación más apropiada, se conoce como el pueblo llano y que, este escribiente, suele calificar como los ciudadanos de a pie.

Y es que, señores, a falta de mejores previsiones, lo que se vislumbra en el horizonte de este incipiente ejercicio, no se caracteriza precisamente para inclinarnos al optimismo, sentirnos esperanzados o confiar en que, todos los retos que España y los españoles tenemos pendientes, tanto en el ámbito nacional como en el internacional, tengan un final feliz o, al menos, lo suficientemente satisfactorio para que no sean causa de que acabemos, en diciembre de este año que comienza, en peor situación de la que gozamos en la actualidad. Así, y pensando como persona conservadora, de paz, poco amiga de cambios bruscos y temerosa de lo que proyectan estos doctrinarios, que vienen predicando viejas consejas del comunismo stalinista y libertario, presentándolo como la bicoca para lograr la igualdad, resolver las diferencias, instaurar el reino de Jauja y lograr la cuadratura del siglo, por medio de la cual el Estado omnipotente se compromete a garantizar la vida de quienes no dan palo al agua, pagándoles por su inactividad, mientras consiguen la financiación precisa confiando en los impuestos que ¡Oh maravilla!, recaen sobre aquellos mismos a los que pretenden ayudar. La gran vida sin trabajar, la vida de los abúlicos, los vagos, los inadaptados y antisistema, garantizada por la deuda pública que, como no podía ser menos, se conseguirá de inversores que confiarán en quienes saben que nunca van a devolverles lo prestado ni pagarles los intereses por el dinero que les prestan. ¡Viva el optimismo, la inconsciencia y la desfachatez de aquellos que viven en la inopia y son capaces de engañar a la reata de idiotas, borregos e ignorantes, que son capaces de tragarse todas sus macana y desvaríos!

Así pues, visto lo visto y escarmentados por este año de incertidumbres que acabamos de dejar, no nos gustaría en absoluto que:

Los separatistas catalanes se quedasen enrocados en sus pretensiones absurdas de insistir en separarse de España. Si nos agradaría que, algunos de sus destacados dirigentes, los más visionarios, los más obcecados y fanáticos, los culpables de que una parte de la comunidad catalana haya caído en las garras de los desatinos independentistas, hicieran una visita de cortesía, para quedarse en alguno de los establecimientos de los que el Estado dispone para aquellos que incumplen las leyes.

Los comunistas bolivarianos de Podemos, con sus líderes a la cabeza, y todos los que han caído en sus redes dialécticas, sus falsas promesas, sus adoctrinamientos sectarios, sus utópicos paraísos en los que la igualdad contempla, bajo el mismo rasero, a los trabajadores y los vagos, los inteligentes y los zotes, los emprendedores y los anodinos, los espabilados y los tontos, los simpáticos y los antipáticos... de modo que no prosperando en nuestro país ni consiguiendo más adhesiones. Nos encantaría que, entre todos, les pagáramos el viaje de vuelta a su “querida” Venezuela, para que tuvieran ocasión de gozar de las “delicias” de aquella nación, donde su mecenas, el señor Maduro, con toda seguridad los iba a recibir con los brazos abiertos, orgulloso de haber conseguido que sus pupilos hubieran logrado dar al traste con la recuperación de la nación española.

Que la señora Colau, en Barcelona y la señora Carmena, en Madrid, siguieran atormentando a los ciudadanos de ambas capitales con sus juegos malévolos de prohibir todo lo que se les va antojando, en su lucha despiadada contra todo lo que consideran que se opone al ideario anarquista, como es el caso de los coches, especialmente de propiedad privada, impidiendo que puedan circular libremente por las calles y avenidas de sus ciudades, o que los turistas puedan seguir alimentando ( como lo vienen haciendo desde hace años) las arcas de los comercios y negocios turísticos de ambas ciudades, contribuyendo, de paso, a mejorar la recaudación de la Hacienda Pública. Nos inundaría de sana alegría, que ambas gestoras, cuya capacidad para el cargo ha sido ampliamente puesta en cuestión, se retiraran de la vida pública, aunque, para ello y sin guardarles rencor, se les tuviera que asignar un vitalicio a cuenta del Erario público. ¡Sería el impuesto mejor y más a gusto pagado por los infelices ciudadanos de ambas urbes!

Que todos estos politizados rectores universitarios o maestros de escuelas, fueren de izquierdas o nacionalistas se enteraran, de una vez, de que los ciudadanos pagamos tributos para que ellos puedan cobrar y para que enseñen a nuestros hijos las materias de las que se deberán valer a lo largo de su vida. Nos importan un bledo sus ideas políticas, nos la repampimfla su filiación política y nos recochineamos con sus intentos de adoctrinar a nuestra juventud; algo que no les tenemos encomendado y que no forma parte de su función docente, que consiste en poner en conocimiento de nuestros chavales y chavalas todas las alternativas que existen en la política sin que les corresponda a ellos convencerles de cuál es la mejor, cuando, por desgracia, son incapaces de aceptar civilizadamente que, en las propias universidades, los alumnos puedan contrastar con otras doctrinas que se les expongan a cargo de personas expertas en la materia. Si nos encantaría que fueran capaces de entrar en razón, dedicar el tiempo necesario a la enseñanza y no encargarla a suplentes y dejarse de planear huelgas, algaradas y manifestaciones que, en nada, favorecen a los estudiantes, les hacen perder tiempo lectivo y, en muchas ocasiones, les enseñan malos hábitos como es, por ejemplo, la agresividad y la falta de tolerancia para con las opiniones ajenas.

Que Ciudadanos se siga perdiendo en el espacio político, sin llegar a decidir en qué lugar del mismo piensan asentarse; sí en lugar de un centro, entre la derecha centrista del PP o el centro izquierda, ocupado por los socialistas, ¿ O nos equivocamos, porque el PSOE parece que ya ha renunciado a este espacio y, ahora, empujado por la competencia de Podemos, está intentando ocupar un lugar más a la izquierda? como parece ser la intención del PSE, que ha partido peras con el PPE, en un movimiento que pretende acercarse a los recientes movimientos populistas, que parece que van haciendo mella en una Europa en la que, sus dirigentes, acaban de perder el sentido de la ecuanimidad y de lo que significa crear una nación de naciones, en la que se imponga la razón de estado a las particularidades de cada una de las naciones integrantes.

Es obvio que, si tuviéramos más espacio, podríamos seguir enunciando cosas que no nos gustaría que sucediesen como, por ejemplo, que el PSOE escogiese a un señor, como el defenestrado P.Sánchez, para dirigirlo o que el señor Rajoy continuase bajándose los pantalones ante los separatistas o siguiese emperrado en mantener una legislatura en lo que, al parecer, nada tiene que ganar. Pero, en su caso, ya lo comentaremos en otra ocasión porque, señores, de lo que no hay duda es que vamos a tener más temas que los que desearíamos para poder opinar sobre ellos. O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, lo que sí es cierto es que, aparte de añadir un año más a la ya larga colección de ellos que cargamos en nuestras espaldas, la próxima etapa que comenzamos no va a carecer de momentos en los que tengamos que poner a prueba nuestros nervios, si es que, las circunstancias, no nos obligan a tomar decisiones de mayor entidad. En todo caso, no desesperemos, que siempre nos queda el recurso de recurrir a la Providencia.

Aquello que no quisiéramos para el 2017

“Ni fuerza ni virtud humana pudieron nunca merecer que dejara de cumplirse lo que el Destino hubo prescrito” Ammiano Marcelino
Miguel Massanet
martes, 3 de enero de 2017, 00:10 h (CET)
En la Roma antigua el auspicio fue un signo de los dioses que era interpretado por un augur, una especie de sacerdote que llevaba a cabo una ceremonia (tomar los auspicios) leyendo las pautas de las aves en el cielo. Dependiendo del pájaro los auspicios podían ser favorables o desfavorables (auspiciosos o inauspiciosos). Como ocurre, desde que la humanidad existe, estos predictores del futuro eran muy sensibles al dinero y, no pocos de ellos, se dejaban comprar por aquellos poderosos que les pagaban bien si modificaban sus predicciones para beneficiarse de ello. En realidad, esto de pretender anticipar el futuro ha sido una constante a lo largo de la historia sin que, hasta la fecha, salvo en algún caso, los parapsicólogos tienen mucho que decir al respecto, en el que se dice que alguna persona, con facultades precognitivas, hubiera sido capaz de anticipar algún acontecimiento determinado. No nos vamos a perder por tan intrincado laberinto y nos vamos a conformar con , en estos principios del año 2017,exponer aquellos temas que nos preocupan, que nos inquietan y que desearíamos, fervientemente, que no llegaran a producirse ya que, de lo contrario, a nuestro modesto juicio, podrían afectar gravemente a nuestra nación, a nuestro sistema político y, en consecuencia a la calidad de vida de todos los españoles, al menos de aquellos que constituimos la inmensa mayoría del pueblo al que, a falta de otra denominación más apropiada, se conoce como el pueblo llano y que, este escribiente, suele calificar como los ciudadanos de a pie.

Y es que, señores, a falta de mejores previsiones, lo que se vislumbra en el horizonte de este incipiente ejercicio, no se caracteriza precisamente para inclinarnos al optimismo, sentirnos esperanzados o confiar en que, todos los retos que España y los españoles tenemos pendientes, tanto en el ámbito nacional como en el internacional, tengan un final feliz o, al menos, lo suficientemente satisfactorio para que no sean causa de que acabemos, en diciembre de este año que comienza, en peor situación de la que gozamos en la actualidad. Así, y pensando como persona conservadora, de paz, poco amiga de cambios bruscos y temerosa de lo que proyectan estos doctrinarios, que vienen predicando viejas consejas del comunismo stalinista y libertario, presentándolo como la bicoca para lograr la igualdad, resolver las diferencias, instaurar el reino de Jauja y lograr la cuadratura del siglo, por medio de la cual el Estado omnipotente se compromete a garantizar la vida de quienes no dan palo al agua, pagándoles por su inactividad, mientras consiguen la financiación precisa confiando en los impuestos que ¡Oh maravilla!, recaen sobre aquellos mismos a los que pretenden ayudar. La gran vida sin trabajar, la vida de los abúlicos, los vagos, los inadaptados y antisistema, garantizada por la deuda pública que, como no podía ser menos, se conseguirá de inversores que confiarán en quienes saben que nunca van a devolverles lo prestado ni pagarles los intereses por el dinero que les prestan. ¡Viva el optimismo, la inconsciencia y la desfachatez de aquellos que viven en la inopia y son capaces de engañar a la reata de idiotas, borregos e ignorantes, que son capaces de tragarse todas sus macana y desvaríos!

Así pues, visto lo visto y escarmentados por este año de incertidumbres que acabamos de dejar, no nos gustaría en absoluto que:

Los separatistas catalanes se quedasen enrocados en sus pretensiones absurdas de insistir en separarse de España. Si nos agradaría que, algunos de sus destacados dirigentes, los más visionarios, los más obcecados y fanáticos, los culpables de que una parte de la comunidad catalana haya caído en las garras de los desatinos independentistas, hicieran una visita de cortesía, para quedarse en alguno de los establecimientos de los que el Estado dispone para aquellos que incumplen las leyes.

Los comunistas bolivarianos de Podemos, con sus líderes a la cabeza, y todos los que han caído en sus redes dialécticas, sus falsas promesas, sus adoctrinamientos sectarios, sus utópicos paraísos en los que la igualdad contempla, bajo el mismo rasero, a los trabajadores y los vagos, los inteligentes y los zotes, los emprendedores y los anodinos, los espabilados y los tontos, los simpáticos y los antipáticos... de modo que no prosperando en nuestro país ni consiguiendo más adhesiones. Nos encantaría que, entre todos, les pagáramos el viaje de vuelta a su “querida” Venezuela, para que tuvieran ocasión de gozar de las “delicias” de aquella nación, donde su mecenas, el señor Maduro, con toda seguridad los iba a recibir con los brazos abiertos, orgulloso de haber conseguido que sus pupilos hubieran logrado dar al traste con la recuperación de la nación española.

Que la señora Colau, en Barcelona y la señora Carmena, en Madrid, siguieran atormentando a los ciudadanos de ambas capitales con sus juegos malévolos de prohibir todo lo que se les va antojando, en su lucha despiadada contra todo lo que consideran que se opone al ideario anarquista, como es el caso de los coches, especialmente de propiedad privada, impidiendo que puedan circular libremente por las calles y avenidas de sus ciudades, o que los turistas puedan seguir alimentando ( como lo vienen haciendo desde hace años) las arcas de los comercios y negocios turísticos de ambas ciudades, contribuyendo, de paso, a mejorar la recaudación de la Hacienda Pública. Nos inundaría de sana alegría, que ambas gestoras, cuya capacidad para el cargo ha sido ampliamente puesta en cuestión, se retiraran de la vida pública, aunque, para ello y sin guardarles rencor, se les tuviera que asignar un vitalicio a cuenta del Erario público. ¡Sería el impuesto mejor y más a gusto pagado por los infelices ciudadanos de ambas urbes!

Que todos estos politizados rectores universitarios o maestros de escuelas, fueren de izquierdas o nacionalistas se enteraran, de una vez, de que los ciudadanos pagamos tributos para que ellos puedan cobrar y para que enseñen a nuestros hijos las materias de las que se deberán valer a lo largo de su vida. Nos importan un bledo sus ideas políticas, nos la repampimfla su filiación política y nos recochineamos con sus intentos de adoctrinar a nuestra juventud; algo que no les tenemos encomendado y que no forma parte de su función docente, que consiste en poner en conocimiento de nuestros chavales y chavalas todas las alternativas que existen en la política sin que les corresponda a ellos convencerles de cuál es la mejor, cuando, por desgracia, son incapaces de aceptar civilizadamente que, en las propias universidades, los alumnos puedan contrastar con otras doctrinas que se les expongan a cargo de personas expertas en la materia. Si nos encantaría que fueran capaces de entrar en razón, dedicar el tiempo necesario a la enseñanza y no encargarla a suplentes y dejarse de planear huelgas, algaradas y manifestaciones que, en nada, favorecen a los estudiantes, les hacen perder tiempo lectivo y, en muchas ocasiones, les enseñan malos hábitos como es, por ejemplo, la agresividad y la falta de tolerancia para con las opiniones ajenas.

Que Ciudadanos se siga perdiendo en el espacio político, sin llegar a decidir en qué lugar del mismo piensan asentarse; sí en lugar de un centro, entre la derecha centrista del PP o el centro izquierda, ocupado por los socialistas, ¿ O nos equivocamos, porque el PSOE parece que ya ha renunciado a este espacio y, ahora, empujado por la competencia de Podemos, está intentando ocupar un lugar más a la izquierda? como parece ser la intención del PSE, que ha partido peras con el PPE, en un movimiento que pretende acercarse a los recientes movimientos populistas, que parece que van haciendo mella en una Europa en la que, sus dirigentes, acaban de perder el sentido de la ecuanimidad y de lo que significa crear una nación de naciones, en la que se imponga la razón de estado a las particularidades de cada una de las naciones integrantes.

Es obvio que, si tuviéramos más espacio, podríamos seguir enunciando cosas que no nos gustaría que sucediesen como, por ejemplo, que el PSOE escogiese a un señor, como el defenestrado P.Sánchez, para dirigirlo o que el señor Rajoy continuase bajándose los pantalones ante los separatistas o siguiese emperrado en mantener una legislatura en lo que, al parecer, nada tiene que ganar. Pero, en su caso, ya lo comentaremos en otra ocasión porque, señores, de lo que no hay duda es que vamos a tener más temas que los que desearíamos para poder opinar sobre ellos. O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, lo que sí es cierto es que, aparte de añadir un año más a la ya larga colección de ellos que cargamos en nuestras espaldas, la próxima etapa que comenzamos no va a carecer de momentos en los que tengamos que poner a prueba nuestros nervios, si es que, las circunstancias, no nos obligan a tomar decisiones de mayor entidad. En todo caso, no desesperemos, que siempre nos queda el recurso de recurrir a la Providencia.

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No voy a matarme mucho con este artículo. La opinión de mi madre Fisioterapeuta, mi hermana Realizadora de Tv y mía junto a la de otras aportaciones, me basta. Mi madre lo tiene claro, la carne le huele a podrido. No puede ni verla. Sólo desea ver cuerpos de animales poblados de almas. Mi hermana no puede comerla porque sería como comerse uno de sus gatos. Y a mí me alteraría los niveles de la sangre, me sentiría más pesada y con mayor malestar general.

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