Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Educación | Padres

Hijos en libertad

Una libertad limitada, por propia definición, no es libertad
Iria Bouzas Álvarez
viernes, 23 de diciembre de 2016, 00:47 h (CET)
Se suele decir que no existe una guía para ser padres y que los hijos no nacen con un manual de instrucciones.

Mi madre tuvo la suerte de haber encontrado una guía, de hecho tenía lo que para ella era una biblia incontestable de como debía educarme.

Toda mi educación se basó en el libro de A.S.Neill: “Hijos en libertad”

En este libro, Neill, explica el modelo de educación que él aplicaba a sus alumnos en su escuela llamada “Summerhill”

En esta escuela se considera al niño como un individuo al que los adultos deben permitir desarrollarse en un entorno de plena libertad y respeto.

Esta obra, fue un manual imprescindible para muchos padres con ideología de izquierdas de finales de los años setenta.

En las últimas semanas vengo reflexionando sobre el hecho de que pese a que mi madre me educase en un sistema que ella consideraba de izquierdas, yo sea una liberal convencida.

Y esto me ha llevado a pensar en que esto probablemente haya sucedido porque en algún momento del camino, la izquierda se haya apoderado de forma un tanto ilegítima del concepto de libertad.

Cierto es, que durante los oscuros años de la dictadura en España, existió una izquierda clandestina, movilizadora y peleona que izó la bandera de la libertad para intentar cambiar un régimen liberticida e ilegítimo por una democracia.

Hasta ahí no dejo de reconocer el mérito y agradecer la lucha.

Pero mi pregunta es, ¿en que momento la izquierda se autolegitimó como la única opción ética aceptable y se arrogó la potestad de desposeer a la libertad de su significado primario y transformarlo en un sinónimo de su concepto particular de justicia?

No hay nada como escuchar a un niño para darse cuenta de que el concepto de justicia es algo totalmente subjetivo. Un pequeño que pierda a un juego, o al que no se le dé la chuche por la que se ha encaprichado no dudará en gritar que eso “no es justo”. Y realmente no lo es. Dentro del sistema de valores del niño se está cometiendo un atropello que él reclama como una flagrante injusticia.

Otro ejemplo de que la justicia no es algo objetivo y universal es que para nuestra sociedad la Ley del Talión es algo moralmente inaceptable, en cambio hay otras muchas sociedades donde es una herramienta legal y socialmente aceptada.

Si el concepto de justicia no es inamovible, cambia entre sociedades, entre generaciones y entre diferentes individuos, ¿cómo se puede cercenar la libertad en función de una justicia universal que no existe como tal?

La izquierda que hablaba y habla de libertad, está hablando realmente de una libertad limitada a su propio esquema de valores. Pero una libertad limitada de esta manera por propia definición, no es libertad.

Así que cuando mi madre me educaba encumbrando la libertad como un principio fundamental quizás no era consciente de que con ello no me transmitía principios de izquierdas, me inculcaba el germen de principios liberales que son aquellos que he ido desarrollando a lo largo de mi vida de adulta.

Sea como fuere, nunca dejaré de agradecerle a mi madre que se esforzase tanto por transmitirme principios, ese es el mejor patrimonio que puede tener un ser humano.

¡Les deseo a todos unas muy felices navidades!

Noticias relacionadas

Suecia ha sido históricamente un ejemplo de bienestar social con una red de protección estatal admirada globalmente. Esta solidez ha contribuido a niveles de vida envidiables, y a una confianza ciudadana notable en sus instituciones. Sin embargo, en los últimos años, esta misma estructura ha empezado a mostrar fisuras.

Vivimos un tiempo en el que la inteligencia artificial (IA) avanza a un ritmo vertiginoso. Cada nueva versión sorprende por su capacidad de procesar datos, imitar el lenguaje e incluso acercarse a formas de expresión que parecían, hasta hace poco, exclusivamente humanas. Sin embargo, la cuestión de fondo no es tanto preguntarnos hasta dónde llegará la IA, sino dónde quedamos nosotros como seres humanos.

La mente guarda algunos recuerdos como si fueran heridas sin cicatrizar. A veces vuelven, una y otra vez, con la fuerza de lo que creemos no haber resuelto: la culpa, el dolor, los reproches. Y sentimos que seguimos viviendo ese momento, y nos quedamos anclados en un pasado que ya no existe. Pero un recuerdo no es más que eso: un pensamiento que aparece en la mente. No es realidad, porque no está ocurriendo aquí y ahora.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto