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Participación pública?

Ni a los políticos les interesa propiciar una participación pública multitudinaria, ni los ciudadanos se matan por ofrecer sus ideas a los políticos
ZEN
martes, 13 de diciembre de 2016, 01:08 h (CET)
Son tiempos estos en los que, desde los partidos políticos y las administraciones, se reclama la participación pública en todo tipo de eventos. Los Presupuestos participativos, la confección de Planes Generales y otros instrumentos de ordenación del territorio invitan a los ciudadanos a que den su opinión y sus propuestas. Para propiciar la participación pública las leyes han incluido la obligación de acometer procesos de participación. Pero lo cierto es que la participación, en democracia, resulta muy difícil y ello se evidencia en lo pobres que son los resultados de cada proceso de estos.

Seamos realistas. Ni a los políticos les interesa demasiado propiciar una participación pública multitudinaria, ni los ciudadanos se matan por ofrecer gratuitamente sus ideas a los políticos. Por otro lado, no es adecuado cualquier criterio, ya que todos estos procesos son muy complejos y excesivamente técnicos.

Si los políticos tuvieran verdadero interés en que la población participara, empezarían por publicitar ampliamente los procesos, por invitar a las asociaciones y los agentes sociales. Y yo casi diría que habría que incentivar a estas organizaciones para que dentro de su organización interna se produjera el debate necesario que lleva a la propuesta de ideas. Por ejemplo, mediante el condicionamiento de las ayudas y subvenciones que otorga la administración a su participación en la confección de los presupuestos participativos o planeamiento urbanístico, territorial o medioambiental.

Tampoco estaría mal que se pudiera incentivar a los ciudadanos a participar en la democracia social, que estableció nuestra Constitución, mediante la reducción de impuestos con el establecimiento de deducciones en el IRPF u otros incentivos similares.

Si la participación es democracia, y nos la queremos creer, no podemos dejar a simple criterio del ciudadano desinformado, con una vida compleja y muy ocupada, que decida si le interesa o no dar su opinión. Y si es así, el resultado siempre será el mismo: ¡a mí que me dejen tranquilo!.

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Algunos rasgos propios de nuestra época, como la velocidad con que cambia el mundo que nos rodea, como la interdependencia de los países, o como las posibilidades que la tecnología abre, hacen de nuestro tiempo un tiempo complejo. El pensamiento que busque orientarse en él deberá hacerse cargo de esa complejidad, dejando claro que lo contrario de “lo complejo” no es “lo sencillo”, sino “lo simple”.

Cuenta Tony de Mello de uno: “Durante años me sentí atrapado en mis propios conflictos: me sabía neurótico, angustiado, deprimido. Todos me decían que tenía que cambiar. Yo lo sabía… pero no podía. Hasta que un día, mi mejor amigo hizo algo diferente: Me dijo que no necesitaba cambiar para ser querido. ‘No cambies. Te quiero tal como eres.’ Y entonces cambié”.

La VERDAD es muy clara.. Los PROYECTOS deben ser CLAROS y COMUNITARIOS... Los CAMBIOS deben ser ANALIZADOS y sus ajustes y modificaciones COMENTADOS y ACEPTADOS. Los POLÍTICOS deberían saber siempre escuchar y nunca IMPONER, eso es DICTADURA.

 
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