El pasado miércoles 14 de abril, el volcán islandés Eyjafjalla entró en erupción lanzando a la atmósfera toneladas de ceniza en una columna tóxica que está cubriendo una gran parte de Europa impidiendo la navegación aérea, lo que produce perjuicios inmediatos a millones de viajeros y a cientos de aerolíneas. Los vulcanólogos, cuyas predicciones se fundamentan en cálculos de probabilidades basados en hechos anteriores, creen que la erupción puede durar algunas semanas.
Pero también puede durar meses, años, acabar mañana o iniciar la erupción del Katla que es su peligroso vecino. El Eyjafjalla que se halla a 100 Km. al este de Reykjavik, tiene un cráter volcánico de unos 3 Km. de diámetro; el del Katla es de 10 Km. de diámetro y sus erupciones han sido siempre devastadoras; la última en 1918. Tiene actividad cada cuarenta o cincuenta años, razón por la que está muy monitorizada toda su actividad.
Dada la proximidad de ambos volcanes, no sería de extrañar que el Katla, mucho más peligroso y violento que el Eyjafjalla, entrase también en actividad, pues comparten fisuras volcánicas de este a oeste y toda la zona es como un panal de magma, según Matthew Roberts, geólogo de la Agencia Meteorológica de Islandia (Icelandic Meteorological Office).
La consecuencia meteorológica de las erupciones volcánicas, cuando la ceniza se ha depositado en la Estratosfera, donde permanece por largo tiempo, según Gary Hufford, científico del U.S. National Weather Service, interfiere en la radiación solar produciendo una bajada de las temperaturas.
Cosa distinta es la emisión de CO2 a la atmósfera y la posibilidad de una lluvia ácida, por la combinación con la humedad de la atmósfera con el azufre, nitrógeno y dióxido de azufre que normalmente emiten a la atmósfera fábricas, centrales térmicas, automóviles, etc., pero que las emisiones volcánicas suponen más de mil veces las emisiones generadas por el hombre.
No se ha publicado aún la composición precisa de la nube de cenizas del Eyjafjalla. Lo que sí afirman los políticos con la alegría propia de la ignorancia, es que no hay peligro de intoxicación; salvo que se respire en la nube volcánica, claro. En otras erupciones volcánicas, han muerto animales de granja que no pudieron ser evacuados, básicamente en las proximidades del volcán. También han fallecido personas supuestamente por CO2. Si no pueden volar los aviones, menos recomendable será respirar ese aire contaminado cuando precipite la ceniza.
Confiaremos también que la lluvia de ceniza no caiga sobre las cosechas que en esta época estarán germinando en toda Europa.
Se echan en falta comentarios en la webs oficiales de algunas organizaciones ecologistas tan beligerantes con el cambio climático de origen antropológico, como Greenpeace o Intermon Oxfam y con el que puede realmente producirse por causas naturales, como es la erupción volcánica que eso sí puede afectar al clima y no las emisiones de CO2 por el hombre; no hay comentario alguno, después de casi una semana de erupción.
Los perjuicios económicos que de todo ello se pueden derivar, no son únicamente los de las compañías aéreas que dejan de volar, no facturan y han de devolver el importe de los pasajes a los sufridos viajeros. También los viajeros afectados sufren las consecuencias económicas de no poder volar a sus destinos.
Ojala esos sean los únicos perjuicios de la erupción del Eyjafjalla, pues lo que podría avecinarse no es un asunto menor. Cross fingers!