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Ana Ramos

Adiós en un momento delicado

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Mucho se está hablando de la destitución de Manolo Jiménez como técnico sevillista. ¿Es acertada o no está decisión? La afición sevillista ya habló claramente en el pasado encuentro liguero ante el Xerez. El “Jiménez, vete ya” resonaba en gran parte del estadio, con pancartas incluidas, aunque del dicho al hecho, hay un trecho. Y es que ahora, tras su marcha, los sevillistas se preguntan: ¿y ahora qué?

El momento no puede ser más delicado. Les comento: el Sevilla, quinto clasificado, lleno de lesionados, con la moral por los suelos y con la final de la Copa del Rey llamando a la puerta. Está claro que no está pasando por su mejor época, de eso no hay dudas, pero… ¿era el momento de echar a Jiménez? Pues sí y no. Está claro que los resultados ya no le avalaban, el público estaba muy en contra, los errores en las tácticas eran más que visibles (de hecho, muchas veces lo ha reconocido el de Arahal) y además, hacía cambios en las alineaciones incomprensibles.

Sin embargo, no creo que haya sido el momento más acertado par hacerlo y sobre todo, teniendo en cuenta esa final de la Copa, donde el equipo rojiblanco se juega más que su prestigio, teniendo en cuenta la desastrosa fase de Champions y que los últimos resultados en Liga no auguran nada bueno para el próximo año. Y es que Jiménez no tiene, o ha tenido, toda la culpa de esta crisis. En primer lugar la tienen los jugadores, por no rendir lo que deberían, por no meter la pelotita cuando hay que hacerlo… y después, en segundo lugar, el entrenador y el resto del cuerpo técnico.

No hay que echar las culpas a una sola persona, pero ya se sabe que esto es el fútbol y debe haber una “cabeza de turco” que cortar. Le tocó a Jiménez. El Sevilla se le quedó grande, no ha sabido ni ha podido cumplir sus objetivos esta temporada y de ahí su precipitado adiós del club de sus amores. Por eso, por una parte se piensa que si ya no se estaban haciendo bien las cosas, qué mejor que llegue otro técnico y enderezar el rumbo del plantel de Nervión, ¿no? Es lo lógico, pero no ahora. Porque ahora pueden pasar dos cosas: o el Sevilla sube y resucita o se hunde en la miseria.

Esperemos que sea lo segundo, porque sería una pena perder todo lo que se ha conseguido esta temporada, que ha pasado de ser la “alternativa al título”, ahí Jiménez era como “Dios”, pero ya ven las vueltas que da la vida… y ahora el conjunto hispalense reza por estar en Europa. Ya ven, el fútbol es así de caprichoso. Unas veces toca ganar, otras perder. Aún así, Jiménez no ha perdido. Ha terminado su ciclo en el Sevilla, ha alcanzado objetivos y ha ganado muchas cosas. Y sí, en este último tramo de partidos podría haber hecho mucho más, y las cosas mejor, pero el pasado, pasado está. Ahora toca pensar en qué hacer y cómo salir de esta delicada situación.

Adiós en un momento delicado

Ana Ramos
Ana Ramos
viernes, 26 de marzo de 2010, 03:24 h (CET)
Mucho se está hablando de la destitución de Manolo Jiménez como técnico sevillista. ¿Es acertada o no está decisión? La afición sevillista ya habló claramente en el pasado encuentro liguero ante el Xerez. El “Jiménez, vete ya” resonaba en gran parte del estadio, con pancartas incluidas, aunque del dicho al hecho, hay un trecho. Y es que ahora, tras su marcha, los sevillistas se preguntan: ¿y ahora qué?

El momento no puede ser más delicado. Les comento: el Sevilla, quinto clasificado, lleno de lesionados, con la moral por los suelos y con la final de la Copa del Rey llamando a la puerta. Está claro que no está pasando por su mejor época, de eso no hay dudas, pero… ¿era el momento de echar a Jiménez? Pues sí y no. Está claro que los resultados ya no le avalaban, el público estaba muy en contra, los errores en las tácticas eran más que visibles (de hecho, muchas veces lo ha reconocido el de Arahal) y además, hacía cambios en las alineaciones incomprensibles.

Sin embargo, no creo que haya sido el momento más acertado par hacerlo y sobre todo, teniendo en cuenta esa final de la Copa, donde el equipo rojiblanco se juega más que su prestigio, teniendo en cuenta la desastrosa fase de Champions y que los últimos resultados en Liga no auguran nada bueno para el próximo año. Y es que Jiménez no tiene, o ha tenido, toda la culpa de esta crisis. En primer lugar la tienen los jugadores, por no rendir lo que deberían, por no meter la pelotita cuando hay que hacerlo… y después, en segundo lugar, el entrenador y el resto del cuerpo técnico.

No hay que echar las culpas a una sola persona, pero ya se sabe que esto es el fútbol y debe haber una “cabeza de turco” que cortar. Le tocó a Jiménez. El Sevilla se le quedó grande, no ha sabido ni ha podido cumplir sus objetivos esta temporada y de ahí su precipitado adiós del club de sus amores. Por eso, por una parte se piensa que si ya no se estaban haciendo bien las cosas, qué mejor que llegue otro técnico y enderezar el rumbo del plantel de Nervión, ¿no? Es lo lógico, pero no ahora. Porque ahora pueden pasar dos cosas: o el Sevilla sube y resucita o se hunde en la miseria.

Esperemos que sea lo segundo, porque sería una pena perder todo lo que se ha conseguido esta temporada, que ha pasado de ser la “alternativa al título”, ahí Jiménez era como “Dios”, pero ya ven las vueltas que da la vida… y ahora el conjunto hispalense reza por estar en Europa. Ya ven, el fútbol es así de caprichoso. Unas veces toca ganar, otras perder. Aún así, Jiménez no ha perdido. Ha terminado su ciclo en el Sevilla, ha alcanzado objetivos y ha ganado muchas cosas. Y sí, en este último tramo de partidos podría haber hecho mucho más, y las cosas mejor, pero el pasado, pasado está. Ahora toca pensar en qué hacer y cómo salir de esta delicada situación.

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