Recientemente escuchaba un podcast sobre la ortografía y su vínculo con el clasismo, lo cual me recordó un artículo de Arturo Pérez-Reverte titulado "Ahora le toca a la lengua española". En él, se cita un comentario de un internauta que afirmaba: “Las reglas gramaticales fueron creadas por las élites para someter al pueblo y decir que es inculto”. Es pertinente revisar este comentario dentro de un contexto lingüístico e histórico.
Aunque no me considero una experta lingüista, me interesa investigar el origen y la historia de nuestra lengua desde sus primeros momentos. Rafael Lapessa, en su libro Historia de la lengua española, ofrece interesantes insights sobre este tema. Sin embargo, en esta ocasión, lo que abordaremos es más bien la forma de escribir dentro de la comunidad hispanohablante.
Es importante señalar la distinción entre "lengua" y "lenguaje". Cuando estudiamos en la escuela o la universidad, solemos tener una idea vaga sobre la diferencia entre ambos conceptos. El lenguaje es nuestra capacidad para comunicarnos, ya sea de forma oral o a través de gestos y movimientos. En cambio, la lengua es el medio o canal que usamos para esa comunicación, es decir, el idioma que empleamos.
Ambos —la lengua y el lenguaje— son innatos en los seres humanos. Desde el llanto y los balbuceos en la primera infancia, hasta el habla y los gestos más elaborados a medida que crecemos, comenzamos a replicar lo que escuchamos de aquellos que nos cuidan. Sin embargo, la escritura no es algo inherente. La escritura es un sistema aprendido, aunque está estrechamente vinculado al lenguaje.
Históricamente, la escritura surgió como un sistema de símbolos que representaban hechos u objetos, como lo evidencian las pinturas rupestres, los jeroglíficos egipcios o mayas. Con el desarrollo de las civilizaciones, la escritura también evolucionó. De los primeros pictogramas y símbolos, nacieron los alfabetos que aportaron complejidad y abstracción al sistema. Así se originó el alfabeto romano, que hoy es la base de la lengua española.
Durante la Edad Media, la capacidad de leer y escribir estaba limitada a los monjes, quienes desempeñaron el papel de copistas en los monasterios. Los comerciantes acudían a estos centros para hacer copias de documentos. Fue en esta época cuando surgieron los primeros intentos de regular la escritura. Por ejemplo, los sacerdotes intentaban representar fonéticamente los sonidos del latín, y de ahí nacieron las primeras transformaciones de las letras y las palabras en español.
El ser humano tiende a escribir tal como habla, un fenómeno que se remonta a la Edad Media. En 1492, Antonio de Nebrija publicó la primera gramática de la lengua española, estableciendo las reglas que la Real Academia Española (RAE) ha seguido desde su creación para ordenar la manifestación de las ideas.
Volviendo al comentario del internauta, podemos argumentar que la ortografía sí tiene un matiz clasista. Fue “establecida” por una élite culta que transformó el latín hablado en la España medieval, lo que dio origen al romance y, eventualmente, al español tal como lo conocemos.
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