Penosa la isla que se ha montado en diez días Trump. Con cocodrilos aburridos, caimanes con paracetamol y pitones con parches de fentanilo. Todos con hambre de latino sin papeles. Y los reclusos disfrutando de camas alambradas con vistas a las fieras de Everglades. Cabe otra posibilidad para solventar los problemas de América. Alojar a Trump en esa isla artificial rodeado de barracudas con hambre y tiburones blancos cabreados. También se puede poblar el foso con hipopótamos hambrientos. Que un hipopótamo hambriento tiene una boca muy grande y te come sin querer. Las pirañas del Amazonas son una buena opción, pero yo soy más de congrios de agua dulce. Tienen mayor capacidad de agarre. La idea es que Trump se vea rodeado de seres acuáticos hambrientos y cabreados. Y que duerma en las camas alambradas rodeado de gorilas de las nieves.
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