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Alasdair MacIntyre, figura clave de la ética contemporánea y la continuación de su pensamiento

​El influyente filósofo británico-estadounidense ha fallecido a los 96 años. Su carrera abarcó más de siete décadas de intensa actividad intelectual
María del Carmen Calderón Berrocal
martes, 1 de julio de 2025, 08:50 h (CET)

El influyente filósofo británico-estadounidense Alasdair MacIntyre ha fallecido a los 96 años, murió el día 21 de mayo de 2025. Figura clave del pensamiento filosófico del último siglo, su muerte no solo marca el cierre de una trayectoria intelectual extraordinaria, sino que coincide simbólicamente con otros movimientos recientes que reabren el debate sobre la dirección ética, política y cultural del mundo moderno. Entre ellos, destaca la renovada atención a enfoques teológicos como la Ortodoxia Radical de John Milbank, que —desde una perspectiva distinta pero paralela— comparte con MacIntyre una crítica incisiva a la modernidad y su vacío moral.


Presentación1

Alasdair MacIntyre


Su carrera abarcó más de siete décadas de intensa actividad intelectual, en las que publicó más de 20 libros y más de doscientos artículos, consolidándose como una voz indispensable en el pensamiento moral y político moderno.


Un referente ético del siglo XX


MacIntyre alcanzó una amplia notoriedad con Tras la virtud (1981), una obra fundamental que cuestiona los fundamentos de la moral en la sociedad moderna desde una perspectiva influida por Aristóteles.


En su momento, la revista Newsweek la calificó como “un estudio tan inesperado como brillante sobre la ética, firmado por uno de los pensadores morales más relevantes del mundo anglosajón”. Esta obra redefinió el debate contemporáneo en filosofía moral y política, posicionando a su autor como uno de los más influyentes del siglo XX.


Un pensamiento crítico desde la periferia de la modernidad


A lo largo de su vida, MacIntyre desarrolló un enfoque crítico frente a la moralidad moderna, proponiendo que su análisis debía hacerse desde una posición externa que permitiera comprenderla y, al mismo tiempo, someterla a juicio. En este sentido, defendía que el pensamiento de Aristóteles y Tomás de Aquino ofrecía herramientas esenciales para una renovación profunda del discurso ético y político. Este planteamiento lo complementó con elementos procedentes del marxismo y una visión narrativa de la vida humana.


Una obra extensa y coherente


Tras el impacto de Tras la virtud, MacIntyre amplió sus ideas en obras como Justicia y racionalidad (1988), Tres versiones rivales de la ética (1990) y Animales racionales y dependientes (1999). Su última publicación, Ética en los conflictos de la modernidad (2016), resume muchos de los temas centrales de su pensamiento y representa una culminación de su trayectoria filosófica.


Trayectoria académica internacional


MacIntyre tuvo una carrera académica notable. Fue profesor en numerosas universidades de prestigio en Reino Unido y Estados Unidos, como Brandeis, Duke, Vanderbilt, Boston, Leeds, Essex y Oxford. Más tarde, se asentó en EE. UU., donde enseñó en la Universidad de Notre Dame, institución en la que también fue profesor emérito y miembro destacado del Centro de Ética y Cultura. En el Reino Unido, fue investigador principal del Centro para Estudios Aristotélicos Contemporáneos en Ética y Política (CASEP), en la Universidad Metropolitana de Londres.


Orígenes y reconocimientos


Nacido en Glasgow el 12 de enero de 1929, MacIntyre se formó en el Queen Mary College de Londres y obtuvo títulos superiores en las universidades de Manchester y Oxford. Inició su carrera docente en 1951 y fue honrado con numerosos reconocimientos a lo largo de su vida, entre ellos, la Medalla Aquino de la Asociación Filosófica Católica Americana (2010) y membresías en instituciones académicas de renombre como la Academia Americana de las Artes y las Ciencias, la Academia Británica, la Real Academia Irlandesa y la Sociedad Filosófica Americana.


Un viaje filosófico y espiritual


MacIntyre no solo cambió de perspectiva filosófica, sino también religiosa. En su juventud, consideró el ministerio presbiteriano; más tarde se convirtió en anglicano, luego se definió como ateo y finalmente abrazó el catolicismo en 1983. Él mismo relataba con ironía que fue "un ateo católico romano", pues solo la idea de Dios en el catolicismo le parecía digna de ser negada. Su conversión al tomismo fue, según afirmaba, fruto del intento de disuadir a sus alumnos de esa misma filosofía, que terminó por convencerlo.


Lo que más le fascinaba del método de Tomás de Aquino era su disposición a examinar a fondo todas las objeciones posibles antes de adoptar una posición. Este rigor intelectual, que no hallaba ni en Platón ni en A.J. Ayer, le resultaba profundamente atractivo. En sus últimos años, el que fuera su teólogo de referencia, Karl Barth, cedió su lugar a Joseph Ratzinger.


Una filosofía anclada en la historia y en la práctica


Para MacIntyre, la ética no podía entenderse fuera de su contexto histórico. Insistía en que los juicios morales sólo pueden cobrar sentido dentro de prácticas sociales concretas y de tradiciones comunitarias. Esta convicción lo llevó a defender una filosofía moral arraigada en la vida vivida, más que en teorías abstractas.


Un legado vivo


El reciente fallecimiento de Alasdair MacIntyre, uno de los pensadores más influyentes del siglo XX en ética y filosofía política, marca el fin de una era crítica en la reflexión sobre las crisis contemporáneas. Su legado, sin embargo, sigue vivo en el pensamiento de muchos autores, y guarda sorprendentes paralelismos con otras corrientes de crítica cultural, como la Ortodoxia Radical de John Milbank.


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John Milbank


Aunque MacIntyre (1929–2025), converso al catolicismo, y Milbank (n. 1952), teólogo anglicano, proceden de tradiciones distintas, ambos han dedicado su vida intelectual a desmontar las premisas de la modernidad secular. Sus enfoques —el primero desde la ética filosófica, el segundo desde la teología— coinciden en un mismo punto de partida: la sospecha de que el proyecto moderno ha fracasado en su intento de ofrecer una visión coherente del ser humano y de la vida moral.


La modernidad en crisis: diagnóstico compartido con John Milbank


En 1981, MacIntyre publicaba Tras la virtud, obra que supuso un hito en la filosofía moral contemporánea. Allí señalaba cómo la moralidad moderna había quedado reducida a fragmentos, desconectada de cualquier narrativa común, y sustituida por una lógica utilitaria y tecnocrática que mina el sentido ético profundo. Inspirándose en Aristóteles y Tomás de Aquino, proponía un retorno a las virtudes arraigadas en formas de vida comunitaria.


Por su parte, Milbank, principal impulsor de la Ortodoxia Radical, lleva décadas desarrollando una teología que no solo critica los fundamentos seculares de la modernidad, sino que propone una reformulación cristiana del pensamiento social, cultural y político. Lejos de limitarse a una defensa nostálgica del pasado, Milbank y sus colegas —como Catherine Pickstock o Graham Ward— han articulado una respuesta teológica postmoderna en la que la fe no solo interpreta la realidad, sino que la estructura en profundidad.


Una teología narrativa frente al racionalismo


La Ortodoxia Radical entiende que la modernidad ha extraviado el sentido del ser al reducirlo a categorías funcionales o individuales. Milbank retoma el pensamiento agustiniano para contraponer a esta visión una ontología participativa: el mundo, lejos de ser meramente material, está impregnado de lo divino y puede ser signo de lo eterno. En esta lógica, la teología no es una disciplina entre otras, sino la clave desde la cual todo conocimiento adquiere su verdadero lugar.


Frente a la antropología moderna del individuo autónomo, Milbank propone una visión relacional del ser humano, centrada en la comunión, el culto y la caridad. La vida, para él, no es un proceso de autoafirmación, sino de participación en una narrativa sagrada cuyo centro es Dios. Esta perspectiva revaloriza también lo corporal, lo estético y lo cotidiano como espacios donde lo espiritual se manifiesta.


La comunidad como escuela de virtud


En este punto, los caminos de MacIntyre y Milbank vuelven a encontrarse. Ambos consideran que sin comunidades vivas, enraizadas en una tradición, no puede haber verdadera formación moral.

Para MacIntyre, son las prácticas compartidas las que forjan el carácter y sostienen las virtudes; para Milbank, es la Iglesia la que encarna la posibilidad de una vida reconciliada, donde el amor se hace carne en lo social y lo político.


Ambos filósofos coinciden también en una fuerte crítica al capitalismo global, a la tecnocracia y a la deshumanización de las estructuras sociales contemporáneas.


Milbank incluso ha planteado propuestas económicas alternativas, como un “socialismo teológico” inspirado en valores comunitarios y trascendentes, en sintonía con algunas corrientes del conservadurismo distributista británico.


Más allá del desencanto: reconstruir desde las fuentes


Si algo une a estos dos pensadores es su convicción de que la modernidad no ha cumplido sus promesas.


La emancipación individual, el progreso indefinido y la neutralidad moral del Estado han dejado, a su juicio, una sociedad fragmentada, sin una noción compartida del bien. Ante este panorama, proponen volver a tradiciones filosóficas y teológicas más antiguas, no como regresión, sino como alternativa viva capaz de responder a los desafíos del presente.


Mientras MacIntyre rescataba la filosofía moral clásica (Aristóteles) como un camino para reconfigurar nuestras prácticas éticas, Milbank ofrece una teología capaz de integrar la razón, el deseo y la gracia en una visión coherente del mundo.


Ambas propuestas, lejos de ser marginales, representan hoy una de las críticas más potentes al paradigma dominante.


La muerte de MacIntyre no es solo el final de una biografía, sino una invitación a seguir explorando los caminos abiertos por su pensamiento. Y el diálogo con otras voces, como la de Milbank, revela que la tarea de reconstruir la cultura moral de Occidente apenas ha comenzado.

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