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Las espadas de Arslantepe forjadas hace 5.000 años

El sitio fue inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, por su profunda contribución a nuestra comprensión de la formación del Estado primitivo, la innovación tecnológica y el desarrollo urbano
María del Carmen Calderón Berrocal
jueves, 26 de junio de 2025, 09:05 h (CET)

Las espadas de Arslantepe no son solo reliquias del pasado, sino que son la clave para comprender algunas de las transiciones más fundamentales de la humanidad: de la piedra al metal, de la tribu al Estado, del cazador al soldado.


Presentación1


Los historiadores sabemos leer entre líneas, es nuestro trabajo y de algo que se ha encontrado en lugares lejanos, podemos extraer conclusiones fundamentales para la historia de nuestra tierra, ya que en nuestra tierra se asentaron elementos procedentes de lugares lejanos como es el caso que trataremos y se mezclaron con nosotros, con la población oriunda peninsular con los íberos, creando civilizaciones como Tartessos, que se extendió entre el sur y mediodía occidental peninsular: Andalucía y Extremadura.


En las áridas llanuras de Anatolia oriental, situada a lo largo de la orilla occidental del Éufrates, cerca de Malatya, en Turquía, se encuentra una silenciosa centinela, testigo de los primeros cambios hacia una jerarquía social.


Testigo del crecimiento de la civilización, marcando un progreso económico mediante la autoridad social.


Estamos ante una economía impulsada a través de dos claves: la metalurgia y la guerra. Estas dos realidades están en la base del crecimiento de Arslantepe (Aslantepe Höyük). Hoy Patrimonio Mundial de la UNESCO, Arslantepe ha sacado a la luz uno de los hallazgos más sorprendentes en la historia de la arqueología, las espadas más antiguas conocidas en el mundo, que datan de hace más de 5000 años, en el "Calcolítico" o "Edad del Cobre".


Este extraordinario descubrimiento, realizado hace más de cuatro décadas, sigue redefiniendo la manera en que historiadores y arqueólogos interpretan los orígenes del combate, la artesanía y el surgimiento de una escala jerárquica social en el mundo antiguo.


Fue algo que trajeron a España y que hicieron convivir con los usos y costumbres peninsulares.

Casi contemporáneo de Ötzi. Mientras el jefe/artesano de Similaun buscaba refugio en los picos alpinos, en Anatolia prosperaba una sociedad compleja y estructurada. A comienzos de los años 80, la profesora Marcella Frangipane y su equipo de la Universidad de Roma "La Sapienza" descubrieron un depósito de nueve armas extraordinarias: tres espadas cortas y seis dagas largas. Fueron recuperadas durante las excavaciones sistemáticas de un monumental complejo palaciego de adobe en Arslantepe. El palacio, que data de finales del IV milenio a.C., proporcionaba claras pruebas de una administración centralizada, en el marco de una cultura de élite. Pero fueron las armas las que realmente sorprendieron al mundo académico.


Estas hojas, forjadas alrededor del 3300 a.C., preceden por al menos un milenio a todos los ejemplos de espadas conocidos hasta ahora, desplazando el origen de esta arma icónica mucho antes de lo que se pensaba. Hasta entonces, la mayoría de los estudiosos creía que las espadas aparecieron alrededor del 1600-1500 a.C., principalmente en las regiones egeas y mesopotámicas.


Arslantepe cambió esta narrativa. Las espadas halladas en Arslantepe no solo son históricamente significativas, sino también maravillas tecnológicas de su tiempo. Realizadas en una aleación de cobre arsenical, representan una fase temprana pero avanzada de la metalurgia. Esta técnica de aleación, que añadía arsénico al cobre, permitía obtener hojas más resistentes y duraderas que las de cobre puro.


Tres de las hojas estaban ricamente incrustadas en plata, lo que indica que no eran simples objetos utilitarios. Sus dimensiones, de entre 45 y 60 centímetros de largo, las sitúan entre las dagas largas y las espadas cortas. La estructura y forma incluyen los componentes esenciales de lo que se puede definir como una espada: una hoja, una guarda, un mango y un pomo.


Esta combinación de forma y función sugiere un momento de transición en la historia, donde la metalurgia no solo era una actividad artesanal utilitaria, sino también una herramienta política y cultural, utilizada para simbolizar poder, dominio e innovación.


Arslantepe se erige como cuna del Estado y de la estratificación social. Las espadas fueron descubiertas en lo que parece ser una "sala de armas" dentro del palacio, un espacio que sugiere fuertemente su importancia para las élites emergentes.


En el complejo palaciego se encontraron otras armas como dagas y puntas de lanza de aleación de cobre arsenical con incrustaciones de plata, junto con fruteros con altos pedestales y largas vasijas de estilo mesopotámico.


En este período, Arslantepe estaba atravesando una fase de transición de una sociedad tribal a una entidad política centralizada. La arquitectura monumental, los registros administrativos (como los sellos de arcilla) y los ajuares funerarios indican una sociedad que experimentaba jerarquía, control estatal y poder simbólico.


Armas como estas espadas probablemente desempeñaban un papel crucial no solo en el combate real, sino también en proyectar la autoridad política. En muchas civilizaciones antiguas, las armas de élite se utilizaban en contextos ceremoniales para establecer legitimidad e infundir temor.


¿Prestigio ceremonial o arsenal funcional? ¿Estas espadas se blandían en combate o eran simplemente símbolos de rango? La cuestión sigue intrigando a los arqueólogos. Sus elaboradas decoraciones en plata y su hallazgo en contextos arquitectónicos de élite sugieren que eran símbolos de estatus. Sin embargo, su metalurgia y su manufactura hacen plausible que también fueran perfectamente funcionales.


Aunque su diseño difiere de las largas espadas de doble filo de épocas posteriores, estas armas podrían haber sido perfectamente adecuadas para los combates cuerpo a cuerpo de la Edad del Bronce. En una época anterior a los ejércitos permanentes organizados, el poder solía estar en manos de jefes locales y élites guerreras. Una espada bien hecha, tanto como arma como símbolo, podía ser un recurso decisivo.


El contexto geográfico y cultural. Arslantepe se encuentra a solo 7 kilómetros de la actual Malatya, en la orilla occidental del río Éufrates. Esta ubicación la situaba en el cruce entre Anatolia, Mesopotamia y el Cáucaso, convirtiéndola en un crisol de intercambios culturales y tecnológicos. Las redes comerciales traían minerales metálicos de regiones lejanas (entonces la Península Ibérica, Iberia, Hispania, era el finis terrae) y las influencias culturales viajaban a la par, como lo demuestran los elementos arquitectónicos y artísticos híbridos del sitio.


El túmulo mismo contiene estratos de ocupación que datan del VI milenio a.C., incluyendo evidencias de una de las primeras ciudades-estado conocidas en la historia humana. Además de las espadas, los arqueólogos han descubierto palacios, templos, almacenes y plataformas ceremoniales, todo lo cual indica una sociedad altamente organizada y sofisticada.


En 2021, el túmulo de Arslantepe fue inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, en reconocimiento a su profunda contribución a nuestra comprensión de la formación del Estado primitivo, la innovación tecnológica y el desarrollo urbano. En febrero de 2023, el sitio fue afectado por dos devastadores terremotos en el sur de Turquía. Afortunadamente, las estructuras protectoras permanentes del sitio permanecieron intactas, aunque algunas partes de la cobertura temporal colapsaron. Es importante destacar que los estratos arqueológicos y la integridad de las zonas de excavación no sufrieron daños graves, gracias a los sólidos trabajos de conservación.

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Las espadas de Arslantepe no son solo reliquias del pasado, sino que son la clave para comprender algunas de las transiciones más fundamentales de la humanidad: de la piedra al metal, de la tribu al Estado, del cazador al soldado. El sitio arqueológico de Arslantepe se encuentra en las áridas llanuras de Anatolia oriental, situado a lo largo de la orilla occidental del Éufrates, cerca de Malatya, en Turquía.

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