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Un país donde las facultades se están volviendo centros de adoctrinamiento está condenado a estallar

El catetismo de la universidad española

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Intentar adoctrinar a mentes en desarrollo que te han confiado su formación debería ser considerado un crimen de lesa humanidad.

Un joven que acude a la universidad a aprender química, matemáticas o medicina va para formarse en esos campos, no para que los profesores contaminen sus sistemas de valores introduciéndoles a presión sus propios prejuicios.

Es evidente que en las llamadas carreras de ciencias puras este fenómeno es bastante más residual que en las carreras de corte más social.

En carreras como economía, ciencias políticas o derecho, tenemos en España un montón de profesores a los que nadie les ha debido explicar que sus ideas son suyas y que aunque están en su perfecto derecho de tenerlas, en su labor académica no están legitimados a imponerlas.

Los alumnos universitarios están en una situación de desventaja frente a los profesores en el debate ideológico. Por un lado por la diferencia lógica de conocimientos académicos y por otro lado por el poder coercitivo que tiene sobre ellos la persona que va a evaluarlos.

Las universidades no son púlpitos, y los profesores no son predicadores.

Si como me ha pasado hace poco, un profesor de economía explica a sus alumnos los estudios que demuestran los “terribles” efectos del liberalismo y la responsabilidad que las ideas liberales tienen en la desigualdad que existe en el mundo, como liberal, como alumna y como persona con criterio propio estoy en mi derecho de exigirle que haga exactamente lo mismo con los efectos de la socialdemocracia. Y si el profesor no ha buscado estudios que hayan hecho ese análisis, yo estaré encantada de proporcionárselos, porque los hay y a patadas.

Un país donde las facultades se están volviendo centros de adoctrinamiento está condenado a estallar.

Por lo visto si usted es liberal no es recomendable que lo exhiba en las facultades de ciencias políticas. Si usted se declara marxista, procure no decidir que quiere estudiar derecho. Y si usted no tiene criterio, tenga cuidado porque por lo visto van a forzarle a que salga con uno ajeno cuando termine sus estudios.

No dejo de repetirme una y otra vez la misma pregunta, ¿qué derecho tiene nadie a imponer bajo presión su ideología a unos estudiantes?

Si un profesor de secundaria pontificase en sus clases los beneficios de consumir drogas, o las bondades de amor libre nos estaríamos echando las manos a la cabeza. Pero mandamos a chavales de 18 años a universidades donde otros deciden cuál será su ideología sin que a ellos les dé tiempo a formarse lo suficiente para tomar esa elección en libertad.

Un alumno de historia debe estudiar la Guerra Civil española. Pero un profesor no tiene derecho a explicársela definiendo a un bando como los buenos y a otro como los malos. Un alumno de economía tiene que aprender que es la socialdemocracia y que es el liberalismo, pero sin adjetivarlas con palabras como justicia según el criterio del profesor.

Lamento escribir este artículo por todos aquellos profesores universitarios a los que aprecio. que sé que son unos grandes profesionales y que ejercen su carrera desde la honestidad. Pero aquí el espíritu corporativo hay que dejarlo a un lado. En el mundo académico universitario español existe un problema y es muy grave. O lo empezamos a afrontar ya o el futuro que nos espera con generaciones cada vez más adoctrinadas es para echarse a temblar.

Como decía aquella copla: ¡Miedo, tengo miedo!

El catetismo de la universidad española

Un país donde las facultades se están volviendo centros de adoctrinamiento está condenado a estallar
Iria Bouzas Álvarez
viernes, 18 de noviembre de 2016, 00:00 h (CET)
Intentar adoctrinar a mentes en desarrollo que te han confiado su formación debería ser considerado un crimen de lesa humanidad.

Un joven que acude a la universidad a aprender química, matemáticas o medicina va para formarse en esos campos, no para que los profesores contaminen sus sistemas de valores introduciéndoles a presión sus propios prejuicios.

Es evidente que en las llamadas carreras de ciencias puras este fenómeno es bastante más residual que en las carreras de corte más social.

En carreras como economía, ciencias políticas o derecho, tenemos en España un montón de profesores a los que nadie les ha debido explicar que sus ideas son suyas y que aunque están en su perfecto derecho de tenerlas, en su labor académica no están legitimados a imponerlas.

Los alumnos universitarios están en una situación de desventaja frente a los profesores en el debate ideológico. Por un lado por la diferencia lógica de conocimientos académicos y por otro lado por el poder coercitivo que tiene sobre ellos la persona que va a evaluarlos.

Las universidades no son púlpitos, y los profesores no son predicadores.

Si como me ha pasado hace poco, un profesor de economía explica a sus alumnos los estudios que demuestran los “terribles” efectos del liberalismo y la responsabilidad que las ideas liberales tienen en la desigualdad que existe en el mundo, como liberal, como alumna y como persona con criterio propio estoy en mi derecho de exigirle que haga exactamente lo mismo con los efectos de la socialdemocracia. Y si el profesor no ha buscado estudios que hayan hecho ese análisis, yo estaré encantada de proporcionárselos, porque los hay y a patadas.

Un país donde las facultades se están volviendo centros de adoctrinamiento está condenado a estallar.

Por lo visto si usted es liberal no es recomendable que lo exhiba en las facultades de ciencias políticas. Si usted se declara marxista, procure no decidir que quiere estudiar derecho. Y si usted no tiene criterio, tenga cuidado porque por lo visto van a forzarle a que salga con uno ajeno cuando termine sus estudios.

No dejo de repetirme una y otra vez la misma pregunta, ¿qué derecho tiene nadie a imponer bajo presión su ideología a unos estudiantes?

Si un profesor de secundaria pontificase en sus clases los beneficios de consumir drogas, o las bondades de amor libre nos estaríamos echando las manos a la cabeza. Pero mandamos a chavales de 18 años a universidades donde otros deciden cuál será su ideología sin que a ellos les dé tiempo a formarse lo suficiente para tomar esa elección en libertad.

Un alumno de historia debe estudiar la Guerra Civil española. Pero un profesor no tiene derecho a explicársela definiendo a un bando como los buenos y a otro como los malos. Un alumno de economía tiene que aprender que es la socialdemocracia y que es el liberalismo, pero sin adjetivarlas con palabras como justicia según el criterio del profesor.

Lamento escribir este artículo por todos aquellos profesores universitarios a los que aprecio. que sé que son unos grandes profesionales y que ejercen su carrera desde la honestidad. Pero aquí el espíritu corporativo hay que dejarlo a un lado. En el mundo académico universitario español existe un problema y es muy grave. O lo empezamos a afrontar ya o el futuro que nos espera con generaciones cada vez más adoctrinadas es para echarse a temblar.

Como decía aquella copla: ¡Miedo, tengo miedo!

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