Golondrinas, aviones y vencejos aliviaron los sufrimientos de Jesucristo

Existe una leyenda, todo lo que se transmite por tradición oral y no tenemos de ello documentación escrita, se convierte en leyenda, aunque siempre se parte de una base real, que la diferencia de invenciones oportunistas de las que gustan algunos por protagonismo o por obtener algún tipo de rentabilidad.

La leyenda de las golondrinas y la corona de espinas de Cristo

Cuenta una antigua tradición popular que, durante el martirio de Jesús en el Monte Calvario, un grupo de golondrinas sobrevoló el cielo con calma y compasión. Al ver a Cristo clavado en la cruz y coronado con espinas, estas pequeñas aves, movidas por el dolor, comenzaron a arrancar con sus picos las espinas que se clavaban en su frente.

En agradecimiento, se dice que el Señor las bendijo y desde entonces, su carne se volvió amarga y no comestible, lo que las protegió de la caza, incluso por parte de los más incrédulos y los ateos.

Durante mucho tiempo, se consideraba un sacrilegio dañar a una golondrina o destruir sus nidos. Sus refugios eran respetados incluso en los templos y el mismo sacerdote lo recordaba a los fieles. Esta protección también se extendía a los aviones comunes, aves muy similares en apariencia.

A lo largo de los siglos, coplas populares recogieron este acto piadoso de las golondrinas. Algunas de ellas dicen:

"En el monte Calvario, las golondrinas,
le quitaron a Cristo las mil espinas."

"Ya bajan las golondrinas
con el vuelo muy sereno,
a quitarle las espinas
a Jesús Nazareno."

"Ya vienen las golondrinas
con el pañuelo en la mano,
a quitarle las espinas
a Jesús Nazareno."

Se cuenta también que el color oscuro de su plumaje es símbolo de luto por la muerte del Salvador. Antiguamente, cuando alguien preguntaba por estas aves, se respondía con respeto: "Las golondrinas son de Dios" y muchos repetían con convicción: "Las golondrinas no se matan", no se cazan ni se maltratan.

Aunque esta creencia está muy extendida, no todos conocen el motivo por el cual se les atribuye este gesto tan noble. La leyenda continúa y se enriquece sumando que, la primera golondrina, que logró arrancar una espina de la frente de Cristo emprendió un largo vuelo, llevando la espina aún en el pico.

Viajó sin rumbo, cruzando cielos, mares, montañas y valles, hasta que, agotada, cayó en la cima de un cerro anónimo. Desde entonces, aquel lugar es conocido como el Cerro de la Golondrina, ubicado cerca de la localidad madrileña de Navacerrada.

A favor de las golondrinas y los aviones

Son aliados naturales contra los insectos. Las golondrinas y los aviones se alimentan de insectos voladores, como mosquitos, moscas y otros que suelen ser molestos para los humanos e incluso peligrosos. Son controladores biológicos naturales y ayudan a mantener el equilibrio ecológico.

Son indicadores de salud ambiental. Son especies muy sensibles a la contaminación y al deterioro del medio ambiente. Su presencia es un buen indicador de que un ecosistema está sano. Cuando desaparecen, es una señal de alarma ecológica.

Son mensajeras del cambio estacional. Su llegada en primavera y su partida en otoño es parte del calendario natural que durante siglos ha guiado a agricultores y pueblos. Representan la renovación, el renacer de la vida y la conexión con los ciclos de la Tierra.

Son símbolos culturales y espirituales. En muchas culturas y leyendas, como la de la corona de espinas, las golondrinas se consideran aves benditas, mensajeras del cielo, portadoras de buenas noticias y símbolos de esperanza, fidelidad y protección.

Nos dan lecciones de perseverancia y resistencia. Las golondrinas y los aviones realizan migraciones asombrosas, recorriendo miles de kilómetros entre continentes. Son ejemplo de fuerza, orientación natural y adaptación a los desafíos.

Son arquitectas naturales. Construyen nidos con barro, paja y saliva, creando estructuras resistentes, que además reutilizan y perfeccionan año tras año. Son una muestra de ingeniería animal sorprendente.

Necesitan nuestra ayuda. El uso de pesticidas, la destrucción de sus nidos y la urbanización sin planificación ha reducido su población en muchos lugares. Son aves protegidas por ley en varios países y respetar sus nidos es un acto de conciencia ambiental.

En España existe legislación que protege a las golondrinas, los aviones (del género Delichon) y también a los vencejos, ya que se consideran especies protegidas por su importancia ecológica y su preocupante disminución en las últimas décadas.

Legislación española que protege a estas aves:

1. Ley 42/2007, de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad. Esta es la ley marco estatal de conservación de la naturaleza. Establece la protección general para todas las aves silvestres, sus nidos y hábitats. Prohíbe expresamente la destrucción de nidos, huevos o crías, incluso si están desocupados (p. ej., durante el invierno). En el Artículo 54, se prohíbe la posesión, transporte, tráfico y comercio de ejemplares de especies protegidas, vivos o muertos, así como de sus restos (huevos, nidos, plumas...).

2. Catálogo Español de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (RD 139/2011). Incluye a muchas aves insectívoras urbanas, como: Golondrina común (Hirundo rustica), Avión común (Delichon urbicum). Vencejo común (Apus apus). Estas especies no pueden ser perseguidas, cazadas ni molestadas. La ley exige medidas activas para conservar sus hábitats, especialmente en entornos urbanos.

3. Directiva de Aves de la Unión Europea (2009/147/CE). De aplicación obligatoria en todos los países miembros, incluida España. Obliga a conservar todas las especies de aves silvestres, sus zonas de cría, descanso y alimentación.

4. Normativa autonómica y ordenanzas municipales. Comunidades autónomas y ayuntamientos también pueden reforzar esta protección. En muchos municipios está prohibido retirar nidos de golondrina o avión incluso durante reformas de edificios, salvo con autorización ambiental previa.

¿Qué significa esto en la práctica?

Significa que no se pueden destruir nidos aunque estén vacíos. No se puede impedir su anidación (por ejemplo, poniendo obstáculos o redes sin permiso). Si hay obras en un edificio con nidos activos, se debe: Solicitar autorización a la consejería de medio ambiente autonómica; esperar a que termine el período de cría; y, en algunos casos, se exige instalar nidos artificiales compensatorios.

Sanciones por incumplimiento

Las multas por destruir nidos protegidos pueden ir desde los 600 € hasta más de 200.000 €, dependiendo de la gravedad, el número de ejemplares afectados y la reincidencia.