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Deseo sin contacto: cómo la IA está reinventando la foto desnuda

Sistemas entrenados con millones de cuerpos, poses, texturas y tonos de piel ahora generan versiones sin ropa de personas reales o ficticias
Redacción
martes, 27 de mayo de 2025, 09:45 h (CET)

Antes, para tomar una foto desnuda se necesitaba una cámara, un sujeto y un momento íntimo. Luz. Vulnerabilidad. Confianza. Hoy, ya no hace falta nada de eso. Una sola imagen, incluso vestida, puede ser reinterpretada —o reconstruida— por inteligencia artificial en un desnudo completo, sin tocar la piel, sin abrir una lente.


Bienvenidos a la era donde el deseo no se monta, se sintetiza. Y donde el consentimiento es opcional para algunos, debatible para otros e irrelevante para la máquina.


El desnudo digital ya no se captura, se crea


Tradicionalmente, una foto desnuda implicaba confianza e intención. Con la IA, esa confianza ha sido reemplazada por datos de entrenamiento. Sistemas entrenados con millones de cuerpos, poses, texturas y tonos de piel ahora generan versiones sin ropa de personas reales o ficticias —a veces con un realismo impactante.


Estas herramientas no necesitan acceso a contenido privado. Operan a partir de:


>> Fotos de redes sociales completamente vestidas

>> Imágenes de perfil

>> Incluso rostros generados por IA desde cero


Este cambio ha desconectado por completo el proceso de generar imágenes eróticas del sujeto original. La persona se convierte en materia prima, no en participante.


Cuando las máquinas pueden desnudar fotos sin límites


Hoy existen comunidades online, herramientas de código abierto y apps clandestinas cuyo único propósito es desnudar fotos, es decir, quitar la ropa digitalmente a imágenes, muchas veces sin el conocimiento ni consentimiento de la persona retratada.


No siempre se trata de venganza o malicia. A veces los usuarios lo justifican como curiosidad o fantasía. Pero la realidad es clara: una vez que una foto pasa por una de estas herramientas, el resultado rara vez desaparece. Circula, se descarga, se comparte, se modifica, se reentrena.


Desnudar fotos con IA ya no requiere habilidad — es una fantasía arrastrar y soltar.


La ética, por supuesto, es como mínimo difusa. Lo que parece código, a menudo se acerca más a la explotación.


Uso real, daño real


En países como España, Italia y Brasil, varias escuelas han reportado casos de adolescentes usando apps para desnudar fotos de compañeras —incluso de profesoras— y compartiendo los resultados en grupos cerrados. En un caso, se detectaron más de 70 imágenes manipuladas, ninguna identificada por los filtros de moderación.


No es un caso aislado. Fuerzas de seguridad y organizaciones por los derechos digitales alertan de una nueva ola de abusos con deepfakes que ya no son en video, sino en imágenes —mucho más difíciles de rastrear.


Los riesgos incluyen:


>> Humillación pública

>> Trauma psicológico

>> Chantaje o extorsión

>> Refuerzo de la cosificación en la cultura juvenil


Lo que empieza como una broma o una fantasía sexual puede convertirse en un arma.


Pero algunos lo eligen: autoerotismo digital en la era IA


No todos los usos son dañinos. Existe una subcultura emergente de creadores de contenido adulto —especialmente modelos virtuales o perfiles sin rostro— que utilizan técnicas de desnudar fotos de forma consensuada. Estos usuarios:


>> Crean selfies con ropa y luego generan desnudos con IA

>> Producen imágenes eróticas de versiones ficticias de sí mismos

>> Exploran desnudez idealizada o estilizada sin quitarse nada


Esto abre la puerta a una nueva forma de exhibicionismo, donde tú controlas cada píxel de la fantasía.


Para algunos, la IA no roba la intimidad, sino que ofrece una forma más segura de expresarla.

Los límites entre fantasía y realidad se difuminan, pero en este caso, la persona detrás de la imagen mantiene el poder.


Desnudar no siempre destruye... ¿o sí?


¿Dónde está el límite entre fantasía y violación? ¿Entre transformación digital e invasión?


La clave está en el contexto. Si usas IA para desnudar fotos tuyas —o de personas que dieron su consentimiento— estás experimentando. Si lo haces con alguien que no accedió, estás invadiendo. La imagen puede ser falsa. Pero el acto —y sus consecuencias— son muy reales.


Algunas plataformas están empezando a implementar:


>> Marcas de agua en imágenes modificadas con IA

>> Prohibiciones para generar desnudos basados en identidades reales

>> Educación al usuario sobre el uso ético de imágenes


Pero la tecnología siempre va más rápido que la ley. Y el deseo, más rápido que la precaución.


Conclusión: la fantasía no tiene botón de deshacer


La inteligencia artificial ha hecho peligrosamente fácil imaginar a alguien desnudo —con velocidad, realismo y sin consecuencias visibles. Pero cada vez que usamos herramientas para desnudar fotos, cruzamos un umbral psicológico y ético. Haya o no consentimiento, la imagen se convierte en parte de una fantasía replicable y conectada que casi nunca permanece privada. La línea entre placer y daño es más delgada que nunca, y muchas veces invisible para quien la cruza. La fantasía puede parecer inofensiva, pero la intimidad digital sin permiso puede causar un daño muy real. Al final, la culpa no es de la tecnología —sino de cómo decidimos usarla.

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Además, queríamos reflejar ese carácter y confianza que caracteriza a la marca y manifestarlos en su personalidad, en su forma de hablar y en la manera en la que se relaciona con nuestros clientes".

Juan Martínez director técnico de la empresa Servicio Tecnico Oficial Electrodomesticos Top Reparacion SL con sede en Calle de Méjico, 3 en el barrio de Salamanca en Madrid, lo ve cada año desde dentro, y advierte que el colapso no se evita con más técnicos, sino con más previsión por parte de los usuarios.

 
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